El siguiente fragmento ha sido tomado del Brihadaranyaka Upanishad, uno de los más de cien Upanishads que existen. Este Upanishad resulta muy interesante, debido a que describe el surgimiento del mundo sensible como un resultado del impulso sexual del dios por abrazar a la diosa proteica —la Maya Shakti de que habla el Tantra—, luego de que ambos han surgido a partir de la división de una divinidad andrógina.

Éste es exactamente el mismo origen del ser humano que narran los famosos pasajes del Génesis bíblico sobre la creación, primero, del andrógino (Gn. I:26-28), y luego su separación en varón y hembra (Gn. II:21-25) —si es que el Génesis es asumido como Bereshit, es decir, si es correctamente leído según la Cábala, tal como lo hace el Zohar, que es, con mucho, el más importante libro cabalístico judío. Por supuesto, si el Génesis es leído según sus traducciones habituales a lenguas occidentales, sólo tendremos una versión empobrecida del mito de creación del ser humano, según la cual primero se crea a Adán, y después a Eva. Esta última “versión” no tiene nada que ver con la que narra este Upanishad —salvo en el hecho de que, en ambos casos, el judeocristiano y el hindú, la realidad es creada mediante el verbo (“la forma y el nombre”).

Resta decir, para terminar esta nota introductoria, que, según se sabe, los Upanishads son los textos fundamentales a través de los cuales se expresa el Vedanta Advaita, la principal corriente filosófica no-dualista de la India, que identifica el Atman (ente individual) con el Brahman (Ente Universal). De aquí se deduce que siempre que se habla de diosa y dios en los Upanishads, se habla de una derivación aparente de un dios andrógino, y cuando se habla de dioses, estos se identifican absolutamente con el ser humano. Asimismo los procesos ontológicos divinos —incluidos los sexuales— también se identifican con los procesos ontológicos y sexuales del ser humano. Éste es un modo de decir que, si bien —como podrá leerse en el fragmento— el mundo sensible surge bajo la forma de una multiplicidad de disfraces que la diosa se pone para ocultarse del dios, de este mismo modo el mundo cotidiano —en lo material, en lo social, en lo económico, en lo cultural, en lo religioso, etc.— nace y crece impulsado por la búsqueda sexual de la mujer por el hombre, quienes son “las dos mitades de una concha”.

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Este motor sexual creador del mundo es el mismo Eros de la filosofía griega, tomado en su sentido más abstracto, y es también la esencia de la vía tántrica de iluminación, que a través del más profundo acto sexual (maithuna) busca, en un sentido no menos vedántico que el de los Upanishads, trascender la aparente diferencia entre el hombre y la mujer, y entre el ser humano y Dios.

FRAGMENTO DEL BRIHADARANYAKA UPANISHAD

En el principio sólo existía el Ser, en la forma de una persona (purusha). Aquélla miró a su alrededor y no vio nada excepto su propio Ser. Lo primero que dijo fue: “Yo soy”; así fue como, pronunciando su nombre, se convirtió en yo. Por consiguiente, si a un hombre se le pregunta, lo primero que dice es: “Yo soy”, y luego pronuncia el otro nombre que pueda tener, y puesto que antes de esto (“purva”), él (el Ser) quemó (“ush”) todos los seres perversos, así fue como se convirtió en persona (“pur-usha”). En verdad, quien esto conoce, quema todo aquello que intenta anteponérsele.

Tuvo miedo; por consiguiente todo aquel que está solo, tiene miedo. Mas pensó: “Si no hay nadie más que yo mismo, ¿por qué tengo miedo?”

Pero no sintió deleite alguno. Por consiguiente el hombre que está solo no siente nada agradable. En seguida tuvo un deseo, que se hizo tan grande como un hombre y una mujer juntos. Entonces hizo que su Ser se dividiera en dos (“pat”), y de ahí surgió el marido (“pati”) y la esposa (“patri”). Por consiguiente Yagnavalkya dijo: “Los dos somos como las dos mitades de una concha”. Así pues, el vacío que antes existía fue llenado por la mujer. Aquél la abrazó y de este modo nacieron los hombres.

Ella tuvo un pensamiento: “¿Cómo me puede abrazar, si he salido de su mismo ser? Me esconderé”. Entonces se convirtió en vaca; pero él se convirtió en toro y la abrazó. Así pues, de ahí nacieron las vacas. Ella se convirtió en yegua y él en caballo; ella se convirtió en burra y él en asno. El la abrazó y de ahí nacieron los animales de un sola pezuña. Ella se convirtió en cabra y él en macho cabrío; ella se convirtió en oveja y él en carnero. El la abrazó y de ahí nacieron las cabras y las ovejas. De este modo todo lo que existe fue creado en parejas, inclusive las hormigas.

Entonces él supo: “Yo soy en verdad esta creación, pues yo creé todo esto”. De este modo, él se convirtió en la creación; en verdad quien conoce esto, vive en su propia creación

Más tarde produjo el fuego frotándose las manos. De su boca y de sus senos hizo surgir las llamas. Por consiguiente la boca y las manos no tienen vello, así como los senos. Cuando dicen: “Ofrece sacrificios a este dios o a este otro, cada uno de los dioses no es más que una manifestación suya, pues él es todos los dioses. Entonces de la semilla creó todo lo húmedo, esto es Soma. En verdad en este universo todo es, o bien comida, o bien el ser que la come. Esta es la creación suprema de Brahma, pues él hizo surgir a los dioses de su mejor parte, creando lo inmortal de lo que hasta entonces era sólo mortal. Por consiguiente, ésta es su creación suprema. Quien conoce esto, vive en su verdadera creación.

Todo esto no estaba desarrollado todavía. Se desarrolló por medio de la forma y el nombre, para que los hombres pudieran apreciar mejor cada detalle de su creación. El (Brahma o el Ser) penetró hasta el fondo de su propia creación, igual que una cuchilla encaja en una caja para cuchillas, o el fuego en el hogar. El no puede ser visto, pues es el mismo aliento que respiramos. Cuando hablamos, él es el habla; cuando nos detenemos en contemplación, él es la vista; cuando oímos, él es el oído y cuando pensamos, él es la mente. Todo esto no son sino nombres que se dan a las manifestaciones de sus actos. Sin embargo, quien le adora como a una de sus manifestaciones, no le conoce en verdad, pues él está más allá de sus cualidades. Los hombres deben adorarle como el Ser, pues en el Ser todas las cualidades son una. El Ser es la base de todo pues a través de él, todo puede ser conocido. Y al igual que se puede hallar el camino perdido siguiendo las huellas por donde alguien pisó, de igual forma quien tiene conocimiento de esto, encuentra la gloria y se hace digno de alabanza.

(Tomado del Brihadaranyaka Upanishad, Cuarto Brahmana.)

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