La cama es uno de los lugares más dulces para los amantes. En ella se hacen cosas que nadie mas que los amantes sabe, cosas inconfesables de la pasión, e incluso, en los niveles avanzados del sexo, la cama ―o cualquier lecho que usemos para amar― se vuelve el espacio sagrado y mágico donde lo divino se hace realidad, donde la tierra se une con el cielo.
Cuando aquí decimos «En la cama como en la vida», estamos proponiendo que la divinidad que hacemos en la cama gracias al buen sexo no quede ahí en el lecho, sino que pase a nuestra vida cotidiana. En la vida cotidiana debemos ser los mismos amantes que somos cuando estamos haciendo buen sexo. De otro modo la cama se vuelve un bonito pero ficticio «mundo aparte» donde los amantes se dicen algunas de esas «mentiras» románticas mientras hacen sexo, para después olvidarlas al levantarse del lecho con amnesia post-eyaculatoria.
DE LA CAMA A LA VIDA COTIDIANA
Mejor es que la magia del buen sexo pase a la vida cotidiana. La energía sexual da forma a todo en la vida ―no sólo en el acto sexual sino además en lo cotidiano. Por eso, luego de hacer buen sexo, no será difícil ser en la vida entre amantes lo que somos en la cama: vulnerables, sensibles, apasionados, heroicos, intensos, penetrantes, profundos, creativos, emprendedores, valientes, reverentes, justos, equitativos, altruistas, discretos, íntimos, transgresores, devocionales, diárquicos, dedicados, honestos, talentosos, sensuales, inteligentes, mutuamente interesados… y lo demás que consideremos bueno, todo lo cual en realidad se resume en una palabra: amorosos.
Lo que sea que esto signifique para cada pareja, en la vida cotidiana debemos: divinizarnos uno a la otra, regalarnos mutuamente esas cosquillas profundas que nos vivifican, tratarnos recíprocamente con tanta devoción como en la cama, ser tan sensibles e interesados en nuestra pareja como cuando estamos acoplados con ella, ser tan bizarros y osados como cuando la energía sexual nos mueve irrefrenablemente al sexo, e incluso debemos ser tan orgásmicos como cuando le damos todo a este otro cuerpo que cabalga con el nuestro.
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