El aprendizaje sexual tántrico es distinto para el hombre y para la mujer. La base del aprendizaje masculino es el control de la eyaculación, aunque es mejor llamarle «economía seminal»: aprender a aprovechar tu capital seminal para el gozo y la evolución. Prácticamente cualquier hazaña sexual que pueda lograr el hombre se basa en aquello que el «Yoginī Tantra» dice así: «La verdadera unión sexual con la Diosa suprema, no es la unión sexual con semen». Es decir: aprovechar el combustible refinado que es la energía seminal para hacer un vuelo sexual extraordinario. El Tantra no es una religión, así que si no crees en divinidades ni cosas semejantes, puedes quitar lo mitológico a la cita, y decirlo simplemente así: cualquier logro en el acto sexual se basa en que aprendas a mantener a raya tu eyaculación hasta que lo bueno ocurra. Así de simple es para empezar.
Por otra parte, la base del aprendizaje sexual tántrico para la mujer es opuesto al del hombre y no se basa en algún tipo de control, sino todo lo contrario: ella debe abrirse por completo y ceder el control durante el sexo, lo cual es la clave de que la mujer logre llegar al orgasmo múltiple y al estado de conciencia orgásmica que está incluso más allá del orgasmo durante la vida diaria. Este estado de conciencia orgásmica en español pudiéramos llamarlo felicidad o plenitud, pero en sánscrito se llama simplemente «ananda». El término «ananda» es usado en todo el hinduismo con diversos sentidos relacionados con la felicidad. Desde el punto de vista tántrico, «ananda» está por supuesto relacionado con el gozo sexual, con el éxtasis y con lo que el «Guhyasamaja Tantra» llama «satisfacción (profunda) de todos los deseos».
Control de la eyaculación es control de la mente
En la vía sexual, para el hombre el control de la eyaculación y el control de la mente deben ser una misma cosa. Es eso lo que está proponiendo el amado «Vigyan Bhairav Tantra» cuando dice: «Al iniciar la unión sexual, sigue atento al fuego del inicio, y así prosigue, evitando las cenizas del final». Nosotros acabamos de traducir este fragmento desde el inglés a partir de la versión de Paul Reps, que es quien dice “cenizas”. Pero otras traducciones del mismo «Vigyan» en este fragmento son más «extremas» y traducen ‘veneno’: «Evitando el veneno del final». Otros Tantras identifican a la eyaculación con la «muerte», no sólo en el sentido francés del orgasmo como «petite mort» sino en un sentido mucho más profundo. Asi el «Shiva Samhita» —posiblemente el libro más importante de Tantra Yoga, la vía tántrica en que Tantra y Hatha Yoga son una misma cosa—, dice:
«La práctica del control de la eyaculación otorga la emancipación, incluso si se está inmerso en la sensualidad… La eyaculación del semen es muerte, y conservarlo adentro del cuerpo es vida. Por eso el practicante debe preservar su semen con gran cuidado».
Para algunas escuelas tántricas —no para todas—, la máxima de ‘boddhicittam notsṛjet’ («El semen no debe ser eyaculado») debe cumplirse al pie de la letra. Si el hombre eyacula, incluso si lo hace al final del acto sexual, tanto él mismo como la mujer pierden por completo el estado de gracia (ananda) que el goce profundo había generado. Pero no es sólo cuestión de controlar la eyaculación. Se trata de ir más allá: no es sólo el semen lo que no debe moverse: también la mente debe detenerse —para que el ego no se inmiscuya—, y sólo así la mujer y el hombre acceden a un estado acrecentado de conciencia a través del acto sexual.
El sexo es placer y también emancipación
Llevemos todo esto a un plano más práctico. Como hemos reiterado, la mente y el corazón de la mujer son curvos, como su cuerpo; y asimismo la mente y el corazón del hombre deben ser rectos, como su cuerpo. Un verdadero amante es aquel que controla su mente tanto como su eyaculación, y por eso está en condiciones de atravesar junto con la mujer, sin cerrarse a ella, todo tipo de vericuetos emocionales por los que ella pasa a veces en la vida diaria. El hombre debe ser recto cada vez, sin estancarse o perderse en ningún meandro, pero sin cerrarse por miedo a las curvas de la psiquis y el corazón de la mujer.
En ese punto el verdadero amante, para seguir amando como la mujer necesita, tendrá que descubrir energéticamente que el sexo no es sólo placer, sino que es emancipar a la mujer del exceso de energías de desamor que ella lleva dentro. Él necesita control sexual y control de su mente para atravesar todo esto sin perder su rectitud, porque la mujer así lo necesita. Finalmente, cuando él sea capaz de atravesar todos los velos de la ilusión psicofísica y la lleve a ella hasta la cúspide del amor, ella lo premiará con la mayor dulzura que él haya experimentado jamás.
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