El texto que citaremos a continuación de esta introducción, está constituido por algunos comentarios que el filósofo colombiano Fernando González —también llamado el filósofo de Envigado, o el filósofo de Otraparte—, siempre con su inteligente ironía, en su excelente libro Viaje a pie nos regala acerca de esa curiosa institución sexual denominada según su nombre francés ménage à trois —en español: ‘acuerdo entre tres’, o literalmente ‘hogar de tres’—; es decir, la relación sexual, estable o no, entre tres amantes.
González describe dicha institución sexual, desde el punto de vista de su origen —no sólo en la forma de un coito entre tres, sino en la forma de un arreglo intra y extramatrimonial a manera de válvula de escape contra la rutina sexual—, como una relación necesariamente entre una mujer y dos hombres; éste es el enfoque que, según se dice, sostenían Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre. Pero sabemos que en la práctica el ménage à trois, al menos según se enfoca en la actualidad, también puede ocurrir perfectamente entre dos mujeres y un hombre. Los ménage à trois son una de las más frecuentes formas de sexo grupal representadas por la pornografía, lo cual significa que practicar sexo con más de un amante es una de las fantasías sexuales más comunes en las personas de cualquier género.
Resta decir que el ménage à trois es una maravilla que nadie a quien le interese debiera dejar de experimentar —en la práctica y no en la imaginación. Eso sí, si el à trois resulta ser, como lo enfoca el filósofo en el siguiente fragmento —según una curiosa aplicación de la Ley del Tres: el tercer elemento que resuelve y equilibra la relación entre dos opuestos—, una simple válvula de escape contra la rutina matrimonial del sexo mal hecho, entonces se puede convertir más bien en un círculo vicioso, que puede incluso destruir a una pareja de relación débil o debilitada por el sexo habitual. La novedad siempre correrá a volverse habitual nuevamente.
Esto significa que también al trío sexual o triolismo —troilismo, nombre con el que además se denomina en español a esta práctica— se aplica algo que no dejamos de reiterar: para hacer el sexo con uno, dos, o más amantes, y que la experiencia sea satisfactoria, es necesario aprender a hacer bien el sexo. Haciendo bien el sexo, la cuestión marchará bien, ya sea que lo hagas siempre con una misma persona, o siempre con las mismas dos, o con una habitual y una intermitente, o como sea.
CITA DE VIAJE A PIE, DE FERNANDO GONZÁLEZ
“¿Por qué es tan importante el número tres? A causa de que dos no pueden convivir pacíficamente; es preciso el tercero que sirve, unas veces, para gastar en él el mal humor, y otras, de conciliador.
Esos franceses ingeniosos comprendieron que el matrimonio, la unión de dos, era un absurdo, como lo es una mesa de dos patas. Entonces inventaron el matrimonio de tres: el marido que paga, la mujer y el amigo. Ese es el ménage à trois. ¡Pobre marido que paga, que contempla a la mujer en deshabillé y que sufre por la noche el cansancio de amor de la mujer! ¡Pero el marido es el amigo de otro ménage à trois! Sin el amigo de su mujer, el marido no podría salir de casa y ser el amigo de otra. ¡Qué bella combinación! Sólo a esos ilustres conciudadanos de Raimundo Poincaré podía ocurrírseles arreglar así esta respetable institución que los romanos pusieron bajo la protección del dios Himeneo. ¡Cómo cambian los tiempos! ¿Qué se hizo Himeneo? Ya se ha olvidado hasta el origen de su nombre.
Y un marido francés quiere al amigo de su mujer entrañablemente.
El número tres es pitagórico. El Gobierno se compone de tres, Ejecutivo, Legislativo y Judicial; este último hace un papel triste, el mismo del marido en el ménage à trois; tres son los elementos del universo, aire, tierra y agua.
(Tomado de Fernando González: Viaje a pie.)
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