Supongamos que has nacido y vivido siempre en una casa, sin haber salido nunca de ella, ¿cómo podrás saber que existe todo un universo de belleza y diversidad fuera de esa casa? Hasta tu manera de percibir y conocer estará habituada a esa casa, y no podrás saber nada más allá. Creerás que la casa es todo lo que existe: todo estará limitado por esas paredes.
El único modo de conocer la riqueza del universo es salir por la puerta hacia la vida, e incluso deberás quitarte la forma de sobre los ojos —las paredes que esa casa ha creado dentro de tu mente—, deberás conocer e inventar nuevas palabras y nuevos modos, para poder ver las cosas como realmente son —empezando por primero verlas como tú las ves, sin ruidos cognitivos externos.
Así mismo ocurre con tu individualidad. Si no sales de ti mismo a conocer realmente lo que hay afuera, otros puntos de vista, otras maneras, otros universos, otras formas de vida —humanas o no— que deberás asumir con humildad para poder comprenderlas en su verdadera esencia; si no haces todo esto, ¿cómo podrás comprender que el mundo no se reduce a tu punto de vista, que la Tierra no se reduce a ti mismo, a tu propia subjetividad y a todo lo que llevas dentro? Y en última instancia, ¿cómo podrás saber que el universo no se reduce a lo humano, y que hay cosas que existen y todavía no las estás percibiendo?
La puerta para salir de ti mismo es la expresión verdadera; y comunicarte desde la expresión verdadera, hablar de verdad y escuchar de verdad, es el camino para conocer y reunirte con todo lo que no eres tú —incluida tu pareja—, lo cual significa comenzar a ser realmente pleno y feliz. Con la verdadera comunicación inicia lo que se llama trascendencia —vivir en un mundo que no se reduce a ti mismo, y percibir un mundo que está más allá de lo sensible.
Nadie será realmente pleno y feliz hasta tanto logre expresarse y comunicarse realmente, hasta que no sea capaz de trascender su propia individualidad desde su propia individualidad. Nadie amará hasta tanto se exprese y se comunique realmente. Dentro del mapa de lo psíquico, la expresión y la comunicación verdaderas están un paso por encima de las emociones y los sentimientos, y son las potencias que permiten que las emociones y los sentimientos no anden en caos, contradiciéndose a cada paso. La expresión y la comunicación verdaderas son los medios concretos con que cuentas para darle estabilidad y permanencia al amor que nace del buen sexo.
Cuando abandones la casa de tus hábitos —en cualquier sentido que quieras darle ahora a la palabra casa—, te ocurrirá algo semejante a cuando miras la casa en que vives desde perspectivas desacostumbradas: desde una escalera interior, acostado en el suelo, desde una ventana poco acostumbrada, desde el exterior en un ángulo poco común: desde toda perspectiva nueva ves una nueva casa, o en todo caso se te desautomatiza la percepción y recuperas el paraíso de habitar en un lugar nuevo otra vez.
Así mismo con tu propio ser: si te expresas realmente, sales de tu viejo y desapercibido encierro y tienes una visión nueva de ti, e incluso de los demás y de la realidad. Ya no te tendrás sólo a ti mismo como foco de la realidad y del existir, y eso te hará un ser más regocijado, menos automático y menos controlable. Es como empezar a vivir otra vez: es como la muerte y el renacimiento del que hablan las antiguas sabidurías.
Deja tu comentario