Llevar un diario sexual es interesante y atractivo, transgresor y útil. Es como recapitular todos nuestros eventos sexuales, y extraer de ellos la energía y el conocimiento que hemos obtenido, sacándoles verdadero provecho. Es como por fin tomar y leer a fondo los libros de relatos de nuestra experiencia erótica, en vez de dejarlos en los anaqueles de nuestra memoria oculta, donde estaban llenándose de polvo. Es viajar hasta todos los confines de la conciencia, y recoger y traer de vuelta todos los filamentos de nuestra luminosidad, de entre los meandros del sinuoso camino donde los habíamos ido dejando en nuestro andar. Llevar un diario sexual es trabajar por la unificación e integración consciente de todos los capítulos dispersos de nuestro ser, en vez de recapitularlos de manera forzada y automática en la hora de nuestra muerte.

Llevar un diario sexual_FeaturedTú puedes imaginar como más la desees la escena de tu cuerpo y tu mente escribiendo sus anécdotas sexuales. Para nosotros, la mujer desnuda escribiendo con inocencia en la arena de la inmensidad lo confesable y lo inconfesable, es una buena alegoría de este oficio de llevar un diario sexual. Y como empezar dando el ejemplo es lo mejor, aquí está nuestro Diario sexual, con todos o muchos de nuestros avatares amorosos. De la A a la Z, de la V a la L de vida sexual, de todos los tiempos desde la infancia hasta los días presentes, y sin evitar la exposición de tabúes rotos ni de eventos supuestamente reprobables desde el punto de vista moral.

La moral es una institución tan caprichosa, que algunas cuestiones que eran negadas cuando éramos niños, ya hoy, apenas varias décadas después, no lo son en absoluto, e incluso puede que seamos mal mirados si, por decisión personal, elegimos un camino sexual, no ya a contracorriente sino simplemente distinto. Es seguro que mañana, cosas que hoy eran imposibles de hacer sexualmente porque estaban “prohibidas”, serán “normales” y hasta obligatorias, y que actitudes que ya se habían “normalizado”, vuelvan a prohibirse debido a que ya no convienen al Poder de turno, o porque la gente se ha cansado de repetirlas sin encontrar nada en ello, y ahora desean repetir sexualidades old fashioned o futuristas. Definitivamente la moral no es el mejor enfoque para decidir qué hacemos o no hacemos en el sexo, y qué de eso decimos o no decimos, y cuán abiertamente lo hacemos.

Las mujeres tenemos un don especial para atender y contar los detalles de los eventos, especialmente si son de índole amorosa sexual —ambas cosas, sexo y amor, son una y la misma, y si aún aparentan existir por separado, la cuestión es precisamente reunirlas. No asombre, por tanto, que en este sitio la cantidad de artículos firmados por el componente femenino de este binomio sea generosa. También ocurre que las mujeres vemos como historias singulares eventos que los hombres prefieren ver como una continuidad. Es cuestión de géneros opuestos y complementarios, cada uno con su singular manera de percibir la vida telúrica y cósmica.

No hemos dejado de incluir en este, nuestro Diario sexual, anécdotas y escenas que, aunque tienen a otras personas como protagonistas —y a nosotros mismos sólo como actores secundarios, o de reparto, o figurantes, aunque paradójicamente siempre seamos el punto de vista espacial del cuento y el camarógrafo de la película—, aun así fueron eventos que, de cierto modo, vivimos e igualmente dejaron, “para bien o para mal”, su rastro en nuestra vida sexual. Ponemos entre comillas “para bien o para mal”, porque lo bueno y lo malo fertilizan por igual la evolución dentro del camino sexual; y especialmente lo malo adereza las experiencias y sus relatos como exótica especia del lejano Oriente.

Lo importante, más allá de lo correcto o lo incorrecto, es ir profundo en el sexo, y que sea de verdad de la buena, y siempre evolucionar en el intento.

¡Que disfrutes y goces de nuestro Diario sexual, y que saques de él tanto provecho como nosotros! Con afecto,

SUSANA Y MISAEL