¿Qué responderías si la muchacha de la foto te hace esa pregunta: “Soy linda”? Al menos nosotros le responderíamos que es tan preciosa que asombra, enamora y deja sin aliento. Su sonrisa alumbra más que el verde a su alrededor, y en su rostro gracioso se mezclan muchas culturas remotas —tanto así, que ni siquiera se logra dilucidar si su belleza es convencional o no. Pero lo cierto es que le responderíamos lo mismo a cualquier mujer: “Eres preciosa”, porque la cuestión es que realmente así la percibimos, gracias a que hacer bien el sexo limpia la mirada de estereotipos.
Toda mujer es bella a su propia manera, ¿de qué otro modo iba a ser? La naturaleza no hace cuerpos en vano, y cada cuerpo necesita atraer o ser atraído por otro cuerpo para hacer el más rico sexo, porque el contacto sexual no sólo es la fuente de la vida, sino que además es la fuente de la felicidad, la plenitud y la belleza. Todo cuerpo vino a la vida a ser amado y a hacer el amor con otro cuerpo, porque el amor es justamente eso: la fusión sexual de un cuerpo con otro, para que juntos, como dos mitades de una misma naranja, completen un solo cuerpo bello y perfecto. La perfección está en esa belleza de las dos mitades reunidas, y no en alguna forma específica.

Es grandiosa la experiencia de salir a la calle y realmente ver bellas a todas las mujeres por igual, por el simple hecho de que todas son graciosas encarnaciones de la feminidad. Percibir así de bellas a todas las mujeres es como andar rodeado de diosas por doquier —algo que todos reconocerán como una de las mejores vivencias que se pueden tener, y como lo más cercano a vivir el paraíso en la tierra.
Pero a la vez es triste sentir que, cuando en la calle miras a una mujer a la cara y al cuerpo, notas que ella comienza a preguntarse: «¿Cómo me estará viendo? ¿Soy linda o fea?» Así de lavado le tienen el cerebro a la mujer la televisión, los mass media, las transnacionales de la moda y la cosmética, y los negocios de cirugía «correctiva» y de implantes, que se cuentan entre los negocios más lucrativos de la historia, precisamente porque se basan en manipular y poner a su servicio el impulso más poderoso que existe, que es el sexual.
Los autores de este escrito sabemos perfectamente que al decir todo esto estamos yendo a contracorriente en el mundo actual, pero el caso es que el 90 % de la humanidad femenina no tiene nada que ver con los estereotipos que los mass media imponen cada vez más, y nos parece que no está nada bien que la mujer venga a la vida a sufrir por no ser amada tal como es. Cuando el hombre y la mujer aprendan a hacer bien el sexo según los muchos consejos que damos para ello, ambos descubrirán con sorpresa que la mente se les abre, que la mirada se les limpia, y que toda mujer es bella no por ciertas medidas del cuerpo y otras tonterías como esa, sino porque es la feminidad hecha cuerpo y el gozo venido a la vida orgasmo tras orgasmo.
Deja tu comentario