El Punto G es una de las regiones más bellas y sensibles del sexo femenino, donde se pueden generar intensos placeres y poderosos orgasmos. El Punto G no se reduce al clítoris —aunque está relacionado con él—, es decir, no está en el vértice superior de la vulva. El Punto G se encuentra en el interior de la vagina, y es el comienzo del vuelo sexual: la llave que abre el más grande amor en el fondo de la vagina. Si al clítoris podemos llamarlo «puerta del paraíso», y al Punto G podemos llamarlo «antesala del paraíso», entonces al fondo de la vagina debemos llamarlo «el Jardín de la Diosa»: es el paraíso mismo.
Hasta tanto el Punto G forme parte de la práctica sexual de la pareja, ellos no podrán decir que hayan hecho el sexo realmente, ni que de verdad se hayan unido sexualmente: el Punto G es la puerta del paraíso, la llave que abre todo un despertar sexual de la mujer, para ir todavía más allá. Hasta que la pareja no despierte el Punto G en la mujer, ellos en realidad todavía no son pareja —aunque lleven mucho tiempo juntos.
En realidad no es tan importante estimular con los dedos e Punto G antes de la penetración. Mejor aún es hacerlo con el pene. Ya realizada la penetración durante el acto sexual, tanto el hombre como la mujer deben priorizar los movimientos verticales del pene dentro de la vagina, de modo que mientras el glande estimula los alrededores del cuello del útero —a veces llamado Punto K—, simultáneamente la base del pene, haciendo énfasis hacia arriba, estimule la raíz del clítoris y el Punto G. Así la vagina será estimulada a la misma vez en toda su extensión y profundidad, y los orgasmos serán verdaderas sacudidas telúricas.
El Punto G no es un mito, y todas las maravillas que se cuentan acerca de esta zona del hermoso y seductor sexo femenino son completamente ciertas: placer sexual muy elevado, deliciosos goces, poderosos orgasmos, luminosas experiencias de amor, y más. Es muy conveniente que la mujer y el hombre aprendan a localizar el Punto G, y aprendan a generar y a experimentar extraordinarias sensaciones al estimularlo y amarlo.

Amrita y eyaculación femenina
Algunas mujeres eyaculan una sustancia junto con el orgasmo —o aun sin haberlo tenido—, proveniente de las glándulas de Skene, asociadas al Punto G. Pero eso no significa que su orgasmo sea más intenso. Es simplemente una forma más de la diversidad en el sexo. Algunas mujeres ni siquiera se dan cuenta de que han liberado una sustancia en ese momento, y otras la liberan hacia la vejiga sin tampoco saberlo nunca. Pero conocemos mujeres que tienen orgasmos múltiples casi hasta desmayarse, y en ningún momento emiten algún líquido que no sean los lubricantes normales.
El famoso Amrita de que habla la sexualidad oriental no necesariamente es la eyaculación femenina, sino cualquier fluido que la vagina segrega como resultado del gozo sexual. Venerando la feminidad, los tántricos varones absorben por vía oral —o a través de la uretra mediante entrenadas contracciones con el pene— cualquier néctar que la vagina, como una flor, regala a su amado.
Según cuenta un mito de la India antigua, las apsaras o cortesanas celestiales, las bellas ninfas amantes y divinas, vinieron a la vida cuando los dioses batieron el océano con la cola de la serpiente Kundalini —personificación del ascenso de la energía sexual durante el coito—, para obtener el alimento de la divinidad, la ambrosía, es decir, el Amrita. En una de las varias ediciones del Kamasutra —a veces tan distintas entre sí— está escrito que las apsaras eran «liberales con sus favores, lo cual hacía que con frecuencia los hombres se distrajeran y enloquecieran con sus voluptuosos encantos«.
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