Para descargar las energías orgásmicas divinas, la mujer intuye y detecta en el hombre esta capacidad de amarla a fondo. “Aquel que cultiva diariamente su centro sexual, es amado y adorado por todas las diosas hermosas”, dice el «Shiva Samhita». Este es el principal de los «Samhitas» o escrituras del Tantra Yoga. La economía de la energía seminal es el único camino de este mundo que permite que el pene del hombre se transforme en un imán. El cual atrae, descarga y derrama orgásmicamente las más finas energías del amor de la mujer en la realidad. Desde sus pechos adorables hasta su precioso sexo de diosa.
En la propuesta del «Shiva Samhita», que el hombre cultive su “centro sexual” (Swadhisthan Chakra) no tiene nada que ver con desgastar la energía eyaculatoria insensatamente. Como hoy él hace. Sino que consiste en economizar con sabiduría la energía seminal. La energía seminal no es sólo una energía física: es psicofísica. El desgaste seminal empieza en la mente y luego es que llega a lo físico. Tanto como el control de la eyaculación empieza por lo físico y se radica en lo mental.
Los ejercicios y técnicas físicas para el control de la eyaculación están muy bien y son necesarios para empezar. Pero, cuando la mujer alcanza altos niveles orgásmicos, el control de la eyaculación del hombre debe ser idéntico al control de la mente. Esta es la única forma en que ese frenesí femenino de la diosa orgásmica pueda continuar. Sin que arrase con el leve control eyaculatorio que él hoy tiene, y con el aún más leve control de su mente.
El secreto para descargar las energías orgásmicas divinas
El hombre que conserva su energía seminal (o que al menos la economiza), gana control sobre su eyaculación y sobre su erección. De modo que, sin estar sexualmente ansioso, está siempre a punto para amar. La mujer que descubre el sexo verdadero siempre quiere hacerlo, y sólo un hombre que economice su energía seminal puede estar a la altura de la Diosa del Amor que es cada mujer.
Sin necesidad de tontos viagras o pueriles inquietudes sobre el tamaño del pene, el hombre puede permanecer amando durante horas, o durante el tiempo que la mujer necesite para hacer el viaje sexual completo que él normalmente no ha podido darle. Porque su eyaculación siempre antes de tiempo obliga a que tanto él como ella se bajen del Vehículo del Diamante (Vajrayana), mucho antes de que el viaje sexual haya comenzado.
La mujer por sí sola no puede hacer este viaje sexual que culmina en la descarga orgásmica de la energía femenina divina en el mundo: sólo el hombre real puede hacer esto en ella. Esta es la misión natural del hombre en el amor, mientras que la misión natural de la mujer en el amor es ser la puerta a través de la cual todo lo divino (no sólo lo humano) puede entrar en la existencia. Ella únicamente puede esperar a que el hombre aprenda a cumplir con su misión en el amor y en la vida.
O en cambio, ella puede hacer lo que hoy hace: cansarse de esperar por él, encolerizarse con él, abochornarlo, atormentarlo, sustituirlo por dildos y vibradores, e inventarse todo tipo de máscaras sociopolíticas y activismos antimasculinos. Ella hace todo esto para ocultar la insoportable saturación de las energías orgásmicas divinas femeninas que hay en su interior, que a nadie parece importarle a pesar de que el mundo tanto las necesita.
Los juguetes no llegarán a tocar jamás las energías orgásmicas divinas
Un orgasmo de dildo o vibrador es una completa estupidez que ni siquiera cosquillas hace a la mujer en lo profundo de su amor y su divinidad. Así lo es también el equivalente de un dildo: un pene que continuamente derrama en vano su energía seminal y se erecta con viagras como un tubo inerte de silicona. No es raro que la mujer hoy en día no crea ser divina y hasta se ría de ello al sólo pensar en el dilema que es nacer mujer en este mundo. Nadie le ha dado ni la menor prueba real de que ella es divina, y sí muchas pruebas de lo contrario.
Los valiosos conocimientos eróticos orientales repiten esto, cada cual a su manera: la mujer es la Diosa (Tantra hindú), la mujer es la puerta de lo divino en la existencia (Tantra budista), la mujer es Shekinah o presencia de Dios en la tierra (Kabbalah), la mujer es encarnación de la energía de la que está hecha casi la totalidad del cosmos (Toltecayotl), etc. Así que, de cualquier modo, no sigas pasando esto por alto. Ocúpate de aprender a cumplir con tu misión en el amor: descargar las energías orgásmicas divinas de la mujer e iluminar con ellas este mundo, que de veras lo necesita.
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