Si juzgas a las mujeres por el tamaño de los senos, luego tendrás que aceptar que te juzguen por el tamaño del pene. Ambos estándares son igual de falsos. Pero si eliges uno, eliges los dos, y luego tendrás que agrandar el pene o agrandar los senos con plástico.
El tamaño de los senos no importa, y tampoco el tamaño del pene
Todos los senos son diferentes —al igual que todas las vulvas y vaginas, todos los ombligos, todas las facciones del rostro, y en general todos los cuerpos de mujer. Todos los senos femeninos son exquisitos y encantadores en su originalidad.
Lo mismo hay que decir del tamaño del pene o de su forma: está estudiado incluso científicamente (ver escritos de Masters & Johnson y de Helen Fisher) que el pene del hombre es suficiente para complacer a cualquier mujer, independientemente de su tamaño, forma o color. Lo demás son prejuicios y programas mentales que mucho daño hacen y a nadie dan felicidad.
Cada una de las formas de los pechos de mujer: los bulbos, los pezones, las areolas, cada una de sus dimensiones, pequeñas, enormes, voluminosas, delicadas como sean, distintos entre sí como sean, siempre inventan las leyes de la belleza para sí mismas, y así siempre los senos de cada mujer son bellos y perfectos tal como son.
Los senos desiguales son igualmente preciosos
Los senos son la expresión física del amor que hay en el pecho de cada mujer: los senos son el amor materializado en delicadas formas (tal como dice el Vigyan Bhairav Tantra). Por eso son tan adorables, cualesquiera que sean sus dimensiones y formas. No malinterpretes aquel verso famoso que dice que los senos son como “gemelos de gacela”. Los senos desiguales son la norma, no la excepción. Ninguna mujer tiene los dos senos iguales, y eso también es precioso.
Operar los pechos, implantarles cuerpos y sustancias extrañas para hacerlos parecer más grandes o duros, pretender que no lucen bien tal como son, es, primero que todo un error de percepción que resulta de tener el cerebro lavado por los medios y las cada vez más peligrosas modas, y finalmente, es una agresión sutil pero grave contra el amor de la mujer.
El tamaño de los senos no importa, ni su forma. Ten sentido común y amor por la vida y, seas mujer u hombre, deja los pechos tal como son y ámalos tal como son. Esos dos corazones que la mujer lleva en el pecho laten de amor, gozo y ternura cuando se les adora con la inocencia de un bebé que lacta, aprecia y no juzga.
