Cualquier entidad energética que alguna vez haya sido “negativa” para el ser humano, como quiera que le hayamos llamado según el enfoque —demonio, súcubo, íncubo, añadido psíquico, posesión, trauma, ego, etc., da igual el nombre porque el fenómeno es el mismo—, en realidad forma parte de diversas entidades que existen en la “segunda atención”, es decir, en una dimensión alternativa a la vida de todos los días, desde la cual pueden provocar en la mujer y el hombre posesión sexual y psíquica.
Lo creamos cierto o no, es totalmente cierto y estamos bajo la influencia de esas entidades. Es mejor volvernos conscientes de ellas —en la vida diaria y a través del ensueño—, para poder manejarlas en vez de que nos manejen. En realidad no necesariamente son seres más evolucionados que el ser humano. El problema está en que el ser humano ha perdido el nivel de conciencia que alguna vez le permitió vivir también en esa dimensión a la vez que en la cotidiana. Ese es su punto débil del ser humano frente a esas entidades.
La diosa femenina frente a la posesión psicoemocional
Salvo alguna que otra especie que nos use con frecuencia como hospederos, muchas de esas especies de entidades inorgánicas no tienen nada especial en contra del ser humano, más allá de nutrirse de nuestra atractiva energía consciente. La mujer, como ser femenino y receptivo, es más vulnerable que el hombre a la posesión de esas entidades. No es que ella sea «mala» o algo así. Lo que ocurre es que sencillamente es más vulnerable. Ella es el polo vulnerable de nuestra especie.
Sobre esto hablan los mitos de Eva, y muchos más mitos similares de la mitología universal. La mujer debe aprender a no ser vulnerable a esas entidades y posesiones, a las que es más propensa durante cambios hormonales de su ciclo. El hombre no debe culparla ni demonizarla a ella, sino consagrarse en ayudarla a superar eso. Ella no quiere ser así. Es sólo el karma de nuestra especie, que, como veremos, el hombre también deberá aprender a enfrentar a su modo.
Además ocurre la paradoja conocida de que, mientras más a fondo el hombre ame a la mujer —en el sexo y en la vida diaria—, más la conecta a ella con su interior complicado y repleto de una antigua negatividad, de un viejo y rancio amor-odio, y entonces más ella le muestra a él su ser real, el que no le muestra a nadie, para bien y para mal. Superar eso es una de las pruebas más grandes para la mujer y el hombre en el camino sexual.
Liberarse de esas cosas puede ser bastante difícil de lograr, y a estas alturas puede que sea imposible para algunas personas, dado el nivel de extravío, inconsciencia y posesión de nuestra especie. Más bien pareciéramos compelidos a destruirnos a nosotros mismos. Pero eso es una ilusión. La extraña manía del ser humano de actuar contra sí mismo, nace de la posesión, de algo que está en nosotros sin ser nosotros mismos. Esa es la explicación del absurdo humano de destruir lo que le da vida: no es él, son entidades que no pertenecen a nuestro mundo y no lo aman.
La inmensa mayoría de los seres humanos son hoy marionetas inconscientes de esas entidades, que actúan sobre el mundo a través del cuerpo físico del ser humano, usurpando su voluntad, su mente, su poder sexual, y entorpeciendo su percepción y su cognición. Pero no se trata de que el ser humano quiera que las cosas sean así. Sólo es inconsciente de la verdad, incluido el componente de creer que todo esto que estamos diciendo es un mero chiste.
El héroe masculino frente a los demonios sexuales
El hombre que está aprendiendo a controlar su eyaculación, en algunos momentos tendrá que vérselas frente a frente con entidades como esas, de tipo sexual, tanto en la vigilia como en el sueño. En la vida diaria alguna vez él se enfrentará a potencias que dentro de él intentarán desviarlo de su propósito de hacer ascender su energía sexual, tentándolo de mil maneras para que expulse el semen en vano y pierda el camino.
Y en la “dimensión de los sueños” el hombre se enfrentará a entidades que intentarán forzarlo a eyacular para beneficio de ellas y no de él mismo ni de la mujer. En las tradiciones del mundo estas entidades tienen diversos nombres y formas, pero al hombre en principio se le aparecerán en sueños bajo formas más o menos conocidas por él, hasta que él aprenda cómo enfrentarlas sin dejarse manipular por sus promesas de placer egoico. Puede que entonces se le muestren bajo su verdadera apariencia, que no es humana. No hay que temer. En primera: no te va a ocurrir nada que no te esté pasando ya ahora mismo. Y en segunda, el héroe que hay en ti sabrá perfectamente qué hacer para superar a esas entidades que en realidad son inferiores a nosotros, salvo en su ventaja de ser “invisibles” para nosotros, ventaja que en esa circunstancia no tendrán.
Las tradiciones de conocimiento sexual por supuesto que hablan de estas cosas, cada cual en sus propios términos. La tradición de la Kabbalah se refiere a estos “demonios sexuales” con el nombre de Lilims, hijos de Lilith, que buscan provocar la eyaculación del hombre durmiente mediante sueños eróticos, para usar esa potencia sexual masculina y reproducirse, a cambio de generarle a él poderosísimos orgasmos eyaculatorios. En la tradición vedántica y tántrica, los “demonios” de los chakras inferiores se llaman pisachas si son masculinos, y pisachinis si son femeninos. Muchos toman como broma aquellos poemas del Soundarya Lahari en que el gran Shankara conjuraba a esos demonios que tienden a poseer los centros sexuales del ser humano.
El héroe libera a la dama, y la dama lo premia con su amor puro
El héroe que libera a la dama de cualquier posesión maligna, es dentro de la tradición europea el arquetipo del hombre que por amor atraviesa todos los infiernos de la mujer. Esta es la verdad bajo los mitos hebreos que dieron origen ideológico a la cultura europea judeocristiana. Eva y Adán son estados de conciencia: el ser humano antes de caer en la posesión de las entidades. Sólo en la tradición medieval posterior, Eva y Adán se convirtieron en mujer común y hombre común, incapaces de ver cómo la dinámica sexual y psicoemocional entre ellos engendra un mundo de caos y conflictos.
La Kabbalah, el Tantra y el Cuarto Camino te dicen: si vas a eyacular, hazlo dentro de la mujer. De otro modo estás engendrando demonios sin siquiera saberlo. La energía seminal es sumamente poderosa, y creativa para bien o para mal, y no es bueno que nuestro poder creativo sexual se rija por una voluntad que no es de este mundo. Si desde el punto de vista de la mujer el Tantra dice que el mundo surge como actividad innecesaria desde el vacío de la vagina, desde el punto de vista del hombre el mundo surge cuando el disemina su semen en vano, manejado por una voluntad que no es la suya.
Como dicen los cabalistas, para lograr ascender por tu columna hasta el cielo de los ángeles, primero tienes que ocuparte de enfrentar y vencer a todos los demonios que hay en ti. Los tántricos siempre van más lejos, y tal como ocurría dentro de la tradición tolteca mesoamericana, más que alejar a los demonios, los tántricos intentan controlarlos y usarlos como fuente de conocimiento y evolución. Pero para eso hace falta haber vencido primero los desafíos más simples. No es buena idea lanzarse al océano sin partir desde las aguas someras de la playa. Cada cosa ocurrirá a su tiempo, si es que permaneces en el camino. Sólo tú decides hasta dónde llegas.
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