La respiración, si se realiza con intención, resulta un gran apoyo para hacer el sexo bien —del modo en que estamos indicando en todo este sitio. Es bueno respirar pausadamente y profundamente, y no permitir que la respiración se vaya acelerando inconscientemente, porque eso acercaría la eyaculación. Y sobre todo, como ya hemos dicho, hay que ponerle a la respiración la intención consciente de elevar el placer sexual y de expandirlo por el cuerpo.
Habitualmente, sobre todo en el hombre, el placer sexual se reduce a los genitales, cada vez más tensos mientras la respiración también se acelera cada vez más, hasta que súbitamente ocurre la eyaculación. Por lo tanto, la respiración acelerada y fuera de control, tanto como un placer sexual reducido a unos genitales cada vez más tensos, son todos signos de que se acerca la eyaculación. Es mejor abandonar todo eso. Pues en cambio, la respiración voluntaria e intencional resulta una herramienta útil para evitar la eyaculación automática. Esto tal vez no se logre desde el principio, pues primero hay que lograr otras cosas antes de poder controlar la eyaculación con la respiración: hay que haber logrado controlar establemente la eyaculación mediante los esfínteres, mediante las contracciones de los ejercicios que recomendamos para aprender a controlar la eyaculación.
Pero no dejes de intentar hacerlo, no dejes de intentar controlar la eyaculación mediante la respiración voluntaria; quien persevere, comprobará que de hecho la respiración controlada voluntariamente, transforma el placer sexual en algo no caótico y descontrolado, sino en algo armónico y bajo el control de la voluntad. La respiración así se transforma en una especie de motor corporal que impulsa hacia arriba el placer sexual, desarticulando en el hombre la relación automática entre placer sexual, orgasmo y eyaculación, y en la mujer, abriéndola al amor del interior de su cuerpo y al amor que ella está recibiendo a través del sexo.
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