No es extraño encontrar semejanzas entre los procesos de sustitución del culto sexual a la Diosa por el culto bélico al Dios, tanto en Grecia como en Egipto, Israel, Mesopotamia y las tierras aledañas. La progresión histórica parece haber sido la misma en todos los casos —e incluso lo mismo ocurrió más allá, geográficamente, durante la invasión de los arios al Indostán.

En los primeros libros y ciclos míticos de esas culturas se verifica la destrucción de templos sexuales, la deslegitimación de los mitos asociados a la sexualidad sagrada y la Diosa, el ascenso y primacía de dioses masculinos, y la implantación de cultos rituales tajantemente separados de todo lo sexual. La escisión forzada entre lo sagrado y lo sexual, y la identificación entre lo sexual y lo demoníaco por un lado, y lo espiritual y lo divino por el otro, comenzó en fecha tan remota y así ha continuado hasta hoy —con honrosas excepciones en algunos lugares.

Por lo general, esos enfoques hegemónicos —resultados de lo que Robert Graves llamó iconotropía: la tergiversación intencionada de la religión (matriarcal) de la región conquistada, llevada a cabo por los practicantes de una religión conquistadora (patriarcal)— son las perspectivas históricas que llegan hasta nuestros días, y constituyen la versión “oficial y objetiva” de lo que conocemos como Historia. Realmente la Historia la escriben los vencedores, y no tiene casi nada de objetiva.

Al parecer, el culto sexual a la Diosa, practicado en esas tierras durante períodos arcaicos, solía ser realizado en cualquier sitio, al aire libro o bajo techo, en recintos especiales o no. A las prostitutas sagradas se recurría como vía de religación (religión) con la Diosa Madre Tierra, lo cual era sinónimo de recuperar un estado de equilibrio físico y mental, y una conexión entre lo humano y lo divino, a través del medio idóneo para ello: el acto sexual con la Diosa hecha cuerpo de mujer en las prostitutas. Sin embargo, la prostitución sagrada es, de hecho, un paso intermedio entre la era aún más remota en que toda mujer era encarnación de la Diosa, y la era patriarcal en que la mujer será una herramienta para el sexo monógamo en pos de la reproducción.

Ya en tiempos de patriarcado —luego del cuarto milenio antes de nuestra era, aproximadamente al inicio de lo que suele llamarse Antigüedad o Edad Antigua, es decir, con el surgimiento de las ciudades y el inicio de la escritura, y por tanto, de la Historia documentada—, lo que quedaba del culto sexual a la Diosa eran templos especiales dedicados a la prostitución sagrada en su nombre, que no tardarían en irse convirtiendo en espacios profanos dedicados a la prostitución ordinaria. La feminidad se dividió, y sus aspectos fueron siendo distribuidos en los diferentes espacios de la ciudad. La que primero fue mujer-Diosa, y luego fue prostituta sagrada, más adelante terminó siendo, por una parte, esposa del hombre y madre de los hijos en el hogar monógamo, y por otra parte, siendo prostituta a secas y fuente del placer que casi nunca está en el hogar.

Some-Enchanting-Evening_Laurie-Lipton

En la Epopeya de Gilgamesh —así como en el Código de Lipit-Ishtar y en el Código de Hammurabi, que otorgan, especialmente el segundo, notables derechos a las prostitutas de templos, muchos más que a las mujeres comunes— se perciben restos de culto sexual a la Diosa y prostitución sagrada. Una de las prostitutas sagradas de Istar (Ishtar) —una harimtu (que es uno de los tipos de prostitutas de la Diosa mesopotamia) que, por supuesto, conocía artes sexuales que convertían el coito en un acto más poderoso que el habitual—, es enviada a civilizar al salvaje Enkidu, quien luego, gracias a esta evolución a través del sexo, se convierte en alter ego y compañero de peripecias de Gilgamesh. En el Gilgamesh, los choques entre matriarcado y patriarcado se hacen tan evidentes como lo son en los ciclos míticos de los argonautas en Grecia, o en la expansión bélica de Yahveh en el Antiguo Testamento, o en el enfrentamiento entre tántricos e hinduistas en la India desde antaño hasta hoy.

Éste que a continuación citaremos, no es el único pasaje del Gilgamesh en que quedan trazas de prostitución sagrada. Hay también otros pasajes interesantes en este sentido, aunque tal vez no tan suculentos como éste. Téngase en cuenta, para cruzar fluidamente a través de la lectura, que el Gilgamesh es un texto épico redactado en el segundo milenio antes de nuestra era —de seguro la epopeya más antigua conocida—, y narra eventos semilegendarios ocurridos durante el tercer milenio antes de nuestra era, hace bastante más de cuatro mil años. Su original se encuentra escrito sobre tablillas de barro cocido, con la típica escritura cuneiforme de las culturas mesopotamias —la acadia, la sumeria, la asiria y la babilonia. La versión más completa del poema suele ser la hallada en la famosa biblioteca del rey Asirio Asurbanipal (o Ashurbanipal).

Y para culminar esta introducción: donde el texto del fragmento dice “ramera” —por obra y gracia de la iconotropía actual—, en cambio ha de leerse harimtu: un sofisticado tipo (hubo varios más) de prostituta sagrada que hacía vida retirada en los templos de Ishtar, y que, como dijimos, era versada en las artes secretas del amor sagrado.

ENKIDU ES SEDUCIDO Y CIVILIZADO POR UNA DE LAS PROSTITUTAS SAGRADAS DE LA DIOSA ISHTAR. FRAGMENTO DE LA EPOPEYA DE GILGAMESH.

TABLILLA I, PARTE 2

[…]

Aruru se lavó las manos, Cogió arcilla y la arrojó a la estepa. En la estepa creó al valiente Enkidu, Vástago de…, esencia de Ninurta. Hirsuto de pelo es todo su cuerpo, posee cabello de cabeza como una mujer. Los rizos de su pelo brotan como Nisabal.

No conoce gentes ni tierra: vestido va como Sumuqan. Con las gacelas pasta en las hierbas, con las bestias salvajes se apretuja en las aguadas, con las criaturas pululantes su corazón se deleita en el agua.

Ahora bien, un cazador, un trampero, se le encaró en el abrevadero. Un día, un segundo y un tercero se le encaró en el abrevadero. Cuando el cazador le vio, su faz se inmovilizó.

Él y sus animales entraron en su casa, transido de miedo, quieto, sin un sonido, mientras su corazón se turbaba, nublado su rostro. Pues el pesar había penetrado en su vientre; su cara era como la de un viajero llegado de lejos.

TABLILLA I, PARTE 3

El cazador abrió su boca para hablar, diciendo a su padre:

«Padre mío, hay un hombre que ha venido de las colinas, es el más poderoso de la tierra; vigor tiene. ¡Como la esencia de Anu, tan tremendo es su vigor! Siempre recorre las colinas, siempre con las bestias se nutre de hierba. Siempre planta los pies en la aguada. ¡Tan espantado estoy, que no oso acercarme a él! Cegó las hoyas que yo había excavado, destrozó mis trampas que yo había puesto, las bestias y las criaturas del llano hizo escapar de mis manos. ¡No permite que me dedique a la caza!»

Su padre abrió la boca para hablar, diciendo al cazador:

«Hijo mío, en Uruk vive Gilgamesh. Nadie hay más fuerte que él. ¡Como la esencia de Anu, tan tremendo es su vigor! Ve, pues; hacia Uruk dirige tu faz. Refiérele el poder del hombre. Haz que te entregue una ramera.[i] Llévala contigo. Prevalecerá sobre él a causa de un mayor poder. Cuando abreve los animales en la aguada, se quitará el vestido, mostrando desnuda su madurez. En cuanto la vea a ella, a ella se acercará. ¡Le rechazarán las bestias que crecieron en su estepa!»

Oyendo el consejo de su padre, el cazador avanzó hacia Gilgamesh. Emprendió el camino, en Uruk puso el pie:

«[…Gilgamesh…], hay un hombre que ha venido de las colinas, el más poderoso de la tierra; vigor tiene. Como la esencia de Anu, tan tremendo es su vigor. Siempre recorre las colinas, siempre con las bestias se nutre de hierba. Siempre planta los pies en la aguada. ¡Tan espantado estoy que no oso acercarme a él! Cegó las hoyas que yo había excavado, destrozó mis trampas que yo había puesto, las bestias y las criaturas del llano hizo escapar de mis manos. ¡No permite que me dedique a la caza!»

Gilgamesh le dijo, al cazador:

«Ve, cazador mío; lleva contigo una ramera. Cuando abreve los animales en la aguada, se quitará el vestido, mostrando desnuda su madurez. En cuanto la vea, a ella se acercará. ¡Le rechazarán las bestias que crecieron en su estepa!»

Lilitu-(Lilith)_La-reina-de-la-noche_Relieve-Burney_XIXa.C

Fuese el cazador, llevando con él una ramera. Emprendieron el camino, yendo rectos en su dirección. Al tercer día al sitio indicado llegaron. El cazador y la ramera se sentaron en sus lugares.

Un día, un segundo día, estuvieron sentados, junto a la aguada. Las bestias salvajes llegaron a la aguada a beber.

TABLILLA I, PARTE 4

Las criaturas pululantes llegaron, deleitándose su corazón en el agua. En cuanto a él, Enkidu, nacido en las colinas, con las gacelas pasta en las hierbas, con las bestias salvajes se abreva en la aguada, con las criaturas pululantes su corazón se deleita en el agua.

La moza le contempló, al salvaje, al hombre bárbaro de las profundidades del llano:

«¡Ahí está, oh moza! ¡Desciñe tus pechos, desnuda tu seno para que posea tu sazón! ¡No seas esquiva! ¡Acoge su ardor! En cuanto te vea, se acercará a ti. Desecha tu vestido para que yazga sobre ti. ¡Muestra al salvaje la labor de una mujer! Le rechazarán las bestias salvajes que crecen en su estepa, cuando su amor entre en ti».

Inanna-y-Dumuzi-practicando-sexo

La moza libertó sus pechos, desnudó su seno, Y él poseyó su madurez. No se mostró esquiva al recibir su ardor. Desechó su vestido y él descansó en ella. Mostró al salvaje el trato de una mujer, cuando su amor entró en ella. Durante seis días y siete noches Enkidu se presenta, cohabitando con la moza. Después que se hubo saciado de sus encantos, volvió el rostro hacia sus bestias salvajes. Al verle, a Enkidu, las gacelas huyeron, las bestias salvajes del llano se alejaron de su cuerpo. Sorprendióse Enkidu, su cuerpo estaba rígido, sus rodillas inmóviles, pues sus bestias salvajes habían huido.

Enkidu hubo de aflojar el paso, no era como antaño. Pero entonces tiene sabiduría, más amplia comprensión. Volvióse, sentándose a los pies de la ramera. Mira a la cara de la ramera, atento el oído, cuando la ramera habla. La ramera le dice, a Enkidu:

«¡Tú eres sabio, Enkidu, eres como un dios! ¿Por qué con las criaturas silvestres vagas por el llano? ¡Ea!, deja que te lleve a la amurallada Uruk, al santo templo, morada de Anu e Istar, donde vive Gilgamesh, perfecto en fuerza, y como un buey salvaje señorea sobre el pueblo».

Mientras le habla, sus palabras encuentra favor, su corazón se ilumina, ansía un amigo. Enkidu le dice, a la ramera:

«¡Arriba, moza! Escóltame al puro templo sagrado, morada de Anu e Istar, donde vive Gilgamesh, perfecto en fuerza, Y como un buey salvaje señorea sobre el pueblo.

NOTAS

[i] Más que con la idea errónea que da el término actual ‘ramera’, se comprenderá mejor qué calidad de prostituta será la que envíe Gilgamesh al silvestre Enkidu, si sabemos que en la Tablilla III de la versión babilónica del poema se dice que Ishtar, en persona, «congregó a las consagradas, las mozas de placer y las rameras del templo». Uruk era una ciudad consagrada a Ishtar, y en ella abundaban las llamadas prostitutas de templo, quienes, según dijimos en la nota introductoria, dentro de cualquier civilización, no sólo la mesopotamia, han siempre poseído conocimientos especiales, que no se reducían a tener un mayor dominio que el resto de las mujeres en cuanto a cultura, danza, o música, sino que alcanzaban a las materias prácticas del sexo. Esto las hacía capaces de practicar un acto sexual mejor que el común y corriente. Piénsese en las hetairas griegas, en las qiyam de al-Ándalus, en las devadasis de la India, o en las geishas de Japón. Gracias a esto se comprende lo especial, intenso y extenso —seis días y siete noches— que será el acto sexual que logre civilizar a Enkidu. El “poder mayor” que permite que la harimtu “venza” a Enkidu con más eficacia que la fuerza o las armas, no es otro que el poder sagrado de lo sexual, encarnado en los encantos y en “la labor de una mujer”. Para un acercamiento más detallado a los ritos sexuales en los zigurats mesopotamios, ver: Nikolas Schreck y Zeena Schreck: Demons of the Flesh. The Complete Guide to Left Hand Path Sex Magic; y especialmente ver: Diane Wolkstein & Samuel Noah Kramer: lnanna’ Queen Of Heaven And Earth.