Pocos se animan a hablar de masturbación, y menos de masturbación femenina. Y de los pocos que se animan a hablar de masturbación femenina, son menos los que aportan algo realmente valioso, más allá de estereotipos porno y juguetes sexuales. Sobre masturbación femenina hay que hablar, pero hablar cosas que valgan la pena. No se trata del mero hecho de hablar de que la mujer se masturba (cosa que hoy en día es un secreto a voces), ni mucho menos de que la masturbación en la mujer sustituya la penetración, porque al fin y al cabo, como dice la madre de Betty Dodson: ni la mano ni los juguetes sexuales se pueden comparar con la cosa real.

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La masturbación femenina según Betty Dodson

La obra realizada por la escritora norteamericana Betty Dodson es tan transgresora y tan cautivadora a la vez (especialmente en lo que se refiere a la masturbación femenina), que ni siquiera sus célebres coterráneos Masters & Johnson pudieron resistirse a comentarla. En La sexualidad humana (Masters, Johnson & Kolodny, 1987), en la sección dedicada a la vulva y la vagina, los autores reproducen algunas de las pinturas de la vulva realizadas por Dodson, y comentan:

“Los dibujos de los órganos genitales femeninos realizados por Betty Dodson no solo reflejan su perspectiva artística, sino también la opinión feminista sobre la importancia de que las mujeres acepten su anatomía sexual como un atributo positivo y como una fuente de placer, no como un motivo de vergüenza”.

Así es. Vergüenza es lo único que no tiene Betty Dodson con respecto a su sexualidad y sus genitales. Siempre es grato leer algunas páginas de su Sexo para uno, libro demoledor de tabúes si los hay, desde los más suaves hasta los más fuertes. Independientemente de si se comparte o no la gran pasión que la autora siente hacia la masturbación, o su creencia en la reencarnación, la experiencia de liberación de la sexualidad femenina es algo que se agradece mucho al texto. Sexo para uno es pionero en publicar confesiones sexuales femeninas sorprendentes, desde el inicio hasta el final. El feminismo ha tenido sus logros, a veces realmente revolucionarios.

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Anécdota sobre una orgía de masturbación femenina

Dodson no sólo se ocupa de explicar detalladamente técnicas de masturbación femenina, sino que además siempre añade anécdotas reales de su propia vida, o de las tantas que le escribían sus seguidoras. El denominador común de estas anécdotas sobre masturbación femenina suele ser la sorpresa al descubrir lo desinhibidas que pueden llegar a ser las mujeres si no se les educa en la represión, o incluso se las educaron en represión. Con frecuencia las anécdotas, bizarras y transgresoras a cualquier edad, incluyen frases como «si mi madre me llega a sorprender…». Pero no por prohibido, las mujeres dejaban de experimentar todo tipo de episodios de masturbación femenina.

En el fragmento que hoy queremos publicar, Dodson cuenta algunas de sus experiencias con uno de sus primeros grupos de terapia sexual a mujeres, de cuando ella todavía estaba tanteando el terreno y buscando posibilidades en la masturbación femenina. A veces las mismas mujeres que venían a por terapia sexual teórica, la sorprendían a ella por el gran nivel de desinhibición innata que mostraban. Nuestra selección de ahora se basó en que en esta sección de Sexo y Mass Media estamos hablando de la Diosa y del Tantra en los medios. Pero el libro completo es muy bueno. Aquí les va el fragmento:

“Les conté mi fantasía de hacer una masturbación de mujeres en común algún día. «Eso suena muy bien. Vamos a hacerlo ahora», dijeron algunas. ¡Me quedé sin habla! Ya estaban preparadas para la masturbación en grupo, pero yo no. Para mí seguía siendo una fantasía. Estuve a punto de desmayarme, hasta que me convencí de que éramos personas adultas, y decidí tomar parte. Puse una vela naranja en el centro y la encendí con una mano temblorosa. Me dio un escalofrío. ¿Había sido una sacerdotisa egipcia alguna vez? De pronto, una voz interior me dijo: «Esto es un antiguo rito de Tantra y tú estás dirigida por una divinidad».

Al principio, la masturbación en círculo era opcional en cada grupo. Pero al quinto año había evolucionado hasta llamarse el rito de la masturbación dirigida, y se convirtió en parte de todas las Terapias. Empezábamos de pie en un círculo, bailando con nuestros vibradores; una visión exótica del erotismo femenino. Yo dirigía al grupo hacia diferentes tipos de estimulación genital, movimientos de la pelvis, formas de respirar y posturas para masturbarse. Una de mis favoritas era ponerme encima del vibrador y luego encima de una almohada. Era fantástico para practicar los movimientos de la pelvis. Luego pasábamos a otras posturas.

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Después de unos treinta minutos decidí conceder tiempo para un recreo erótico. La energía rebotaba en las paredes junto con los suspiros de placer. A las mujeres les encantaba, con o sin orgasmo, ¡porque se daban cuenta de que estaban superando una vida entera de represión sexual en una hora! Habíamos sacado la masturbación del armario más oscuro de la familia nuclear y la habíamos colocado en el Templo del Placer.

Las Terapias me hacían pasar del éxtasis a la agonía. Me preocupaba mucho estar pasándome de la raya, y pensaba a menudo que las mujeres eran demasiado conservadoras y demasiado tímidas para arriesgarse. Pero eso resultó ser mentira. Cada una de las mujeres que entraba en el Templo era una valiente, aunque al principio le hubiera costado quitarse la ropa. A veces me sentía como si estuviera andando por un pantano de represión, con las inhibiciones hasta las rodillas. Tenía que absorber la tensión del grupo y luego soltarla con los rituales del placer. Llegaba al éxtasis cuando miraba a mi alrededor y casi me mareaba por lo que veía.

Me han contado las mujeres que han ido a mis Terapias que más de una vez han dejado a todos asombrados en una fiesta al relatar sus aventuras. También les contaban sus experiencias a sus maridos, con lo que conseguían mejorar su comunicación sexual. Educadores, terapeutas y otras personas han utilizado mi información sobre la masturbación para su propio trabajo con otras personas. Cada una de mis Terapias ponía su granito de arena para acabar con la represión. Los anillos de la energía sexual se extendieron ampliamente, entrando en las vidas de muchas mujeres y muchos hombres con el amor erótico.

Yo también aprendí mucho con los grupos, porque enseñaba sexo a base de sexo. En una estimación aproximada calculé que había guiado a más de mil mujeres en los ritos del orgasmo. Todas ellas eran mis adoradas amantes. Siempre me será imposible describir las imágenes magníficas y la profundidad de mis sentimientos sexuales y emocionales en aquellos grupos. Las Terapias Sexuales nunca dejarán de maravillarme por el poder y la belleza de la energía sexual”.

(Tomado de Betty Dodson: Sexo para uno. El placer del autoerotismo.)

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Anécdotas de la madre de Betty Dodson y la masturbación femenina

Nadie debiera reprimir la masturbación femenina a la edad en que la mujer desee comenzar a hacerlo. Reprimirla le limitará a ella la capacidad de ser plena en la autoexpresión, tal vez convirtiéndola en un ser infeliz a lo largo de toda su vida. La masturbación y el placer son derechos tan importantes y respetables como la alimentación o la libre expresión. A madres y padres que teman abordar este tema, les recomendamos el capítulo 8 «La sexualidad en la niñez y la adolescencia», del libro La sexualidad humana de Masters & Johnson, posiblemente los dos sexólogos más serios y célebres de la historia de la sexología.

Betty Dodson también ha relatado (en el mismo libro que hemos estado citando) algunas anécdotas sobre su relación con su madre y la masturbación femenina. Son vivencias muy interesantes e instructivas, y por eso las transcribimos aquí:

“Fue mi primera campaña telefónica para empezar a poner en marcha la liberación sexual de las mujeres.

Una de esas llamadas fue una conferencia a Kansas —con mi madre. Tenía sesenta y nueve años y vivía sola desde que se quedó viuda hacía algún tiempo. Le pregunté sin preámbulos: «Madre, ¿te masturbas hasta llegar al orgasmo?» Oí un balbuceo y luego un silencio, hasta que al fin contestó: «Pero Betty Ann, ¡por supuesto que no! Soy demasiado mayor para esas cosas».

Inmediatamente me lancé a explicarle la relación que existe entre la masturbación y la buena salud. Lo debía hacer, aunque sólo fuera como un ejercicio físico para mantener las paredes vaginales lubricadas, para la secreción hormonal y para tener los músculos del útero en forma. Además, era una manera de relajarse y olvidarse de todo. Incluso sería bueno para su dolor de espalda. ¡Y también podía hacerlo para pasarlo bien!

Esta vez hubo un silencio muy largo. «Pues no sé, cielo. Tiene sentido lo que dices. Siempre tienes unas ideas tan originales, pero creo que tienes razón.»
Cuando volví a hablar con ella dos semanas después, ¡fue maravilloso! Se había masturbado sin ningún problema y había alcanzado el orgasmo. Dijo que lo había pasado bien y que había dormido mucho mejor. Luego se rio y dijo que no se podía comparar con lo auténtico.

Con esa llamada empezó nuestro diálogo sexual, que no había existido en los últimos veinte años. Empezamos a incluir el tema del sexo en nuestras conversaciones. Intercambiábamos información sobre la masturbación y nos contábamos nuestras historias de masturbaciones. Se masturbaba con regularidad cuando era pequeña. Cuando salía con mi padre, a menudo se masturbaba al llegar a casa, porque le habían entrado ganas de marcha. Así se mantuvo virgen hasta la noche de bodas. Después de casada no se volvió a masturbar.

Una sorpresa para mí: se acordaba de verme masturbándome en el coche a los cinco años, cuando íbamos camino de California. No se me había ocurrido pensar en el espejo retrovisor y no tenía ni idea de que me hubiera visto. ¿Por qué no me dijo que lo dejara? «Era un viaje muy largo —me explicó—; lo estabas pasando muy bien, y yo no quería molestarte.» Por su propia experiencia, recordaba la masturbación como un placer sano. Se lo agradecía de verdad. La quería mucho. Había sido educada por una madre orgásmica”.

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El Amor Sexual y la masturbación femenina

Quizá quien ha llevado más lejos la masturbación femenina o el «cultivo sexual en solitario» en la mujer, ha sido Betty Dodson. Ha llevado tan lejos esas técnicas de masturbación femenina y masculina, que la práctica ha terminado por llamarse «masturbación trascendental», tal vez a semejanza de lo que Maharishi Mahesh Yogi llamó «meditación trascendental» (MT). Y por cierto que las mujeres gozan de lo lindo cuando aplican las técnicas de masturbación femenina sugeridas por Betty. ¿Quién puede negar eso o ponerle objeciones? Por favor, ya es hora de que las mujeres gocen sexualmente sin la menor medida, siempre que las prácticas no se conviertan en algo destructivo desde el punto de vista físico, psíquico, mental o espiritual.

Independientemente de si nosotros apoyamos la sexualidad en solitario o no (porque nos parece que el intercambio de energías femeninas y masculinas en el acto sexual es imprescindible), respetamos la obra de Dodson, que es de lo más seria. Por ejemplo, no dejaríamos de recomendarla a quien no tenga pareja. En cualquier caso es preferible la masturbación femenina que la promiscuidad, que sí que suele ser destructiva en la mayoría de los casos. De hecho ni siquiera recomendamos los chats eróticos, que promueven un tipo de masturbación femenina y masculina que tiende a ser destructiva o enajenante.

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En muchos escritos (algunos de los enlaces ya los hemos ido insertando en el presente artículo) hemos dado la visión que tenemos sobre la masturbación femenina en Amor Sexual. Se puede resumir así: que la mujer se masturbe todo lo que quiera siempre que desee hacerlo, ya que a fin de cuentas ella básicamente no pierde energía en eso, y puede que gane en sensibilidad. Eso sí: la masturbación femenina no debe reemplazar el sexo con penetración, es decir, con penetración del pene. No aconsejamos el uso habitual de juguetes sexuales para la masturbación femenina.

Y como conclusión decimos esto: la mujer que en el acto sexual goce de todo el placer y los orgasmos que desee, no suele recurrir a la masturbación femenina. Ni siquiera durante el acto sexual ella tenderá a manipularse la vulva y la vagina. Cuando la mujer está gozando a fondo y llegando a orgasmos una y otra vez, no tenderá a darse placer ni siquiera si se lo piden. Simplemente no le interesa, porque ya tiene el máximo placer al que aspira en la vida.

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