¡Sus ropas ligeras dibujan los contornos de
sus graciosas nalgas, cual nubes transparentes dejan divisar
la dulce imagen de la luna! Loadas sean estas tres perfecciones:
¡sus ropas ligeras, sus graciosas nalgas y mi amor!
LAS MIL Y UNA NOCHES, NOCHE 671
Nadie duda que uno de los mayores atractivos femeninos son las nalgas. El balanceo de las nalgas femeninas al caminar, la hermosa protuberancia que hacen las nalgas incluso sin estar caminando —simplemente estando la mujer de pie o sentada—, parecen no tener otra función que la de llamar la atención y atraer el cuerpo hacia el acto sexual. Y así es en efecto: hasta la ciencia lo ha demostrado: las nalgas femeninas no tienen otra función que la de ser un gran atractivo sexual —un atractivo sutil y exquisito, como pronto veremos. De hecho, las nalgas de la mujer forman en conjunto uno de los rasgos distintivos de nuestra evolución como especie. Por cierto que las nalgas femeninas han estado llamando la atención desde haces cientos de miles años. Jamás se ha visto algo tan bonito como las nalgas femeninas —en conjunto con los pechos femeninos, y la hermosa vulva.
Por supuesto, no nos estamos refiriendo a “un tipo” de nalgas femeninas. Eso es absurdo: la mayor belleza, incluida la belleza de las nalgas, está siempre en la diversidad. Es absurdo establecer cánones de belleza con los que no cumplen el 99 % de las mujeres —que luego tendrán que correr a la sala de cirugía, y pagar grandes sumas para construirse mediante “lipoescultura” unas nalgas como las de fulana de tal. Nada de esto hace falta: todas las nalgas son preciosas tal como son, y no necesitan parecerse a otras.
La imaginería popular no deja de asociar el atractivo de las nalgas con el sexo anal. Puede ser así; aunque no necesariamente. El buen sexo anal es una maravilla orgásmica que la mujer adora —siempre que su hombre haya aprendido a controlar su eyaculación, es decir, haya empezado a hacer el sexo bien. Pero la seducción de las nalgas no necesariamente atrae solamente hacia el sexo anal: las nalgas femeninas embellecen toda la región baja del cuerpo de la mujer, llamando a voces a toda clase de sexo y no sólo al anal.
La ciencia y la belleza de las nalgas femeninas
En su libro The Sex Contract, comentaba Helen E. Fisher —quien desde hace tantos años aboga por la emancipación multiorgásmica femenina— algunas cuestiones en torno a las nalgas y los senos femeninos, desarrollando la idea de que la sexualidad ha jugado un papel fundamental en la evolución humana:
“Como coronación del proceso [evolutivo], la naturaleza ha dotado físicamente a la hembra humana con unas pocas cualidades sexuales de tipo inusual. Todas las mujeres adultas del mundo tienes senos. Estos se desarrollan en la pubertad, tal como los depósitos de grasa en sus nalgas, y ambos atributos distinguen universalmente a la mujer del hombre. […] Ella tiene senos, nalgas salientes, un cuerpo suave, una barbilla sin pelos, una voz aguda, y una vagina rotada hacia delante. Y además, ella es una flirteadora nata. Todo despierta el sexo. ¿Por qué la naturaleza ha sido tan generosa con las mujeres —y con los hombres? La respuesta permanece en lo profundo del borroso pasado —cuando nuestros ancestros se convirtieron en atletas sexuales para poder sobrevivir”. (Helen E. Fisher: The Sex Contract. The Evolution of Human Behavior.)
El etólogo inglés Desmond Morris —en su excelente y controvertido libro El mono desnudo—, al referirse a las nalgas salientes como rasgo evolutivo de la hembra humana, estableció además una interesante relación entre las nalgas y los senos, y entre los labios y la vulva. Escribe Morris:
“Si observamos las regiones frontales de la hembra de nuestra especie, ¿podemos descubrir alguna estructura que sea posible remedo de la antigua exhibición genital de las nalgas hemisféricas y de los rojos labios? La respuesta aparece con la misma claridad que el propio pecho de la hembra. Los senos protuberantes y hemisféricos de la hembra son, seguramente, copia de las carnosas nalgas, y los vivos y definidos labios rojos de la boca deben de ser una réplica de los de la vulva”. (Ver la cita completa.)
Morris ha dicho además —y no lleva poca razón en eso— que en casi todo el mundo hay mujeres que usan zapatos de tacón alto, o zapatos altos en general, con el objetivo expreso de que, al caminar, sus nalgas se muevan aún más de lo que lo hacen ya de modo natural. Esto es algo que podrías comprobar hoy mismo en la calle. Hoy en día la cuestión ha llegado a extremos ridículos de Mercado y moda: los tacones y las plataformas de los zapatos femeninos a veces son tan altos, que la mujer prácticamente no puede caminar; con lo que el de mover más las nalgas queda supeditado a la tontería de usar los zapatos de moda. El Mercado y la publicidad, como siempre, se aprovechan de la energía sexual, la quitan del acto sexual, y la reorientan a las compras consumistas. Por suerte esto no está generalizado —o todavía no está generalizado, pero está en vías de generalizarse (si es que no hacemos algo a tiempo).
Evidentemente no es sólo imaginación popular y buen ojo. Hasta la ciencia lo sabe. Las flores son hermosas, el canto de los pájaros es un concierto exquisito, los árboles dan vida al mundo, no hay nada tan bello como una puesta de sol sobre el mar… Pero para el ser humano, las nalgas femeninas son un precioso llamado de atención sexual, que da belleza a todo lo demás.
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