Una discusión es una conversación que no fue tenida a tiempo, y ahora muestra su peor cara, bajo la forma de avalanchas de temas rancios y palabras que se agolpan debido al exceso de emociones. El tema de una discusión parece importante, pero en realidad debajo se esconde el verdadero problema: la pareja no ha hecho bien el amor, y su fracaso sexual ha comenzado a desbordarse hacia la vida cotidiana en forma de conflictos —más aparentes que reales. Impulsada por esta poderosa energía sexual sin realizar, cualquier cuestión simple puede convertirse en un conflicto. Si la pareja quiere superar definitivamente las discusiones, debe aprender a reencauzar esa energía a través de su canal natural: el buen acto sexual.

A veces has deseado que hubiera un tercero mirando mientras discutes con tu pareja, para que te dé la razón en algo que estás peleando: porque en una discusión normal no puede haber más que opiniones divididas al 50 por ciento, y con apoyo de un tercero «ganarías» tú. Y en el mejor de los casos, has deseado que haya un tercero mirando, para poder ver la discusión desde afuera y así comprender por qué, a pesar de ser tan desagradables, las discusiones todavía siguen ocurriendo —y son, incluso, atractivas.

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Cualquier problema que surja entre la pareja, no importa qué tipo de problema sea, es en realidad deseo de unión sexual entre ellos —por eso a veces son casi irresistibles las ganas de discutir. Sé honesto u honesta contigo, y pregúntate: ¿no has sentido a veces placer de que tu pareja se enoje contigo? ¿No has hecho a veces actos sólo para que tu pareja se enoje contigo?

No tengas miedo de responder que sí, porque en realidad eso lo haces porque amas a tu pareja, porque no quieres que sean indiferentes, porque quieres sentirte ya en una bella unión sexual con tu pareja y sientes que a veces las actividades de la vida demoran o impiden eso, y además porque sientes que, hasta que no experimenten esta unión, tu relación todavía no ha nacido para ti, tu pareja no es del todo real. Quieres ir a lo profundo, y no has sabido bien cómo ir: discutir ha sido también un modo de sacar lo profundo.

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No tengas miedo de reírte un poco de ti si quieres, al descubrir dentro de ti deseos de crear problemas: obsérvate y te darás cuenta de que lo que quieres realmente es interrumpir el flujo de la vida cotidiana, y por fin amar. Los deseos de discutir son en realidad deseos de amar, pero encubiertos.

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