Oh Diosa mía,
Tú vives retirada con tu consorte
En el loto de mil pétalos
Alcanzado luego de romper
Las formas microscópicas
Del poder de la tierra en Muladhara,
Del poder del agua en Manipura,
Del poder del fuego en Svadhisthan,
Del fuego de aire en el corazón,
Y del poder del éter entre los párpados.
[Oh Goddess mine,
You live in seclusion with your consort,
In the lotus with thousand petals,
Reached after breaking through the micro ways,
Of the power of earth in Mooladhara,
Of the power of water of Mani poora,
Of the power of fire of Swadhishtana,
Of the fire of air in the heart,
And of the power of ether in between the eyelids.]
En otro artículo publicamos uno de los poemas de un libro escrito a cuatro manos: el Soundarya Lahari. Uno de los autores de este curioso poemario hindú de más de un milenio de edad, es el filósofo hindú Shankara (788-820 d.n.e.), y el otro autor, se supone que es ¡Ganesha en persona!, quien reveló los textos a través de algún escriba que permanece anónimo —aunque tal vez fue el sabio Pushpa Dhantha quien tomó nota de la revelación.
El poema que publicamos en el presente artículo, el número 9 de los 100 que en total incluye el libro, es precisamente de los que se atribuyen a Ganesha. Así pues, podemos atribuir la autoría de este poema sobre la Diosa que habita con su amante en el blanco-violáceo Loto de los Mil Pétalos (el chakra Sajasrara de la coronilla) a Ganesha en persona —el popular dios cabeza de elefante, hijo de Parvati y Shiva—, o bien proponer que fue Swami Pushpa quien lo escribió, o bien ponerlo como anónimo. Esto lo dejamos a elección del lector. Lo que sí parece ser cierto fue que no lo escribió Shankara, y sobre todo, que éste es un poema en que el Tantra, el Vedanta Advaita y el Raja Yoga se reúnen.
Demonios, exorcismos, y ascenso de la Kundalini
El poema relaciona bellamente a la Diosa con cada uno de los chakras o vórtices energéticos del cuerpo humano. Nótese que el séptimo chakra, el llamado Sahasrara —a pesar de que aquí no se lo nombra—, es el que la Diosa habita permanentemente con su consorte, en la cima de la cabeza. Este poema es, por supuesto, una alegoría del ascenso de la energía básica sexual (Kundalini). Shankara —coautor del poemario— es el fundador del Vedanta Advaita en la forma en que lo conocemos hoy, y en este contexto en particular, ello significa que los dioses y los seres humanos son absolutamente idénticos.
Este texto, y en general todos los textos del Soundarya Lahari, tienen carácter de mantras; es decir, se pueden recitar repetidamente con el propósito de traer a la realidad lo que se describe en ellos, o en cambio disolverlo: a veces, como en el caso del poema de arriba, se busca el ascenso de la energía Kundalini a través de los chakras desde la raíz hasta la corona; pero a veces se puede tratar de un poema que exorciza distintos tipos de demonios sexuales (bhutas, pretas, pishachas o pishachinis [variante femenina del pishacha], y vetalas), o los hay que simplemente buscan el favor de la Diosa, o completar el propósito vedántico de superar la ignorancia cognitiva, y así el devoto logre dejar de autopercibirse como una entidad aparte de la divinidad.
Influencias mutuas entre Tantra y Vedanta
Como ya decíamos, este poemario tiene un inconfundible aliento Vedanta Advaita —a partir de la identificación entre el ente individual (Atman) y el Ente Universal (Brahman). Y no es extraño que así sea, pues Adi Shankara es el fundidor de la forma moderna del Vedanta —comentador de los Upanishadas o Upanishads, el grupo de textos de antes de nuestra era en los cuales el Vedanta se expresa principalmente; en ocasiones, imbricado con lo sexual. Pero no se puede negar que a lo largo de los poemas del Soundarya Lahari también se respira bastante del culto a la Diosa —aunque no explícitamente sexual. Según vemos
El Vedanta —que no es idéntico a Tantra, aunque ambos caminos tienen puntos de contacto— propone este alcance ascendente de la Diosa en el chakra supremo (Sajasrara) mediante una gnosis quizás célibe. El Tantra, en cambio, propone hacer ascender esta Kundalini mediante el trabajo directo con la energía sexual: el Tantra derecho (dakshinachara) lo hace simbólicamente mediante ciertos rituales entre el hombre y la mujer —sin llegar al sexo ritual—, y el Tantra izquierdo (vamachara) lo hace concretamente mediante el acto sexual sagrado (maithuna).
Mircea Eliade dice que el conocimiento y la iconografía tántricos, a partir del siglo VI d.n.e. —y téngase en cuenta que Shankara nació y vivió muy cerca de este auge tántrico— tuvieron influencia en todos los principales caminos espirituales de la India. Dice Eliade:
«Se ignora por qué motivo y en virtud de qué circunstancias [el Tantra] pasó a designar un grandioso movimiento filosófico y religioso que se anuncia desde el siglo IV de nuestra era y toma la forma de una ‘moda’ panindia a partir del siglo VI. Porque se trata propiamente de una ‘moda’; de pronto el tantrismo goza de una inmensa popularidad tanto entre los filósofos y teólogos, como entre los ‘practicantes’ (ascetas, yoguines, etc.), y su prestigio alcanza también a las capas ‘populares’. En relativamente poco tiempo, la filosofía, la mística, el ritual, la moral, la iconografía y aun la literatura se ven influidos por el tantrismo. Se trata de un movimiento panindio porque todas las grandes religiones de la India y las escuelas ‘sectarias’ lo asimilan». (Yoga, inmortalidad y libertad).
El conocido mapa energético de chakras y nadis es 100% tántrico
Gracias a esto, puede decirse que, para el caso de este poema sobre la Diosa alcanzada en el chakra superior partiendo desde el chakra inferior, se trata de una influencia del Tantra en el Vedanta, y no al revés. Una nota al pie del poema —del traductor probablemente del sánscrito a inglés, acreditado como P. R. Ramachander— describe el mapa energético del cuerpo humano según el Tantra, si bien lo adjudica al Raja Yoga:
“Los practicantes del Raja Yoga creen que justo en la base de la columna vertebral hay un micro nervio llamado Sushumna. Debajo de este se encuentra el chakra Muladhara (el centro energético que es el fundamento último); dos pulgadas más arriba está el chakra Svadhistan (el centro energético del deseo y el ego); encima, justo al nivel del ombligo pero por detrás, se encuentra el chakra Manipura (el centro energético de la joya completa); encima al nivel del corazón pero por detrás está el chakra Anahata (el centro energético de la inmortalidad); encima, en el lado opuesto a la garganta, está el chakra Vishudha (centro energético de la limpieza última); por encima, entre los párpados, está el chakra Agna (el centro energético del orden); y en la cima del cerebro está el chakra Sahasrara (el centro energético de los Mil Lotos). Ellos creen que los pensamientos maléficos del ser humano se asientan en el chakra Muladhara bajo la forma de una serpiente llamada Kundalini… Si el devoto logra despertar a esta serpiente y conducirla a través de cada uno de los centros energéticos anteriormente descritos, paso a paso hasta hacerla llegar al chakra Sahasrara, alcanza la redención final y percibe la verdad definitiva detrás de todo”.
Es una descripción acertada del mapa energético del cuerpo humano y su funcionalidad. El único problema de esta descripción —acertada en lo puramente descriptivo— no es haber adjudicado este mapa al Raja Yoga y no al Tantra, sino el haberle quitado el sentido práctico tántrico y haberle dado un enfoque mitológico o folclórico. En realidad el mapa de chakras es una realidad sutil, o cuando menos una simbología de los diversos estados de conciencia que adquiere el ser humano a medida que acreciente su nivel de energía y su conciencia. Esto se realiza poderosamente mediante el manejo adecuado de la energía sexual.
Deja tu comentario