…cierta diosa, Clítoris, tan hermosa como diminuta,
que suscitó una incontenible pasión en Júpiter.
Para amarla el príncipe de los dioses (que en otras aventuras
había tomado la forma de un cisne o de un toro)
tuvo que transformarse en hormiga.
Todavía hay personas que creen que el clítoris se reduce a esa belleza de órgano sexual femenino que asoma en el vértice superior de la vulva, donde se unen los labios menores. Por suerte la Ciencia ya ha retomado el viejo conocimiento que deja bien claro que lo que asoma en la cima de la dulzura labiada y perfumada es sólo el glande del clítoris.
El glande del clítoris (glans clitoris) es mucho más sensible que el glande del pene del hombre, ya que posee muchísimas terminaciones nerviosas más en un espacio mucho menor. Y el clítoris completo: resulta ser un órgano mucho mayor de lo que se nota a simple vista, pues posee dos largas raíces que se hunden en las paredes internas de la vagina. Porque ese es el secreto del clítoris: es, sobre todo, un órgano interior —tal como son mayormente interiores la sexualidad y la psiquis femenina en general.
La cuestión es que, hasta hace bien poco, incluso los sexólogos desconocían la magnitud real del órgano clitoriano, y por añadidura, no conocían del todo la verdadera importancia de la vida sexual para la mujer —por más que científica y formalmente se intentara demostrar lo contrario. Si tomamos, por ejemplo, un libro que fue célebre y reeditado en su momento, El hombre y la mujer en la intimidad —publicado en la década del ’70 del siglo XX por el sexólogo alemán Siegfried Schnabl— podemos darnos cuenta de hasta qué punto han caducado los conocimientos que sobre la sexualidad femenina se tenían en esa fecha:
“A pesar de su pequeñez, el clítoris desempeña un papel preponderante en la excitación y satisfacción sexual de la mayor parte de las mujeres. El hecho de que éste sea algo mayor o menor carece de importancia para la capacidad de sensación sexual. Su única parte visible es el glande, de solamente milímetros de diámetro, el cual, en estado de excitación, se dilata algo y puede ser capaz de mostrar erección. El cuerpo de este órgano está cubierto por una caperuza cutánea que puede desplazarse, y a veces cubre también el glande. El desplazamiento rítmico de esa cubierta, al ejercer una ligera presión en sentido longitudinal hacia abajo, es uno de los más efectivos estímulos sexuales del clítoris”. (Siegfried Schnabl: El hombre y la mujer en la intimidad.)
El gran error: creer que el clítoris sólo se estimula desde afuera
Al menos ya en fecha tan significativa como la década del ’70 —en que Masters & Johnson realizaban sus famosos estudios sexológicos experimentales— también en la RDA se reconocía la importancia del clítoris dentro de la sexualidad femenina, y se había dejado muy atrás cualquier idea medieval de que era pecado que la mujer se masturbara. Pero a pesar de que Schnabl explica que el cuerpo del clítoris no se reduce al glande, se entrevé que todavía el bello órgano sí se reduce a la porción que queda bajo el capuchón o prepucio.
Sin embargo, la principal insuficiencia de la explicación de Schnabl, que aún hoy día lastra a muchas teorías sexológicas —a pesar de que sus autores sepan ya muy bien que las dos largas raíces del clítoris se encuentran en las paredes interiores de la vagina—, es que el sexólogo alemán considera que la principal estimulación del clítoris se reduce a la masturbación mediante el deslizamiento o frotamiento del prepucio sobre el glande clitórico.
Que la mujer se masturbe todo lo que desee, pero su sexualidad es mucho más
Por cierto que, luego de dar por hecho lo anterior, no es raro que los sexólogos consideren que la sexualidad de una gran parte de las mujeres, por no decir que de casi todas ellas, es eminentemente exterior —estimulación del clítoris solamente—, y basen muchos de sus talleres en enseñar a la mujer a masturbarse y a usar juguetes sexuales. ¡Bienvenida sea la deliciosa masturbación femenina! Que la mujer se masturbe y llegue tanto al orgasmo, que no le quede una gota de deseo. Pero la experiencia nos dice que la mujer que hace el amor todo lo que ella desee con un buen amante, recurre poco a la masturbación.
Debemos decir, una vez más, que la mujer que no haya sido penetrada a fondo por un verdadero amante, aún no ha conocido todo el alcance y la profundidad de su sexualidad, ni el poder real de lo femenino. Los orgasmos múltiples son sólo algunos de los dones que cualquier mujer puede alcanzar si hace el amor con alguien que haya aprendido a hacerlo bien. Experimentar la magia del amor verdadero, es una frase que apenas ilustra lo que siente una mujer cuando su conciencia uterina despierta a través del sexo. El clítoris, como hemos escrito en otra parte, está a las puertas del cielo.
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