Los nombres para genitales femeninos son muchísimos en cualquier idioma. Si hay algo en este mundo que tiene muchos nombres, esa es la vulva. Un resultado de la mezcla entre la belleza y la diversidad de todas las vulvas, es ese inagotable acervo que en cada idioma constituye el inventario popular de nombres y apodos para el sexo femenino. No en balde los taoístas han dicho que el espacio más atendido y más buscado del universo, es el sexo de la mujer.

Veamos en este artículo los muchos nombres de la vulva en todos los idiomas. Así podremos comprobar que los nombres para genitales femeninos son tan graciosos, pintorescos, dulces, frutales, florales, perfumados, apasionados, sustanciosos, pícaros, proteicos, sabrosos y misterioso, como esa mágica entrada que cada mujer tiene en la cima entre sus muslos.

Es tan bella, que tiene muchos nombres

Para empezar por un ejemplo célebre, digamos que El Jardín Perfumado, un manual erótico árabe escrito por Shaykh Nefzawi alrededor del siglo XIV d.n.e., revela alrededor de 40 nombres para genitales femeninos. Todos son ejemplos amorosos y pintorescos de cómo se le decía a la vulva en aquellos tiempos en el mundo árabe, y tal vez en el presente. Algunos de estos nombres son:

  • Dos labios
  • La bella
  • La mordedora
  • La glotona
  • La anhelante
  • La deliciosa
  • La voluptuosa
  • La profunda
  • La raja
  • La caliente

Los nombres para genitales femeninos entre los nahuas

Algunos de los nombres literales para la vulva o la vagina en náhuatl —una de las principales lenguas mexicanas originarias—, son tepilli, sakapili, nenetl, maxak, maxtlatl o maxaktli —maxa o maxac significa «entrepierna» o algo que se divide en dos partes iguales, como la vulva. Sin embargo, la bella también tiene en náhuatl muchos nombres metafóricos, derivados o no de los que acabamos de ver.

Un buen ejemplo de nombres para genitales femeninos en náhuatl, lo tenemos en Luis Alveláis Pozos, un reciente poeta potosino bilingüe náhuatl-español, quien ha dedicado encendidos poemas de amor a la mujer y a la vulva en su libro Yoltéotl (Del corazón endiosado). Alveláis usa numerosos nombres para genitales femeninos en náhuatl en su libro, dentro de los que cabe destacar el nombre chalchiuhnene («vulva de jade”), que coincide con una de las formas ancestrales en que el erotismo chino taoísta llama a la vulva.

En un hermoso verso del poema «Algún día…» [«Aca ilhuitl…»] del libro Yoltéotl, Alveláis llama también «Flor de Carne» (Nacaxochtl) a la vulva, nombre que se extiende a la mujer, también llamada «vientre de luces sin retorno». Más adelante en el mismo poema, Alveláis identifica a la mujer y a su vulva con la diosa del amor nahua, Xochiquétzal, la Venus mesoamericana, llamada «Señora del Amor». Este mismo poema expresa un tema tratado con frecuencia por los estudiosos de la Toltecayotl mesoamericana: la idea de que sólo el amor hacia el sexo femenino fue capaz de suavizar el espíritu bélico azteca —algo sobre lo que hemos escrito en otro artículo: «Guerras paradas con flores en el mundo azteca». Traigamos un fragmento del poema en ambos idiomas, para tomar mejor su sabor:

Pronto partiré hacia el lugar
donde grita el Águila Caudal,
en donde el Tigre nos incita
al combate;
pero ahora, Flor de Carne,
entrégame tu vientre
de luces sin retorno
y embriágame con tu licor florido
entre el ardor y el fuego;
porque la Señora del Amor
nos protege con el manto
de sus flores
embriagantes
entre el aliento blanco y perfumado
del Copal.

[Nitotocaz ye non euaz in yeyantli
in canin tzatzi in Hueicuauhtli,
in canin Ocelotl techyolleua
huicpa in yaochichihualiztli;
yece axcan, Nacaxochtl,
ma tinechmaca moite in
tlanextiltitech in ayac cuepaliztli
ihuan ma tinectlauana
ica in moezxochitl
in tonalmiquizizalan ihuan
in tetl,
pampa Xochquetzal techpaneua
ica in tlapatili ixochihuan
tehuintique in iztac ihiotzalan
ihuan popochtic in Copaltitech].

En náhuatl, la poesía misma como género literario y de conocimiento, suele denominarse mediante el difrasismo «flores y cantos». Y dentro de una cultura originaria que dio tanta importancia a las flores (mírese si no a Xochipilli: Xochitl ‘Flor’ + Pilli ‘Príncipe’, el dios de las plantas visionarias y del placer), no es raro se usen tantas metáforas florales para referirse a la vulva. Así llama Alveláis al florido sexo femenil: “pétalos sagrados”, “flor erguida de tu carne”, “flor divina que se abre como un sueño”, “pétalos desnudos de flor enamorada”, y muchas más.

Xochipilli, dios mexica del amor, el placer, la belleza y las plantas sagradas, es adorado por dos mujeres desnudas ("Evolución de México", mural de Diego Rivera).

Otros ejemplos singulares de nombres para genitales femeninos en náhuatl, provienen de un escrito del México prehispánico («Canto de las mujeres de Chalco»). En este sustancioso poema anahuaca, una mujer, con todo amor y picardía, se refiere a su propia vulva usando nuevamente uno de los principales nombres para los genitales femeninos, la flor: «florida vulva mía», y además la llama “paladarcito inferior mío”, haciendo uso de una sinestesia que identifica la sutileza gustativa del paladar con la gran sutileza sensitiva del sexo femenino. Ojo con este poema nahua de exaltación erótica a la mujer, cuyo lenguaje es con frecuencia tan explícito y altisonante, que ha sonrojado a muchos desde la Colonia hasta hoy con su celebración del gozo carnal:

Si de veras eres varón, aquí tienes donde ocuparte.
¿Ya no tienes tu potencia?…trabájame… ven a tomarla mi alegría:
Oh mi hijito, dame tú, hijito mío.
Entre alegres gozos estaremos riendo.
…ya bien quieres agarrar mis tetas
…mi vientre yo te entrego… allí está
a tu perforador lo ofrendo…
Ya no tengo falda, ya no tengo camisa,
soy mujercita y estoy aquí…
Poco a poquito, vayan desatando la falda,
vayan abriendo las piernas…
Yo te vine a dar placer, florida vulva mía,
paladarcito inferior mío.
…mira por favor mis cantaritos floridos: ¡son mis pechos!

El «Canto de las mujeres de Chalco», como su nombre indica, procede del Estado de México, en el Anáhuac precolombino. Es un poema nahua de los llamados cuecuechcuícatl, es decir: “cantos de cosquilleo”, que se acompañaban con música y danzas provocativas, semejantes a los ahuilcuicatl o “cantos de placer”. En este enlace puedes consultar una edición bilingüe náhuatl-español del «Canto de las mujeres de Chalco», realizada por el erudito Miguel León-Portilla. No te las pierdas, porque la selección que hemos hecho no es nada comparada con el original.

Es tan carnosa, que desde siempre ha tenido nombres terrenales

Los romanos fueron en su origen un pueblo rústico y a veces soez. Algunas de las palabras latinas que dieron forma al léxico sexual del castellano son tabúes y malsonantes desde su origen, a menos que sean metáforas derivadas de elementos vegetales o animales. El término cŭnnus —que dio origen al castellano coño y al inglés cunt, y a términos equivalentes de otras lenguas romances y germánicas, todos considerados ofensivos pero no por eso menos usados—, ya desde el latín denominaba a la vulva y era considerado obsceno.

En cambio la palabra “vagina” procede del latín vagīna, que significa ‘vaina’ —o sea, cavidad diseñada para contener algo dentro de sí, ya sea semillas o una espada—, y no sería raro un día descubrir que el origen etimológico remoto del noble término latino vulva se encuentre en la similitud del sexo femenino con algún elemento vegetal. Pues en la línea del imaginario vegetal se enmarca una de las metáforas más extendidas para referirse a la vulva en cualquier idioma y en cualquier época: todos hemos llamado “flor” a la vulva, no sólo por su bello aroma y por la doble homología entre los sépalos y pétalos y los labios mayores y menores —que también son llamados “ninfas”—, sino además por tener dulces néctares escondidos en su interior, que esperan ser amorosamente libados. “El valle de las rosas” y “el sitio más precioso de su cuerpo”, se le llama a la vulva en la noche 206 de Las mil y una noches.

Las mil y una noches no es ni de lejos un manual erótico. En cambio, El jardín perfumado sí que lo es. No puede decirse que El jardín perfumado sea comparable en profundidad a las escrituras tántricas, pero al menos es comparable al Kama Sutra, un manual sexual hindú de la tradición del Kama Shastra, que hace énfasis en que, para que el amor fructifique entre la pareja, es necesario aprender a amar correctamente a la vagina y a la mujer.

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Es tan atractiva, que tiene todavía más nombres

En nuestro rico castellano tenemos infinitas variantes regionales para referirnos al precioso órgano femenino. Nosotros mismos en otro plegable hemos consagrado a la vulva como “puerta del Cielo”, como entrada secreta hacia a la Gloria, de la cual el glande del clítoris podría ser la campanilla. Aunque algunos de los nombres populares de la vulva provienen de normas del castellano consideradas vulgares, no por eso dejan de ser graciosos, pintorescos y devocionales, por lo que en verdad también suelen ser muy usados en la intimidad, incluso por quienes reniegan de ellos en público. Muchos han sido los nombres de la vulva a todo lo largo y ancho de la enorme comunidad mundial de hispanohablantes, la mayoría de ellos muestra de una sorprendente creatividad y de un gran amor a la mujer y a su sexo.

Nombres para genitales femeninos

Nombres para genitales femeninos: un jardín de delicias

La vulva ha sido llamada “concha”, por su forma bivalva y su interior blando y húmedo —no son pocos los cuadros en que la Diosa del Amor romana, Venus, aparece desnuda junto a o encima de conchas menos o más grandes—; por los mismos motivos bivalvos de blandura y abundante lubricación interior, a la vulva se le ha llamado “almeja”.

Se le ha dicho “papaya”, por su forma, color y aroma parecidos a los de esa fruta cuando está madura y abierta por una tajada, o incluso por el parecido entre el conglomerado de semillas y los rizos del vello púbico; semejantes relaciones de morfología frutal deben de haber dado origen a nombres vulvares como “granada”, “panocha”, “higo”, “pomarrosa”, “castaña”, “sapote” y “tajada de mamey”.

Se le ha llamado “conejita” o “conejo” —se dice que es eufemismo de “coño”, pero nosotros no descartaríamos la posibilidad de un origen metafórico por semejanza entre los labios mayores alargados, semijuntos y de textura tierna, y las orejas de un conejo—; también se le ha llamado “gata” o “gatita” —tal vez una traducción del inglés pussy en el contexto sexual—, por la semejanza de conjunto entre la vulva, y el hocico triangular y los finos labios del gato, el superior partido al medio.

Se le llama “pezuña de camello” —cameltoe en inglés— a la evidencia de los labios mayores de la vulva marcada en la ropa interior o exterior de la mujer; se le ha dicho “sonrisa vertical”, vieja expresión francesa que identifica a la vulva con una boca en posición vertical, propensa a la felicidad; se le ha dicho “bollo”, por su tibieza, suavidad y deleite; incluso se le ha llamado “Triángulo de las Bermudas”, debido al triangular misterio infinito del que nadie regresa siendo el mismo… y un largo etcétera.

La expresión castellana “felpudo”, metáfora que identifica el monte de Venus con una alfombrilla de felpa, tiene un asombroso parecido con estos versos tradicionales árabes en que la vulva es identificada con una olorosa granada abierta y un pebetero, y el vello púbico es comparado con una alfombra de césped:

En mi vientre hay como un pebetero bajo el césped.
En mi vientre hay como un pozo cuyo brocal
hubiera sido templado por el sol.
En mi vientre: como una granada abierta,
como una gruta llena de tesoros.

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