El film alemán Partículas elementales (Oskar Roehler, 2006), tiene una breve secuencia en la que podemos ver al protagonista Bruno (Moritz Bleibtreu), durante un recuerdo adolescente, iniciándose sexualmente con una Annick muy bávara y pechugona, quien, con pleno dominio de la situación, le hace al chico “una cubana” en pleno funeral de su abuela, escondidos en la bodega de los vinos, como si de la Oktoberfest se tratara. La escena lo muestra todo y no muestra nada, a través de esa cámara en mano que no para de moverse. La vida sexual de Bruno es anómala desde el inicio, y, como siempre, logra sacar de paso incluso a su psiquiatra.
Quien sabe por qué, la masturbación del pene con los pechos de una mujer es llamada “una cubana” —al parecer sobre todo en España. Es la misma pregunta que se hacía Juana la Cubana en el corto homónimo de Eduardo del Llano, y al parecer ella, a pesar de su nombre antonomástico, tampoco llegó a una respuesta definitiva. ¿Será una reminiscencia de cuando Cuba era colonia española, y los peninsulares que habitaban en la Isla adoraban tener sexo con las mulatas?
Con esto de “hacerse una cubana” debe de ocurrir lo mismo que ocurre en ciertos lugares de México, que siendo como es, la tierra del chile, al ají más picante de todos —una variedad fuerte fuerte del capsicum chinense, casi pólvora vegetal lacrimógena— lo llaman “chile habanero”, y aún no se sabe si este «habanero» viene de La Habana o de Java («javanero»). De cualquier modo, en Cuba a veces se consume chile fuerte, al que llaman “ají picante”, “ají guaguao” o “ají la-puta-de-su-madre”; pero se consume en una proporción que no llega ni al 5% del que se consume en tierra azteca. Cierta vez, una amiga mexicana nos regalo unos caramelos —con la sorpresa de que en su centro escondían, no una pasa, sino un chile muy picante, realmente picante. Antes de que el paladar nos avisara, las lágrimas nos corrían por las mejillas. Tuvimos que abortar la masticación.
Así pues, ¿por qué entonces lo de llamar “una cubana” a la masturbación con los senos? Quizás se trate del viejo mito de que el Caribe es más sensual, sexual y picante que ninguna otra región, lo cual no es más que un slogan turístico. Los pechos de las mujeres cubanas no suelen ser tan voluminosos como para que se generalice la idea de que masturbar con los senos es una práctica diaria en Cuba. Abella Anderson —quien por lo pronto parece ser la más famosa pornostar de ascendencia cubana— no podría hacer “una cubana” como la de Annick, por mucho que quisiera aprovechar ese mito para fomentar su carrera de aparente bravata sexual.
Masturbar con los pechos —que no es la gran cosa si el hombre no ha hecho o va a hacer con la mujer un acto sexual que valga la pena— podría llamarse tanto “una cubana”, como “una bávara”, o incluso “una romañola” —a juzgar por los gigantescos pechos naturales de aquella tendera del Amarcord de Fellini.
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