Nacer mujer es el don más grande —aunque esto hasta hoy todavía no haya logrado ser del todo real. Todos los bienes nacen del amor exquisito de la feminidad. Cuando el placer generado por el pene dentro de la vagina crece mucho y se hace sutil y constante, el pecho de la mujer vibra de amor, se unifican en ella el amor físico y el amor espiritual, y la pareja vive el sexo y la vida como un delicioso romance. Ésta es la feminidad realizada, hecha realidad. Cuando la feminidad está realizada, el hombre también se realiza con ella.
El amor del cuerpo de la mujer lo purifica todo; no hay problema que quede en pie cuando la mujer y el hombre entran en el amor y la feminidad de la mujer. Sólo que a este amor y a esta feminidad hay que hacerlos realidad en el sexo. ¿Cómo? Yendo cada vez más profundo en el sexo. El sexo profundo es el camino práctico para que la mujer y el hombre se den un gran baño de purificación en el amor de la mujer. Todo este sitio web habla de cómo ir cada vez más profundo en el sexo.
La mujer no solamente es un jardín perfumado; ella en realidad es mucho más que eso: ella es el Jardín del Edén, ella es el paraíso, tanto para ella misma como para el hombre. La puerta que abre hacia el paraíso se encuentra en la mujer —que es también la puerta a través de la que todos entramos en la existencia. No existen sobre la Tierra bienes más preciados que los que la mujer entrega en un acto sexual profundo y amoroso. Si vamos a buscar otros bienes, es porque aún no hemos podido alcanzar los bienes de la mujer.
Si tú has tenido pareja, ya te habrás dado cuenta de lo siguiente: la mujer crea como una dimensión en que la pareja vive; eso es lo natural; la mujer es como el espacio espiritual en que la pareja habita. La pareja vive en amor si la mujer siente amor, pero vive en dificultades si ella no siente amor —esto último es lo que casi siempre pasa. Incluso los problemas dentro de esta dimensión del amor de la feminidad no son más que un reclamo del amor que falta. Las mieles tan exquisitas de la feminidad se ponen rancias si no son cosechadas y disfrutadas a tiempo por la mujer y el hombre en un acto sexual profundo.
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