La influencia de un verdadero maestro puede ser valiosa, incluso dentro del camino tántrico o de cualquier otra vía sexual que se practique principalmente en la intimidad. Esto no significa que un maestro pueda caminar el camino por ti, o que tenga el poder de «despertarte» si no te despiertas tú. Los verdaderos maestros, desde una sencillez muy poderosa, sin represiones, te hacen consciente de que el mejor maestro de ti eres tú —ese quizás sea su mayor regalo. No obstante, una buena iniciación con un maestro real puede marcarte para siempre, a pesar de que él ya no esté.
Lo que acabamos de comentar se nota muy bien en un interesante fragmento que a continuación citaremos. Sudhir Kakar, en su libro Chamanes, místicos y doctores, cita de primera mano —o sea, tal como lo recibió de boca de un adepto tántrico de la actualidad, pero ya en tiempos en que no era neófito—, la narración del primer encuentro de éste con su gurú, y de la primera lección sexual que obtuvo para toda su vida. El siguiente fragmento, luego de un breve comentario de Kakar, reproduce la entrevista completa.
«Para el tantrista varón, aprehender y experimentar la naturaleza de la feminidad (es lo opuesto con las tantristas) forma una parte importante de la práctica tántrica. El proceso puede comenzar con formas más simples de entender el misterio de la diferencia sexual. He aquí cómo recuerda un tantrista la primera conversación con su gurú sobre el tema:
‘Yo tenía dieciséis años en ese tiempo y estaba adquiriendo los secretos del svadhisthan chakra cuando mi gurú me preguntó una vez:
—¿Me puedes decir en qué circunstancias tienes una erección?
—Gurú, no sé. Pero a menudo tengo una erección.
—Cuando tienes una erección, ¿qué sientes al respecto?
—Bueno, siento placer, pero también estoy a disgusto.
—¿Qué haces cuando tienes la erección?
—A veces voy al cuarto de baño, deslizo una mano sobre ella hasta que el esperma es liberado y luego me siento bien.
—Sí, eso está bien. Ese es un modo de hacerlo. Pero esto no debe perdurar. ¿Te gustaría usar tu mano por siempre?
—No, lo que me gustaría hacer es encontrar una mujer, poner mi erección en ella y empujar tanto como sea posible.
—¿Qué crees que la mujer piensa de eso?
—No entiendo lo que quieres decir.
—Bueno, ella no está muerta, ¿lo está? ¿Tendrías relaciones con un cadáver?
—No.
—Entonces debe participar de alguna manera. Debe tener algo a cambio, ¿no? ¿Por qué habría de hacerlo? ¿Qué le das tú?
—Gurú, ¿qué quieres decir con este dar? Yo simplemente quiero hallar un agujero y hurgonear.
—¿Por qué habría de disfrutar la mujer tu hurgoneo? ¿Qué obtiene ella y qué le sucede a ella? En el momento en que me des una buena respuesta te conseguiré una mujer.
Luego me dio un mantra para ayudarme a meditar sobre la cuestión. Fui a verlo unos días después, luego de haber pensado sobre nuestra conversación anterior y haber meditado con el mantra que me había dado.
—Gurú, creo que lo que la mujer quiere es llenar un lugar vacío.
—Correcto. Esa es una de las respuestas acertadas. La mayoría de las mujeres sufren porque tienen un espacio vacío que un hombre llena con el pene. Tú llenas una carencia en ella. De manera semejante, tu pene está incompleto sin la vagina. En el acto de unión, ambos llegáis a ser completos. ¿Quieres una mujer?
—No de inmediato.'»
(S. Kakar: Chamanes, místicos y doctores. Una investigación psicológica sobre la India y sus tradiciones para curar.)
Deja tu comentario