«Entre todos los primates, el varón humano tiene,

con mucho, el pene más largo —mucho más largo incluso

que el del gorila, a pesar de que éste es un primate que tiene

una masa corporal tres veces más grande que la del hombre.

El grosor del pene normal proporciona un placer extremo

a la hembra».

HELEN FISHER, THE SEX CONTRACT

­En su libro Sexo para uno, la célebre sexóloga Betty Dodson hizo un comentario que evidencia un síntoma de superación con respecto al prejuicio femenino sobre el tamaño del pene. Decía Dodson:

«La primera vez que me compré un pene de plástico en un sex-shop, media casi treinta centímetros, pero nunca usé más de la mitad. Las boutiques del sexo para mujeres ya no venden esos tamaños, porque a las mujeres cada vez les gustan más pequeños. El que más se vende tiene entre diez y quince centímetros, que es el tamaño medio de una polla» (Betty Dodson. Sexo para uno).

Es decir, con el auge inicial de las sex-shops, las mujeres se lanzaron detrás del viejo mito del pene grande: se compraban consoladores y vibradores enormes, lo más grande posibles. Pero la práctica, que es la mayor desmitificadora, ha demostrado que eso del pene grande no es más que un prejuicio muy viejo, y luego las mujeres ya no compran esas tallas, porque han terminado por comprender que lo que realmente importa es que el hombre haya aprendido a hacer bien el sexo con su propio pene, sea del tamaño que sea.

El tamaño del pene es una cuestión relativa. Es cierto el refrán que en tono humorístico dice que lo que importa no es el tamaño del pene, sino lo que el hombre aprenda a hacer con él. Los prejuicios que hemos tenido hasta ahora con respecto a la falta o exceso de tamaño de los genitales, se deben a la falta de conocimiento para hacer el amor, y a la insatisfacción sexual y demás problemas de pareja que ello crea.

Estos traumas últimamente han llevado a muchos hombres del mundo a “mejorar” su pene quirúrgicamente, sólo para luego comprobar que nada han resuelto con eso. Tanto las dudas del hombre como las de la mujer con respecto a la aptitud de sus genitales para el sexo, nacen del fracaso del sexo habitual, provocado por un desfasaje que debiera ser obvio: él llega demasiado rápido, cuando ella aún no ha comenzado. Ésta es la realidad del 95 % de las alcobas, aunque pocos lo admitan o lo confiesen. Esto ninguna cirugía lo arregla. Sólo aprender a amar es la solución.

Para borrar para siempre los miedos con respecto al tamaño de los genitales, el hombre debe mantenerse haciendo el sexo el tiempo suficiente, sin irse antes de tiempo, para lo cual debe aprender a controlar voluntariamente su eyaculación. Si él no derrocha su energía seminal eyaculando innecesariamente, ganará gran poder orgásmico, que es lo que todo pene en realidad necesita. Un pene con suficiente poder orgásmico nunca es corto o delgado, y nunca encuentra “ancha” a la vagina. El pene que mediante entrenamiento desarrolla poder orgásmico, siempre es apto para su misión principal: llevar a la mujer y a sí mismo al gozo sexual, a los orgasmos y al amor.