La mayoría de las personas conocen el mito de Penélope. Penélope, la esposa de Odiseo (Ulises), es casi unánimemente considerada un símbolo de la fidelidad de la mujer al hombre, sin que importe la circunstancia. Así la ha retratado el arte hasta la actualidad, y así la retrató Homero en la Odisea, como una esposa que, más allá de toda duda o tentación, no cede ante la presión de los Pretendientes, quienes con toda arrogancia afirmaban que Odiseo demoraba mucho en regresar de la guerra de Troya, y que seguramente eso era signo de que había muerto, y por lo tanto ella debía seleccionar a uno de ellos como esposo suyo y nuevo rey de Ítaca.
Al menos esta es la versión del mito de Penélope que Homero selecciona, bien por ser la más aceptada, o bien porque, bien establecido el patriarcado, era necesario un mito de fidelidad femenina como éste, que sirviera de ejemplo para que las mujeres dejaran definitivamente atrás toda idea de culto sexual orgiástico y promiscuo a la Diosa y a la feminidad, y terminaran de adaptarse a la idea de la monogamia.
El mito de Penélope según Robert Graves
Robert Graves, en su libro Los mitos griegos (1968), es de los pocos que analiza el mito de Penélope desde otro punto de vista. Mediante ciertos indicios lingüísticos, etimológicos, mitopoéticos e históricos, llega a conclusiones que difieren de las más aceptadas. Se supone que, según el concepto de iconotropía acuñado por el propio Graves, la versión más conocida del mito de Penélope es una argucia de poder patriarcal para borrar la verdadera sexualidad femenina apasionada y desbordante, y amarrarla únicamente a la procreación y la familia, a la herencia, al apellido y al patrilinaje de la monogamia —que es la única forma de matrimonio aceptable para el patriarcado, sistema social que nació alrededor del cuarto y tercer milenios antes de nuestra era, y dura hasta nuestros días.
Al parecer, cuando Odiseo logró retornar a Ítaca —gracias incluso a las prebendas que obtuvo por mantener relaciones sexuales con otras mujeres como Circe y Calipso—, se encontró con la realidad de que Penélope, en nombre de un matriarcado aún no abolido del todo, había tenido contacto sexual con otros hombres —orgiásticamente con todos los pretendientes a la vez, o “con todos los pretendientes por turno”, dicen Graves y otros. Ante esta “ofensa” sexual a su virilidad, monógama en lo formal pero polígama de hechos, Odiseo —como otro Gilgamesh con la promiscua Ishtar— rechazó a Penélope como esposa.
Un mito como éste, tan peligroso para la ideología patriarcal, debió ser silenciado por el poder religioso (político), o debió ser contado en una versión mucho más aleccionadora, que es la que todos hoy más conocemos desde la literatura homérica, y la que nos ayuda a mantener a ultranza ese prejuicio tan asimétrico de que el hombre puede ser “infiel”, pero la mujer no.
Puede que haya hombres y mujeres a quienes les guste tener una sola apareja estable, e incluso podemos aseverar que, según marchan las cosas hoy en el mundo, la monogamia es estratégicamente conveniente en términos de salud mental y física. Pero decir que la monogamia es una forma de matrimonio que bajó del cielo y es la única “natural”, es un engaño histórico que sólo al Poder conviene —y que Graves desmiente muy bien en los siguientes fragmentos sobre el mito de Penélope.
Lo “natural” en las relaciones no existe: las relaciones son como cada miembro de la relación elija… Eso sí: que todo sea decidido de mutuo acuerdo, y sin cambiar las reglas del juego según cambia el viento, a pura conveniencia egoica y veleidosa.
El mito de Penélope dentro de «Los mitos griegos»
“Las Ménades, en las pinturas de los vasos, tienen a veces los miembros tatuados con un dibujo de trama y urdimbre en forma de escalera de mano. Si sus rostros estaban en un tiempo igualmente tatuados como un camuflaje para la orgía en el bosque, esto podría explicar el nombre de Penélope («con una tela de araña sobre el rostro») como un título de la diosa orgiástica de la montaña; alternativamente, puede haber llevado una red en sus orgías, como Dictina y la diosa británica Goda. El supuesto nacimiento de Pan de Penélope, después de haber dormido promiscuamente con todos sus pretendientes durante la ausencia de Odiseo, indica la existencia de una tradición de orgías sexuales pre-helenas; el pato penélope, como el cisne, era probablemente un ave totémica de Esparta.
[…]
Algunos niegan que Penélope se mantuvo fiel a Odiseo. La acusan de haber tenido relaciones amorosas con Anfínomo de Duliquio, o con todos los pretendientes por turno, y dicen que el fruto de esa unión fue el monstruoso dios Pan, a la vista del cual Odiseo huyó avergonzado a Etolia, después de enviar a Penélope deshonrada a casa de su padre Icario en Mantinea, donde todavía se muestra su tumba. Otros dicen que tuvo a Pan con Hermes, y que Odiseo se casó con una princesa etolia, la hija del rey Toante, engendró con ella a su hijo menor Leontófono y murió anciano y próspero. (Servio: Sobre la Eneida de Virgilio; Pausanias: viii.12.5 y ss.; Cicerón: Sobre la naturaleza de los dioses iii.22.56; Tzetzes: Sobre Licofrón 772, citando a Duris el samio.)
[…]
En ninguna parte sugiere directamente la Odisea que Penélope fuera infiel a su marido durante su larga ausencia, aunque en el Libro xviii.281-3 fascina a los pretendientes con su coquetería, obtiene de ellos regalos y muestra una preferencia decidida por Anfínomo de Duliquio (Odisea xvi. 394-8). Pero Odiseo no confía en ella lo bastante para revelar quién es hasta que ha matado a sus rivales; y su madre, Anticlea, demuestra que hay algo que ocultar cuando no le dice ni una palabra acerca de los pretendientes (Odisea xi.180 y ss.) El relato arcaico que hace a Penélope madre de Pan con Hermes, o alternativamente con todos los pretendientes, se refiere, al parecer, a la diosa Penélope y sus primitivas orgías primaverales. Su engaño de Odiseo y su posterior vuelta a Mantinea, otra fábula arcaica, son un recuerdo de la insolencia de él al obligarle a acompañarle a Ítaca, contrariando la antigua costumbre matrilocal”.
(Tomado de Robert Graves: Los mitos griegos.)
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