Hace poco más de 50 años, Marilyn Monroe era considerada la más bella: sus muslos rellenos, su graciosa panza, su cintura no muy estrecha, sus senos sin implantes, fueron declarados ideales de belleza. ¿Qué ha ocurrido hoy, que sólo las anoréxicas, escuálidas, cadavéricas, enfermizas modelos son declaradas «las únicas bellas»? En cualquier caso, la belleza es muy relativa ―por más que los mass media pretendan programarnos el cerebro con lo contrario―, y la belleza de Monroe nos parece sana si la comparamos con lo que hoy se considera “bello”.
Se supone que la delgadez es una condición absolutamente bella para el cuerpo femenino, particularmente en la zona del vientre —suposición que ha llevado a no pocas mujeres a someterse a peligrosas operaciones de las llamadas de liposucción y lipoescultura. Recordamos ahora un episodio que nos ocurrió hace años durante una estancia en la playa. Un muchacho estaba como alucinado mirando a hurtadillas el cuerpo de una chica que tomaba sol, y cuyos bienes apenas estaban cubiertos por un bikini. Lo que más asombraba al muchacho era que el vientre de ella no tenía «ni un tilín de grasa» —literalmente así lo dijo en alta voz. Pareciera que un vientre femenino plano —como los que las mujeres buscan en la actualidad forzadas por el bombardeo mediático y la propaganda— sería muy bien visto por el hombre de cualquier época. Pero nada de eso.
La Internet está repleta de fotos de mujeres desnudas en todas las poses imaginables. Sin embargo, cuesta trabajo hallar una foto en que una mujer común muestre sus senos naturales sin esconderlos. Lo que encuentras son mujeres mostrando su piercings en los pezones, o mujeres mostrando sus gomosos y extraños pechos de silicona, o mujeres que sutilmente alzan los hombros para que sus senos no se vean «caídos». Evidentemente la sociedad moderna ha logrado llenar de complejos a la mujer. Lo mismo ocurre con la barriga: en las playas, en las fotografías, caminando por la calle, las mujeres tienen el vientre contraído, para esconder esa linda pancita que antaño Marilyn Monroe mostraba con gusto, porque ahora se supone que el vientre bonito no debe tener “ni gota de grasa”, no debe tener barriga.
Toda mujer es bella a su modo, ¿de qué otro modo iba a ser? El hecho de que veas bellas a unas mujeres pero a otras no, no es algo objetivo sino subjetivo, es decir, no depende de las formas del cuerpo de ellas, sino de lo que los medios de difusión han programado en nuestros cerebros para su propia conveniencia.
No se trata de que esté prohibido tener ciertas preferencias —que dicho sea de paso también son mayormente condicionadas por la educación, y casi nada innatas. Pero lo que hoy ocurre, esta hegemonía de un solo tipo de belleza, no es algo espontáneo. Lo que ocurre en nuestros días es que la hegemonía económica —que siempre necesita ser también hegemonía cultural y racial— impone ciertas formas de belleza rígida. La base de esta aberración no es estética sino económica. Tratar de lucir lo más parecida posible a un modelo ideal para poder merecer el amor, es la treta de mercadeo más eficaz de todos los tiempos.
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