A casi todas las personas les interesa mucho el sexo anal, pues intuyen que el placer anal es sumamente delicioso. Todos se muestran intrigados con el sexo anal y con la penetración anal —y se mantienen buscándolo en secreto. Y que nadie vaya a creer que la mujer no se interesa por el placer anal: a pesar de las apariencias que la sociedad hasta ahora la obliga a cuidar, la mujer se interesa en el sexo anal todavía más que el hombre, lo cual ya es mucho decir.
El verdadero sexo anal, el sexo anal bien hecho, a la mujer no sólo le gusta: a ella le encanta, y desea sentirlo. Pero no el sexo anal de siempre, sino un buen sexo anal, hecho con una mezcla de pasión, conocimiento y delicadeza. Para empezar: principalmente con delicadeza. En este artículo hablaremos sin tabúes del verdadero sexo anal, daremos consejos prácticos para que la pareja disfrute de una deliciosa penetración anal y logren sentir ese placer anal tan anhelado que muy pocas veces se logra alcanzar realmente. En Amor Sexual tenemos la misión de transmitir el conocimiento del sexo real, que ha quedado olvidado desde hace mucho tiempo.
1) Las mejores posiciones durante el sexo anal para una buena penetración anal
Cualquier posición que la pareja desee o encuentre adecuada y cómoda para la penetración anal y el sexo anal, es magnífica, y no tiene que ser convencional ni parecerse demasiado a otras. Pero téngase en cuenta que mirar la vagina durante la penetración anal es una belleza que no hay que perderse.
Posición frente a frente para hacer el sexo anal y la penetración anal
Esto significa que la mujer no necesariamente tiene que dar la espalda al hombre para que él la penetre analmente. El sexo anal perfectamente se puede hacer frente a frente, gracias a lo cual la intimidad se conserva y el sexo se convierte en compartir una presencia mutua en una región extraordinaria.
Que el hombre tenga a la vista el rostro de la mujer mientras realiza la penetración anal, será una retroalimentación muy conveniente en cuanto al ritmo, la intensidad, y la profundidad de penetración que pueda ser posible cada vez según el erotismo femenino va despertando. Una posición adecuada para lograr esto es, por ejemplo, con la mujer tumbada sobre su propia espalda y las piernas abiertas, no apoyadas las plantas de los pies, sino en el aire, para poder subir las piernas un poco más y presentar el ano debajo de la hermosa vulva —tal vez apoyando las nalgas sobre una almohada o cojín.
Con ella en esta posición y el hombre apoyado sobre sus rodillas frente a ella —por ahora no junten los torsos—, él puede colocar o apoyar una pierna de ella sobre su propio hombro —de modo que ella descanse en él su pierna, y que también él use un poco como apoyo ese pilar tan precioso—, con la otra mano acomodar un poco las nalgas de ella hacía sí mismo, con los dedos de esta misma mano localizar el ano femenino con caricias de dedo circulares y levemente pulsantes, y con la otra mano acariciar los labios vaginales, los alrededores de la vulva, el clítoris, el pubis velludo o glabro.
También puede acariciar el ombligo, la pancita preciosa, los pechos, la cara, los labios, el pelo, el cuello, las orejas, tras las orejas, la frente, las cejas, los ojos, la nariz, otra vez los labios, la barbilla, el cuello, los pechos, el ombligo, la linda pancita, la cintura, las caderas, las nalgas, la vulva, el ano que pronto será penetrado o ya se está penetrando, el interior de los muslos —allí donde son más sensibles: en la entrepierna, alrededor de la vulva y el ano—, los muslos, las rodillas, las pantorrillas, los pies, besar el pie de ella que está cerca de tu cara, oliscarlo tal vez…
Todas estas caricias, que a veces pueden ser dulces pellizcos o ricos y suaves apretones, deben ser hechos, no mecánicamente, sino sintiéndolos de veras, primero en el tacto, luego en la emoción sexual y en la psique. Poco a poco, mientras él la acaricia, irá realizando la penetración anal, empujando suavecito, dulcemente, el glande en el centro del ano —primero la punta, luego un poco más—, deteniéndose con cada avance, haciendo estancia en cada nivel ganado, sin pretender ahora ir demasiado pronto ni demasiado lejos, y sin dejar de decirle a ella aquellas ternezas secretas y prohibidas que sólo ambos conocen —sin vergüenza y sin dejar nada por decir: aquí todo vale.
Un buen sexo anal dura al menos media hora
Por ahora, que el acto sexual anal dure lo que dure —ya sea que lo hagan a continuación del sexo vaginal, o que hagan solamente sexo anal (por ejemplo, durante el período ovulatorio de ella, como un método anticonceptivo natural según ya hemos dicho). Pero no hay que perder de vista, como propósito, que un buen acto sexual anal, con todos sus ingredientes, dura al menos media hora. Menos que esto no es suficiente para disfrutar de todos sus secretos, los cuales van despertando poco a poco y plácidamente. No es que haya que tomárselo con calma, ni que no haya que tomárselo con calma: el cuerpo femenino va dictando el ritmo que necesita cada vez.
Penetración anal y sexo anal en posición lateral
Así pues, para comenzar, está bien hacerlo en la posición que hemos descrito: es una mezcla de atención física y psíquica, que optimiza la comodidad y la versatilidad en las caricias, y que simultánea la penetración con la comunicación visual y/o verbal. Pero, en aras de economizar la energía, si en algún momento se sienten agotados de la posición actual —ya sea la mujer o, sobre todo, el hombre—, él puede cruzar las piernas de ella y comenzar a apoyar un poco su pecho sobre las piernas cruzadas, o puede tumbarse junto a ella y penetrarla analmente en alguna posición posible.
Otras posiciones que pueden practicar durante el sexo anal
Por ejemplo, ahora sí ella dándole la espalda a él y yaciendo ambos de lado —lo que popularmente se llama «hacer la cuchara»—; o ella bocabajo, ya sea que yazga sobre sus senos con las nalgas elevadas —quizás sobre una almohada o cojín—, o ya sea que ella se apoye en su palmas y sus rodillas —el llamado coito a tergo; o ella bocabajo apoyando la cabeza en sus brazos, con una pierna recogida y la otra extendida… La pareja verá qué le conviene o le acomoda más.
Ninguna posición de penetración anal durante el sexo anal debe hacerse como show
Cuando también se agoten en esta nueva posición, pueden volver a la inicial o a alguna semejante, y verán que con la novedad de la posición, también el placer anal y el deseo se renuevan. Esto reafirma algo que siempre es necesario tener en cuenta para hacer bien el sexo anal: durante el buen acto sexual, los cambios de posición deben ser dictados por la necesidad y por el gusto, y no por algún tipo de demostración o show para impresionar a la pareja —o, más absurdo aún, para seguir los pasos de algún manual erótico, o para impresionar a alguien a quien le contemos después.
Más importante que aparentar ser buen amante, es serlo realmente; y desde el punto de vista de las posiciones sexuales, lo que realmente importa es que nos ayuden a economizar y optimizar la energía sexual y física, para poder hacer más y mejor sexo. Como en algunos deportes, en el sexo lo que interesa no es la velocidad, sino la resistencia.
Practicar el sexo anal frente a frente o en la “posición del misionero” da más intimidad y aumenta el placer anal
Conviene recordar que para hacer sexo anal no es necesario que la mujer se ponga en posición de coito a tergo (de espaldas al hombre): la pareja puede estar frente a frente, con la mujer recostada sobre su espalda, y el hombre, guiando el glande un poco más abajo de la vagina, encontrará el ano perfectamente, sin necesidad de ponerla a ella de espaldas y perder de ese modo parte de la intimidad y del placer del contacto frontal. La penetración anal podrá hacerse de forma más delicada y con mayor firmeza sin perder el contacto íntimo con la mujer. Mantener la intimidad será el primer paso para que sientan con mucha más fuerza e intensidad el placer anal.
Esta «posición del misionero», típica o un poco variada según el gusto, es una de las que más usan las parejas en todo el mundo para el sexo anal o vaginal. Para hacer sexo no es necesario hacer como una demostración de gimnástica: con algunas posiciones preferidas es más que suficiente. El sexo es el sexo, no la posición en que se haga.
Penetración anal con firmeza sin perder la ternura
La penetración anal de frente permite un mejor control por parte del hombre para abrir el ano. Él debe ir sin prisas, manteniendo la firmeza, pero sin perder la ternura. Para lograr este estado durante la penetración anal, la pareja debe mantener esa intimidad en la mirada y no estar cada uno por su lado, como ocurre con frecuencia al hacerlo de espaldas. De cualquier manera, cuando ambos aprendan a seguir comunicados, aunque estén de espaldas, la posición que tomen al practicar el sexo anal es lo de menos, ya que como dijimos, lo más importante es el estado en el que se unan durante la penetración anal y en todo el tiempo del coito.
2) Estimular suavemente el ano en los momentos previos a la penetración anal
En los momentos iniciales de la penetración anal —y también más adelante durante el sexo anal, si se desea—, antes de pasar de lleno al recto, es mejor trabajar el ano, dilatar los dos esfínteres anales, el externo y el interno. Es muy placentero física y emocionalmente ir distendiendo el ano con el glande, en dulces y constantes penetraciones de glande solamente, o sólo un poquito más adentro, sacándolo muy despacio y volviendo a penetrar hasta la altura del glande.
La completa relajación del ano lo sensibiliza, lo abre al amor, hace sentir a la mujer que desea abandonar por completo toda frontera personal y entregarse al placer anal amoroso. Esta distensión, esta falta de contracción en el ano, aportará a que el hombre más adelante, cuando la pasión aumente, pueda mantenerse sin eyacular a pesar del intenso placer anal y orgasmos que se experimentarán durante el sexo anal.
3) El sexo anal bien practicado promueve el bienestar de la pareja
Muchos problemas de la pareja dejarán de existir, se desvanecerán como por arte de magia, cuando la mujer llegue a hacer sexo anal con toda la dulzura real y el delicioso placer anal que eso implica, y cuando además ella descargue toda la energía de su subconsciencia a través de los profundos y poderosos orgasmos femeninos que vienen cuando el sexo anal se hace bien. La descarga de esta energía en forma de orgasmos de placer anal, es muy liberadora para la mujer y a través de ella para el hombre. El sexo anal bien practicado, que genera un intenso placer anal, es una fuente de alegrías para la pareja, pueden sentirse renovados después de este tipo de experiencia.
Hay que proceder bien para lograr hacer bien el sexo anal. Esto es cierto. Pero no menos importante es aprender a no juzgar el sexo anal —como nos enseñaron quienes lo juzgaban sin conocerlo—; porque puede darse el caso de juzgar el sexo anal antes de hacerlo —y en secreto estarlo deseando o necesitando, incluso sin saberlo. Es necesario ser valientes y hacerlo, ya que una cosa aparenta ser el sexo anal antes de hacerlo, y un mundo nuevo se abre luego de hacerlo.
4) Lubricación para facilitar la penetración anal durante el sexo anal
Para empezar estará muy bien —salvo que la mujer desee lo contrario, como en ocasiones puede ocurrir — usar un lubricante de base acuosa, y no de base grasa o aceitosa como la vaselina, la glicerina o los aceites minerales. Para la lubricación genital, y especialmente para la anal, es mejor no usar lubricantes de base aceitosa u oleosa, ni mucho menos aceites de cocinar. Los lubricantes de base grasa o aceitosa tienen varios inconvenientes:
- Los lubricantes aceitosos pueden hacer daño al látex del preservativo, en caso de que éste se esté usando.
- Al ser resbalosos, pueden reducir la fricción de un genital con otro debido a que crean una película aislante de grasa entre ellos, quizás quitándole así eficacia a la generación de placer. Los lubricantes de base acuosa, o la saliva, lubrican pero a la misma vez no forman una película sobre los genitales.
- No se evaporan como los acuosos, y permanecen en los genitales o el ano luego del acto sexual, dificultando el aseo.
- En dependencia de qué lubricante aceitoso se use, y sobre todo si el producto no fue diseñado como lubricante genital, puede contener sustancias tóxicas para el organismo, que se incorporarán a través de la piel mediante la fricción de los genitales durante la actividad sexual.
En general, la propia saliva abundante, puesta en los genitales, es un lubricante bueno, efectivo, y por supuesto, de base acuosa. Luego la propia actividad sexual pondrá los jugos lubricantes que vayan haciendo falta.
Lubricar con ternura el ano y un poco más adentro, y lubricar igualmente el glande, pero también el cuello del glande y el tallo peneano, facilitarán la penetración y reducirán la molestia para la mujer. La operación de lubricar puede repetirse tanto como se desee.
Practicar sexo anal después del sexo vaginal facilita la penetración anal
Un buen momento para comenzar el sexo anal es luego de haber hecho sexo vaginal —a no ser que se vaya a hacer solamente sexo anal. Especialmente luego de que la vagina ha gozado y llegado a orgasmos, el pene estará empapado de jugos vaginales, y estos, que incluso puede que hayan empapado también el ano, facilitarán la penetración anal.
A veces se puede iniciar el sexo anal penetrándolo con un dedo, luego con dos, y tal vez hasta con tres. Pero esto no es un dogma, como a veces ha parecido. Algunas mujeres a veces prefieren la sorpresa del pene abriendo directamente su ano, y haciéndolas sentir la presencia de su amante en ese lugar bello y secreto de su cuerpo.
La penetración anal produce más placer anal si se hace despacio
Algo con lo que sí hay que cumplir casi siempre, es que la penetración se haga despacio, al igual que la dilatación, e incluso los momentos iniciales más allá de la dilatación. Luego se puede aumentar el ritmo, pero no necesariamente tiene que ser así. Algo deleitoso del sexo anal es que se haga muy despacio y muy sentido. Incluso la palabra despacio es relativa. El ritmo adecuado es el que vaya dictando el cuerpo de la mujer.
En algunos momentos, sacar el glande del ano —lubricarlo o no—, e introducirlo de nuevo —sólo el glande hasta un poquillo más allá de su corona— sensible y dulcemente unas cuantas veces en la carne anal, es algo que atiza el placer anal femenino —y por tanto el masculino—, reactiva el deseo, y reafirma la erección —del pene y del clítoris. Que ella o él, o ambos, acaricien la vulva, los alrededores del clítoris, o el clítoris mismo, será un regalo que dulcifica la penetración tanto como una lubricación.
Practicar bien el sexo anal con frecuencia aumenta el placer anal
En algún momento, ya avanzado el acto, tal vez el clítoris admita la estimulación directa. Pero también se le puede estimular presionando sobre él en la cima de los labios vulvares menores y mayores, o halando y presionando con el pulgar en dirección al ombligo la zona del pubis femenino, desde lo más cerca posible del clítoris y su capuchón o prepucio. Entre la lubricación y la estimulación de la vulva, cualquier molestia de penetración se puede reducir a cero.
Algo que hay que tener en cuenta: la frecuencia de sexo anal, como de cualquier otro tipo de acto sexual, mejora la calidad del acto. Hacer con frecuencia el sexo anal permitirá descubrir sensaciones, vivencias de sentimiento, sutilezas orgásmicas, que permanecen desconocidas —especialmente para la mujer, pero también para el hombre— si el ano no es amado con frecuencia.
5) Controlar la eyaculación durante el sexo anal aumenta el placer anal
A pesar de los intentos de las parejas reales —principalmente el hombre— por repetir lo que ven en las escenas pornográficas, lo cierto es que las mujeres reales no suelen sentir gran cosa en el momento inicial de la penetración anal. Aunque cualquier mujer tiene momentos en que desde el inicio está realmente lista para todo, eso sólo pocas veces ocurre así, pues la inmensa mayoría de las veces los esfínteres anales —el esfínter externo, que es voluntario, y el interno, que es involuntario— necesitan ser liberados de su contracción natural mediante una adecuada penetración. Entonces sí que la mujer siente placer anal, y mucho.
¿Por qué las mujeres suelen rechazar el sexo anal?
La mayoría de las mujeres no saben cuánto les gusta el sexo anal debido a que, o bien nunca permiten que sus amantes las penetren analmente —la propia torpeza del hombre al hacer sexo anal ha provocado que él merezca que ella crea que no le gusta el sexo anal—, o bien si algo disfruta ella con la penetración anal, la cuestión no dura más que unos minutos, y en el momento en que el hombre —tal vez más rápido que nunca debido a sus fantasías con el sexo anal— acaba de eyacular, ella no había ni comenzado o apenas comenzaba.
La cuestión es que hoy en día el sexo anal —y en realidad cualquier tipo de sexo— no dura lo suficiente como para que la mujer se dé primero por enterada, y luego alcance su verdadero vuelo sexual con el pene amándola entre sus nalgas, dentro de su hermoso ano que muy pronto se vuelve muy amoroso. Tal vez estas frases suenen poco poéticas, pero el sexo anal es otra experiencia sexual que debiéramos experimentar en toda su realidad, no en la fantasía.
Y a las mujeres el sexo anal no les interesa menos que a los hombres, sino que tal vez más —siempre que el acto sea ricamente gozado por ellas. Un hombre no tiene derecho a exigirle a una mujer el sexo anal que él busca y ella evita, si él primero no se ha dedicado a aprender a hacer el sexo bien, que es sinónimo de comenzar a controlar la eyaculación. Cuando él aprenda a hacerlo bien, ella misma lo buscará.
La dilatación de los esfínteres anales: vencer con amor la resistencia
Todo buen sexo anal comienza con una dulce y despaciosa dilatación de esfínteres llevada a cabo por el glande y el pene. La contracción natural de los esfínteres persiste bastante, y el hombre y su pene deberán ser tenaces y constantes en la apertura y penetración anal, retornando hacia afuera y volviendo a entrar, a veces sólo el glande, a veces un tanto más allá, a veces penetración a fondo, sólo para volver a hacerlo con el glande solamente…
No se requiere estirar hacia los lados el ano, sino penetrarlo con el glande una y otra vez: se trata de vencer con amor la resistencia del ano, y él poco a poco se entregará con amor y pasión, aunque no sin retrocesos. A la mujer, durante estas etapas iniciales del sexo anal, tal vez le convenga permanecer tumbada y permitir que la invada una rica pereza, dejándole la actividad a su amante. Después ella puede hacer lo que desee.
6) El sexo anal bien practicado sensibiliza también a la vagina
Luego de un extenso y orgásmico sexo anal muy gozado por la mujer, se comprobará que la vagina también se sensibiliza: la penetración vaginal posterior —por supuesto, habiendo previamente higienizado muy bien el pene— mostrará a una vagina mucho más sensible, entregada y presta a abandonarse a la vivencia orgásmica con mucha más facilidad.
Además de la sensibilización vaginal, el sexo anal, bien hecho, no debilita sino que fortalece y tonifica los esfínteres, e incluso mejora o arregla problemas de estreñimiento y otros trastornos de defecación que pueda tener el ano penetrado. Conocemos mujeres que habían padecido de estreñimiento crónico durante toda su vida, y luego de comenzar a gozar del verdadero sexo anal, nunca más o casi nunca tuvieron estreñimiento.
En el caso del hombre que es quien realiza la penetración anal, su pene también gana con el sexo anal: el fuerte trabajo de apertura de los esfínteres anales —que son músculos, aunque de forma anular—, fortalece, vigoriza y robustece el pene, y sensibiliza su glande. El placer anal bien gozado, también es capaz de mejorar la confianza entre la pareja, y por eso facilita la comunicación y la apertura mutua.
7) Higiene durante y luego del sexo anal
En el sexo anal real, es estrictamente necesario nunca pasar directamente a la vagina lo que antes haya estado en el ano: el pene, los dedos, o cualquier otro objeto. De otro modo, podrían pasar del ano a la vagina bacterias y parásitos que en el ano y el recto no son dañinos, pero que dentro de la vagina sí.
Tal vez convenga, siempre que la pareja vaya a hacer tanto sexo vaginal como sexo anal, hacerlo en ese orden: primero el vaginal y luego el anal. Si van a hacerlo a la inversa, el pene debe ser muy bien aseado antes de penetrar la vagina, e incluso es muy conveniente que él orine abundantemente, para limpiar su uretra antes de entrar en la vagina.
Errores de higiene que puedes cometer si te dejas guiar por el sexo anal del porno
Desde el punto de vista de la higiene sexual, repetir lo que ves en el porno, es una actitud riesgosa y hasta peligrosa, porque casi nunca sabemos realmente lo que pasa detrás de las cámaras —con respecto a lo cual, lo que pasa delante de las cámaras es sólo la cara mostrable, edulcorada casi siempre.
Por poner un ejemplo en este sentido, digamos que muchas veces las actrices porno, antes de cualquier sesión de sexo anal, se ponen enemas y se lavan muy bien el recto y el ano, incluso con detergentes especiales. Por eso es que los actores porno pueden hacer un show con eso de sacar el pene del recto de la mujer, introducirlo en la vagina o en la boca de ella o de otra (ass to mouth), luego pasar de nuevo al ano, y así sucesivamente. Pero esto es una ficción que podría ser peligrosa para la pareja real, o en todo caso, si la pareja desea hacer eso, tendrá que tomar las mismas precauciones que los actores del porno toman.
8) El sexo anal en el porno
La gran demanda de escenas de sexo anal que existe entre los consumidores de porno, es una buena muestra del gran interés que las personas tienen por vivir la experiencia del placer anal en la realidad. Y no es para menos: cualquier persona intuye que el sexo anal, si se hiciera bien, puede ser una de las experiencias sexuales más exquisitas y extáticas del ser humano.
Por desgracia, el acto sexual que las personas ven en las imágenes y películas pornográficas, cada día más influye en el acto sexual que las parejas hacen en la intimidad. Y no se trata de que ahora nosotros estemos censurando moralmente el porno porque «muestra explícitamente el acto sexual». Mirar con lujo de detalles el acto sexual a través de imágenes fijas o en movimiento es una actividad que no tiene nada de malo en sí misma, y si el acto sexual representado fuera realmente bueno, observarlo podría ser incluso instructivo. Pero éste no es el problema del porno.
El problema real del porno es que muestra un sexo anal esencialmente falso
El problema real del porno es que representa un acto sexual esencialmente falso, sobreactuado, en que la mujer simula estar gozando divinamente a pesar de que no siente casi nada de placer, y el hombre, ayudado por la mujer, aparenta ser lo que no es: un gran amante, a pesar de que en realidad él se masturba antes de la escena para demorarse en volver a eyacular, y toma grandes dosis de viagras para mantener el pene duro como hierro aunque no siente nada y no tenga deseos reales de hacer el sexo debido a que se le escaparon con la primera eyaculación.
El porno es una profesión como el teatro: los actores fingen el acto sexual
Por cierto que el porno es una profesión como otra cualquiera, que muchas veces se practica por rutina o por sueldo sin tener la menor gana; pero eso sí: incluye hacer el teatro de que estás pasándotelo de lo lindo… porque si no, no vendes. Pero esto es una ley de Mercado, y no puede regir el sexo en la intimidad de la pareja real.
La cuestión es que esos actores, a pesar de tener vidas sexuales llenas de zonas dudosas como las de cualquiera, son bien pagados por las empresas realizadoras de pornografía, para que se empeñen en hacernos creer que están haciendo un sexo grandioso. De ahí a que el espectador imite lo que está viendo en pantalla, va sólo un paso. Y por añadidura: sin importar cuán mediocre esté siendo el sexo que hacemos en la habitación: si estamos imitando a «quienes saben hacerlo», entonces también nosotros creeremos que estamos haciendo un sexo grandioso.
El prejuicio de que las mujeres sienten mucho placer desde el comienzo del sexo anal
Esa idea de que las mujeres sienten mucho placer desde el comienzo del sexo anal, es un prejuicio que las películas porno han creado —con sus torpes y descuidados actores de penes retocados quirúrgicamente y erectos con sobredosis de viagras, y sus actrices que también hacen todo lo que sea por dinero, fingiendo sentir un gran placer desde el momento en que las penetran por el ano.
Muchos actores masculinos se masturban antes de la filmación para evitar eyacular durante el rodaje, y es por eso que frente a las cámaras las actrices tienen que dar grandes dosis de sexo oral a los penes para erectarlos y mantenerlos erectos —con la ayuda de las o los fluffers, los «asistentes de erección». Es probable que aun más tengan que esforzarse por extraer el semen de las glándulas medianamente repuestas, durante esas absurdas escenas finales de eyaculación facial.
Gritos fingidos de placentero dolor durante el sexo anal en el porno
Y sobre todo, el sexo anal pornográfico parece estar proponiendo una idea bastante morbosa, otra vez para denigrar a la mujer: mientras más la mujer grite de dolor y retuerza su rostro por el sufrimiento que le produce estar analmente penetrada por un miembro monstruoso, mejor lo está pasando y más gustará la escena a los pornófilos.
A la mujer real no le gusta nada esta perspectiva sadomaso, y por eso muchas veces se niega a cualquier tipo de propuesta de sexo anal por parte del hombre. Si lo que él desea es satisfacer esos deseos enfermizos y fantasías delirantes y sadomasoquistas que el porno le programa en el cerebro, tendrá que buscar en otra parte: con ella no va a ser.
En todo caso, casi por regla general el sexo anal pornográfico está lleno de falsedades. No pocas veces, en el momento de la filmación del sexo anal, las pornostars ya habían dilatado el ano previamente con algún dispositivo, y los pornostars de penes previamente masturbados sólo gracias a esa insensibilidad refractaria posteyaculatoria es que logran penetrar y permanecer sin eyacular todo el tiempo que dure el show.
Pocas veces las escenas porno representan un sexo realmente gozado por la mujer, y las actrices tienen que simular gritos de placer —junto con gritos de dolor que gustan a cualquiera menos a ellas mismas. La mayoría de las veces el porno no pasa de ser un show con gazapos y remiendos detrás de las cámaras; un mero trabajo por dinero, sin verdadero disfrute —principalmente para la mujer. Intentar repetir en nuestra habitación lo que el porno nos propone como sexo, suele terminar en un show de apariencias sin gozo real, al final del cual tal vez haya que seguir fingiendo durante la vida cotidiana.
9) El tamaño del pene y el sexo anal
Actualmente —hasta hace una o dos décadas esto no era así— casi siempre que los actores porno lucen enormes penes, muchas veces agrandados quirúrgicamente, según los varios procedimientos que para esto hoy se practican en el mundo. Las películas XXX y sus actores con gomosos penes, están como sugiriendo que para el sexo anal —y para el sexo en general— se necesita un enorme pene sintético.
Las actrices porno, previo acuerdo de paga, se encargan de mostrarse muy ávidas de esos penes maquillados por la cirugía plástica, durante la escena actúan como si estuvieran pasándoselo muy bien —y hasta fingen algún que otro orgasmo, que sólo de casualidad es real—, y luego aparentan estar muy satisfechas de que les usen la vagina y el ano sólo para provocar la eyaculación del pene. Son el ejemplo perfecto de la mujer sexualmente sumisa por dinero.
Un pene quirúrgicamente agrandado nunca dará más placer anal que un pene natural
A veces los penes del porno no están quirúrgicamente retocados, pero los camarógrafos del film les hacen ángulos de cámaras específicos con lentes que hacen parecer mayor el tamaño del pene; y si a esto se le suma que los pubis están depilados y los prepucios circuncidados, el resultado es que el pene del pornostar parece un obelisco endurecido con Viagra o PPG, o una manguera monstruosa que él tendrá que sostener con ambas manos, debido a que el pene agrandado quirúrgicamente puede perder capacidad eréctil, por no hablar de otras complicaciones clínicas, realmente dramáticas, que el pene puede sufrir durante o después de esas operaciones —complicaciones que se esconden para evitar su publicidad.
En realidad el tema del tamaño del pene es un puro espectáculo sin sentido, y lo cierto es que si el miembro masculino excede su tamaño natural, puede molestar a la mujer dentro de la vagina o el ano, lo cual no es agradable para ella en absoluto… Y todo por gusto, pues esté agrandado o no, el pene sin entrenamiento para amar no tiene control eyaculatorio y siempre viene antes de tiempo, dejando insatisfechas sexualmente tanto a la pornostar de la película como a la novia o a la esposa en la habitación.
Para hacer un buen sexo anal no importa el tamaño del pene
Con esto estamos diciendo que, por supuesto, para hacer bien el sexo anal —tal como para hacer bien el sexo vaginal— no importa el tamaño del pene: cualquier tamaño de pene es idóneo para hacer sexo por la vía que sea. Lo que importa es que el hombre aprenda a controlar su eyaculación, y que el acto sexual, vaginal y anal, dure más tiempo y sea realmente multiorgásmico, primero que todo para la mujer. Esto es lo que la llena a ella de placer anal orgásmico, gusto y amor, y la enamora del pene de su amante, sea del tamaño que sea, y la haya penetrado y traído al orgasmo por la vía que sea, anal o vaginal.
Todos los penes de seres humanos tienen más o menos el mismo tamaño
Los tamaños de pene naturales no son tan distintos uno de otro como aparentan, sino que el ser humano masculino en general tiene un tamaño promedio de pene bastante uniforme, centímetros más o menos. De hecho, si tomamos en cuenta el tamaño del cuerpo del hombre, el ser humano tiene el pene más grande del reino animal —incluidos los burros, caballos, y otros animales célebres por esta cuestión, que tienen el cuerpo bastante mayor que el del hombre.
El pene animal aparenta ser más grande, pero no lo es si tomamos en cuenta el tamaño de la vagina de la hembra. Los penes de estos animales son largos, pero no porque busquen dar más placer a la hembra —como sí lo busca el pene del hombre—, sino porque el útero de la hembra queda más profundo, hacia el fondo de la vagina.
El largo del pene no guarda ninguna relación con el placer anal
Debido a esto, hay penes de animales que son enormes y tienen incluido un hueso peneano, con el objetivo de apoyar la procreación, no el placer de la hembra. Pero no así el pene del hombre: el pene del hombre es blando y firme a la vez, para puro confort y disfrute de la mujer. Casi ninguna hembra de los animales llega nunca al orgasmo, porque ese no es el propósito del sexo animal, a pesar del largo de los penes.
El largo del pene no guarda ninguna relación con el placer. La idea de que un pene grande es algo idóneo, responde al viejo y absurdo prejuicio de «caballo grande, ande o no ande». ¿Para qué quieres un caballo que no ande, sea grande o chico?
El placer anal crece exponencialmente cuando el hombre aprende hacer bien el amor
Lo importante es aprender a usar bien el pene, para dar y recibir todo el placer anal y el amor posibles. Eso sí nos diferencia de los animales: la capacidad orgásmica de la mujer, cosa que hasta hoy es sobre todo una capacidad latente de ella y no un hecho real. Evolucionar sexualmente —una de las metas principales del ser humano masculino— implica aprender a hacer bien el amor, no agrandar el pene.
Para llegar a un nivel evolutivo sexual notable, lo que importa es aprender a controlar voluntaria y conscientemente la eyaculación, para que la mujer pueda venir al orgasmo anal varias veces en el mismo acto sexual anal: orgasmos múltiples femeninos que, como ya vimos, también se pueden alcanzar perfectamente por vía del sexo anal.
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