Los tántricos del Oriente llaman ananda al estado de orgasmo continuo en la vida, o a la felicidad plena que resulta de hacer el más profundo acto sexual posible. En lengua sánscrita, uno de los significados de la palabra ananda es ‘éxtasis’, es decir, la mayor realización del puro placer sexual —algo que sólo es posible si el hombre aprende a controlar su eyaculación.
Los resultados de orgasmos como estos, primero duran un rato luego del acto sexual; pero con cada realización pueden ir durando cada vez más. Y a muy largo plazo el estado orgásmico puede convertirse en un estado de vida. Es uno de los principales propósitos de la sadhana tántrica.
Los resultados de algo tan extraordinario, se manifiestan especialmente en la mujer. Algunos de los resultados del orgasmo pleno y continuo en la mujer son:
– felicidad real sentida en el cuerpo y en el espíritu;
– gozo de vivir, brillo y color en la realidad, poesía en la vida, pasión estimulante;
– expansión y expresión de su ser real, sin represiones, ni durante el sexo ni durante la vida cotidiana;
– más risa y gracia en su vida;
– gozo sexual verdadero, que es la base de todo gozo;
– verdadero interés por el sexo;
– amor real, hacia sí misma y hacia su pareja, y a través de la pareja, amor hacia todo lo que le rodea; capacidad de volverse una con su hombre;
– sensación de ser realmente amada por su pareja, sin necesidad de imaginarlo;
– creatividad, tanto en materia artística como práctica;
– inteligencia real, no mecánica;
– una vida más sensorial y sensual, y menos mental en términos de preocupaciones;
– buena salud;
– prosperidad material, como consecuencia no sólo de un reajuste en la realidad, sino además como consecuencia de la propia capacidad generativa y creativa de la feminidad;
– recuperación de su feminidad en todos los aspectos, incluso en lo que llamamos lógica femenina, es decir, ella comienza a funcionar por amor, y no por motivos que no le son naturales;
– relajación física y psíquica, lo cual no sólo la libera de cualquier estrés, sino que la hace prácticamente inmune a estados de estrés;
– se regenera su magnetismo y su atractivo natural, y también su hechizo y su misterio femenino;
– desinterés por las cosas que realmente no interesan, lo cual significa verdadero discernimiento y guía para su vida;
– belleza física e interior; su cuerpo se desarrolla más que lo que ya lo hizo en la pubertad: los senos le florecen, la mirada y la piel adquieren brillo, frescura, su cuerpo recupera su gracia natural; en su espíritu ella poco a poco experimenta un estado de despertar y claridad que sólo podemos llamar iluminación.
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