Los sexólogos continuamente han llegado a conclusiones erróneas con respecto a la vagina, al orgasmo femenino, al pene, a la eyaculación, y en general al acto sexual, debido a que han estudiado a parejas que sólo saben hacer el mediocre sexo habitual.
Claro que durante los escasos 10 ó 15 minutos que, en el mejor de los casos, hoy dura el acto sexual una vez a la semana o algo así, sólo la parte externa del interior de la vagina —relacionada con el clítoris y el Punto G— es sensible, y la mujer casi nunca llega al orgasmo salvo por casualidad o por excepción.
En cambio, si el acto sexual durara al menos media hora o bastante más, y se hiciera con la mayor frecuencia posible, nuevos y tremendos secretos se descubrirían sobre la sensibilidad vaginal y sobre los orgasmos femeninos.
Por ejemplo: que la región del vuelo sexual divino es el fondo de la vagina si el hombre es capaz de permanecer allí sin irse con la eyaculación, y que toda mujer es poderosamente multiorgásmica —si ella hoy no es multiorgásmica, eso se debe a que el hombre no tiene control sexual y eyaculatorio. Por supuesto que no se trata del tamaño del pene: eso no importa.
No se trata de alargar más el juego sexual previo a la penetración: ese tiempo no cuenta, y ni siquiera importa tanto realizar el juego sexual previo. La clave es el tiempo que dure la penetración misma. Si desean jugar previamente, jueguen. Pero lo que realmente marca la diferencia es cuánto dure el acto sexual y cuán profunda llegue a ser la penetración.
La mayor frecuencia y duración sexuales abren puertas para los amantes, las cuales permanecen cerradas si el sexo se hace casi nunca o nunca. La sensibilidad y la capacidad de los genitales para dar y recibir placer y amor aumentan notablemente cuando el acto sexual se hace más veces (frecuencia) y durante más tiempo (duración).
El pene que desarrolla suficiente control de la eyaculación, puede experimentar sensaciones orgásmicas sin que se mueva el semen. Sólo aprender a desarrollar capacidades como estas, realiza la utopía, más mentada que lograda, de que el gozo sexual llegue al corazón de la mujer, y de que el sexo más extático se transforme en amor.
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