Al anochecer de cierto día, una muchacha conocida nuestra se sonríe con picardía al darse cuenta de la actitud seductora de una amiga suya también presente en la habitación, mientras ésta se preparaba para un encuentro con su nuevo novio. Y al verla tomar con cautela de su gaveta íntima una ropa interior breve y tentadora, además de una bata color crema casi transparente, la muchacha le preguntó coqueta a media voz: «¿Qué, hoy tienes noche de sexo?» Y mientras preguntaba, se imaginaba la habitación en que se recrearía la pareja, primero a media luz, tal vez algún licor; luego casi sin luz o completamente a oscuras, música a tono, y un sexo maravilloso hasta la gloria del sol del día siguiente —de todo se imaginaba ella.
Pero a la mañana siguiente, la trasnochadora no tuvo mucho que contarle a su amiga: hasta medianoche duraron la cena y el coqueteo, hasta la 1.30 a.m. duró una película sugerente, y a las dos de la madrugada, con una breve actividad sexual previa, la pareja ya estaba fuera de combate, durmiendo hasta el otro día. El hombre se durmió a las 2 rayando, y la muchacha estuvo despierta una media hora más, en el limbo —aguantando las ganas de llorar—, hasta que se quedó dormida sin saber bien qué ocurrió con la prometida noche de sexo.
Una «noche de sexo» debiera durar toda la noche, si no, realmente no puede llamarse así. Pero no se trata de un simple juego sexual en la sala o el comedor, o en una discoteca o algún centro público nocturno. La verdadera noche de sexo la tienen los amantes en la intimidad, con los cuerpos sexualmente unidos, si es que aprenden a hacer un amor que realmente dure toda la noche —y no un breve instante, como hoy dura. Las noches de sexo son hoy una fantasía, que falta en cada alcoba pero que todos suponen que exista en otra alcoba. Todo lo que ocurre es que mientras el hombre se satisface a sí mismo lo antes posible, la mujer sólo espera a que él termine. No creas que ya tienes noches de sexo; mejor haz realidad tu noche de amor en la intimidad, aprendiendo a mantenerte en el placer sexual el tiempo suficiente, sin irte antes de que el sexo sea realmente bueno.
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