Hacer sexo con mucho gozo pero sin eyaculación, echa andar en la pareja una especie de bomba energética que eleva la energía sexual de manera vibratoria. A continuación de un acto sexual que no termina en eyaculación, es importante meditar un poco. «Meditar» aquí significa esto: no hacer absolutamente nada ni en el cuerpo ni en la mente, y penetrar en un agradable estado de conciencia y relajación. Y si aún no has aprendido a hacer sexo sin eyaculación, de todos modos te vendrá bien meditar luego del acto sexual: te ayudará a reponer fuerzas y te abrirá poco a poco el aprendizaje del control eyaculatorio.
Meditar luego del sexo no eyaculatorio, es algo muy bueno, porque equilibra las energías sexuales que se han generado, y favorece que el cuerpo se adapte al nuevo estado de conciencia, más cercano al ananda o felicidad psicofísica —o si lo prefieres: más cercano a la divinidad. Además, meditar luego de no haber eyaculado ayuda al hombre a que la energía seminal se le sublime, es decir, se le transforme en un grato estado de conciencia del gozo y evolución. Por todo esto es importante meditar luego del sexo sin eyaculación. Pero veamos un par de detalles más.

No es imprescindible la imaginería erótica oriental para hacer sexo tántrico
Supongamos por un momento que son meros mitos los conocimientos sexuales de la erótica mística oriental, y que no existe realmente la idea cabalista de que siempre haces el amor con dos mujeres al mismo tiempo, la mujer terrena y la mujer divina (Shekinah), y así traes paz al hogar y al planeta, o que no existe la idea Vajrayana de que al descargar orgásmicamente a la mujer-diosa Dakini estás descargando energías divinas en el mundo, ni existe la idea tántrica hinduista de que una Parvati bien amada es una Shakti en paz, una Dombi complacida y deleitada por haberlo entregado todo orgásmicamente, y que gracias a eso no es una Kali en guerra sedienta de caos. Supongamos que todos esos no son más que mitos. Pues bien, sustituye la palabra “Diosa” por la palabra “mujer”, y la palabra “divinidad” por la palabra “felicidad”, y obtendrás la propuesta verídica de que una pareja en que la mujer está bien amada es una pareja feliz y en paz. Esa paz o divinidad se siente bien de cerca en los momentos a continuación del verdadero acto sexual, y por eso el estado de meditación llega casi sin que te lo propongas.
Para hacer sexo tántrico no es necesario el folclore oriental. Si la pareja siente que su camino no tiene nada que ver con practicar asanas (posturas de Hatha Yoga), no tiene por qué hacerlas. Salvo que se trate de la vía del Tantra Yoga, donde las asanas son muy importantes, las vías tántricas no necesariamente hacen énfasis en que haya que hacer sexo o meditar en alguna postura específica. Los asiáticos no tienen un pelo de tontos, y desde hace mucho saben que meditar no se reduce a una postura, y que es un estado de conciencia que se puede activar de cualquier modo, antes, durante o después del sexo. Meditar es un estado de conciencia, no una asana. Dentro del Tantra, cuando el Yoni Tantra dice: «Siempre ten sexo con una mujer y medita», no entra en detalles de posturas ni nada semejante. Te dice: simplemente medita para que equilibres las energías sexuales que la pasión removió a fondo.

Abandonarse al delicioso estado de meditación luego del sexo
Así pues, es importante meditar. La pareja común y corriente, luego del sexo sin eyaculación, pueden hacer lo que más suele desear —en especial la mujer—, que es simplemente: acurrucarse o apapacharse juntos… abandonar toda tensión corporal o psicológica mutua… deleitarse en esa intimidad perfumada… dejarse entrar en un delicioso estado de sopor… abrirse a que la energía del amor hecho se transforme en un estado de conciencia más allá del sexo. Si desean charlar algo íntimo, es buen momento —aunque es mejor no meter el mundo en la cama. Si desean dormir, tal vez ese día ensueñen —«ensoñar» es volverse consciente dentro del sueño y tener experiencias asombrosamente lúcidas. Pero al menos algunas veces será conveniente no dormirse y permanecer despiertos, solamente meditando acurrucados en una especie de vacío dulce, sin barullo mental. Meditar tiene como propósito hacer el “vacío” mental. Pero si aún no logras hacer este vacío mental, al menos no te enfoques en nada dentro de la mente.
Si sientes que algo dentro de ti te compele a salirte cuanto antes del lecho y a abandonar el bello estado: es el ego, que teme a la intimidad y a la fusión energética entre la pareja. El ego muere cuando hay sexo verdadero, unidad, amor, intimidad, interconexión, y todas las cosas buenas de la vida. El ego vive en el sufrimiento, en la separación, y rechaza lo bueno. Así que no lo tomes en cuenta, porque no te quiere bien. A pesar de la compulsión de levantarte y alejarte, mejor relájate, sigue recostado meditando junto a tu pareja, para que el amor les haga evolucionar y superar el ego.
Meditar juntos luego de hacer el amor sin eyaculación, es práctico y conveniente, pero además es el bonito regalo de paz y amor mutuo que el verdadero sexo hace a la pareja. De ese estado emergerán como nuevos.

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