Es probable que la primera científica en abordar públicamente el tema del poder multiorgásmico de la sexualidad de la mujer, haya sido Virginia Johnson —la mitad femenina de ese célebre binomio de sexólogos conocido como Masters & Johnson. No obstante, desde entonces hasta hoy, las cuestiones sexuales no han sido mucho mejores para la mujer. Un enorme por ciento de mujeres no sólo no conoce el orgasmo múltiple, sino que ni siquiera conoce el orgasmo simple, más allá de la palabra.
Es totalmente cierta la frase de la antropóloga Helen Fisher que usamos como título del presente escrito: “Todas las hembras humanas son fisiológicamente capaces de tener orgasmos múltiples” (H. Fisher: «The Sex Contract»). Si la mujer hoy en día ha llegado a desinteresarse del tema o a no creer que ella pueda tener orgasmos múltiples, es porque ella se ha cansado de esperar por el hombre, y porque lógicamente ella no sabe bien de qué le estamos hablando y las profundas implicaciones que esto tiene para ella. Es paradójico, pero sólo cuando los experimente, es que la mujer sabrá lo que implican los orgasmos múltiples en su bienestar y su plenitud.
De hecho, no sólo las hembras humanas tienen esta gran capacidad orgásmica: también las hembras de muchos animales —como la propia Fisher ha explicado y ejemplificado con investigaciones. A pesar de todo, desde este punto de vista la mujer está realmente en ventaja. Se han hecho estudios que demuestran la capacidad orgásmica de algunas hembras de animales. Y a ellas sí que les va peor: jamás llegan a un orgasmo siquiera, porque los animales machos sólo las usan para eyacular lo más rápido posible. En realidad se trata de un lastre evolutivo que también el hombre debe superar.
Hay que reiterar que si la mujer no conoce hoy en día el multiorgasmo, ello no se debe a que ella no sea orgásmica y multiorgásmica. Se debe a que el hombre no ha aprendido a mantener a raya su eyaculación el tiempo suficiente como para que la mujer venga al orgasmo todas las veces que quiera o pueda. Que el hombre aprenda a controlar su eyaculación no garantiza el orgasmo para la mujer. Hay otros factores, pero el control eyaculatorio masculino es el más importante de todos. Se puede decir que, en la inmensa mayoría de los casos, la supuesta anorgasmia de las mujeres es un problema más del hombre que de la mujer. Si el hombre aprendiera, las cosas ocurrirían de otro modo.
Factores para el orgasmo múltiple
Como hemos comentado en otras ocasiones, que una mujer llegue a uno o más orgasmos —o en cambio no llegue ni siquiera a uno—depende principalmente del control eyaculatorio del hombre, aunque de modo secundario depende de muchos factores más: depende del nivel de felicidad o estrés que la mujer esté viviendo, de la hora del día y el nivel energético, de su estado de ánimo o de salud, del grado de comunicación real que tenga con su pareja, de su nivel de apertura emocional y de confianza, del nivel de intimidad real con que se esté haciendo el amor, de su gusto y de sus necesidades, de su nivel de nutrición adecuada, del momento de su ciclo sexual en que ella esté, de si teme o no quedar embarazada, del contexto emocional y físico en que se esté haciendo el amor, de si hace 5, 10, 20, 30 o más minutos que su vagina fue penetrada, de si el hombre está “bombeándole” mecánicamente la vagina, o en cambio el pene está haciendo dentro de la vagina los movimientos adecuados…
La cantidad de orgasmos que una mujer puede tener varía, pero la capacidad fisiológica femenina para el orgasmo múltiple está clara. Y no se trata meramente de contar orgasmos por matemática o de aburrirse porque el hombre “no acaba de eyacular” para dar por concluido un coito largo pero insatisfactorio. En realidad se trata de que la mujer necesita los orgasmos, orgasmos de amor, para que su sistema funcione bien en todos los niveles —físico, emocional, mental y espiritual. El amor y la realización están más allá del orgasmo, pero pasan a fondo por el orgasmo. Bendito sea el orgasmo múltiple femenino.
Deja tu comentario