Por lo general, la arqueología de cualquier lugar del mundo ha sido conservadora, en especial con las piezas sexuales. Sólo recientemente han salido a la luz muchísimas obras sexuales ―pinturas, esculturas, textos, etc.― que la arqueología y la historia del arte conocían desde hace mucho, pero que mantenían ocultas. De hecho, hay muchas obras sexuales de culturas antiguas que continúan ocultas, ya sea en almacenes de museos o en colecciones privadas.
América no es una excepción en este sentido. Durante siglos los arqueólogos y etnólogos han cargado con los lastres que la religión impuso sobre el sexo, y han escondido y reprimido tradiciones y destruido obras de arte, por el simple hecho de ser “demasiado libres”. Siglos atrás los cronistas de Indias habían tenido que autocensurarse para no narrar ante la corona en sus obras las libertades sexuales de que gozaban los nativos pobladores de América ―sobre este tema abunda el capítulo «Pêro Vaz», de la serie humorística brasileña Porta dos Fundos que pondremos al final―, y de este mismo modo los estudiosos hasta hace poco se han autocensurado ante los poderes religiosos y políticos modernos.
En el presente artículo presentamos 3 versiones de la misma imagen ―la llamada Venus de Nayarit. Estas 3 versiones son un buen ejemplo de que hemos mirado la sexualidad antigua «con los ojos de San Agustín» ―como dijo alguien. La joven de la escultura fue tallada por el escultor nayarita a piernas abiertas, para que mostrara claramente el sexo. Sin embargo, en la fotografía de la derecha se las arreglaron para, proyectando luz desde arriba, oscurecer el sexo hasta casi desaparecerlo. No ocurre así con la de la izquierda. ¿Se imaginan si sólo contáramos con la fotografía de la derecha? Todo sería conjeturas. Y téngase en cuenta que los restos arqueológicos de Nayarit se cuentan entre los más antiguos de todo México, e incluyen variadas representaciones femeninas desnudas.
Lo mismo ocurre con las Crónicas de América: las escribieron, cuando no frailes, laicos con mentalidad dominada por un cristianismo inventado y mojigato, que nada tiene que ver con la verdadera enseñanza de Jesús. Las crónicas de Indias, en materia sexual, son cuando más una versión distorsionada de la sexualidad aborigen de América. Los cronistas malinterpretan tradiciones sexuales ―ingenua o intencionalmente―, esconden o quiebran genitales a esculturas, borran pasajes de escrituras y códices o los queman…
Por fortuna, la fotografía más contemporánea ―la que aparece en la cabecera de este artículo― no sólo trata de evidenciar los labios de la vulva, sino que incluso buscó un ángulo contrapicado para lograr el máximo efecto vulvar. Es un Zeitgeist ―un espíritu de nuestro tiempo― el maximizar la visualidad y los discursos sobre sexo, lo cual, como dijo Foucault, no es sinónimo de que hoy en día hagamos más o mejor sexo.
La conclusión es obvia. Mejor intentemos un acercamiento desprejuiciado a la sexualidad de todos los pueblos originarios del planeta, y sin duda tendremos una sexualidad más rica y más plena.
Deja tu comentario