(Fragmento tomado de La sexualidad humana, libro de W. H. Masters, V. E. Johnson y R. C. Kolodny.)
“La vagina es un órgano muscular interno que está inclinado hacia arriba formando un ángulo de 45 grados, orientado en diagonal hacia la parte más estrecha de la espalda. Cuando la mujer no se halla sexualmente estimulada, las paredes vaginales contactan entre sí. En una mujer que nunca ha dado a luz, la pared anterior tiene por término medio 8 centímetros de longitud, en tanto que la pared frontal mide aproximadamente 6 centímetros.
El funcionamiento de la vagina supone un espacio potencial que, como en el caso de un globo, puede cambiar de forma y de tamaño. Se contrae o expande, se amolda para permitir el paso del bebe durante el parto y ajusta su tamaño de modo que ciña cómodamente un dedo. [1]
Muchas personas se muestran intrigadas acerca de la relación entre el tamaño de la vagina y la gratificación sexual. Puesto que este órgano se adapta igualmente bien a un pene grande que a otro más pequeño, es muy raro que las diferencias de tamaño entre los respectivos órganos sexuales del varón y de la mujer acarreen dificultades sexuales. A raíz del alumbramiento, la vagina suele ensancharse moderadamente y pierde elasticidad. Algunos especialistas de renombre consideran que los ejercicios para reforzar los músculos que aguantan la vagina mejoran esta anomalía y promueven gradualmente la respuesta sexual (Kegel, 1952; Kline-Graber, 1978)”. [2]
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[1] Pese a sus cualidades de adaptación y contracción, la vagina humana no puede «enganchar» el pene durante el coito e impedir la separación del miembro. En los perros existe una especie de «cierre» intravaginal, pero se debe principalmente a la expansión del glande o cabeza del pene.
[2] Los «ejercicios de Kegel» se llevan a cabo contrayendo los músculos pélvicos que sostienen la vagina (en especial los músculos pubococcígeos y bulbocavernosos). Son los mismos músculos que intervienen cuando la mujer cesa en la micción o cierra la vagina contra un objeto insertado en ella, sea un tampón, un dedo o un pene erecto. Se contraen con firmeza los músculos por espacio de uno o dos segundos y a continuación se distienden; se repite el proceso en series de diez contracciones varias veces al día para obtener los máximos resultados. Además de fortalecer las contracciones musculares, estos ejercicios pueden mejorar la sensación de autoconocimiento de la mujer. En la actualidad no es tan seguro que dichos ejercicios faciliten realmente la sensibilidad sexual.
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