CHARLOT SOÑANDO CON ERÓTICAS NINFAS. Ni Chaplin pudo resistirse al encanto de los mitos de eróticas ninfas, resucitadas por los pintores prerrafaelistas victorianos pocos años antes. En este fragmento del su film «Sunnyside», el enamorado Charlot cae sin darse cuenta en un agujero… Y como el Quijote en la cueva de Montesinos, comienza a tener este sueño visionario, no con damas medievales, sino con cuatro graciosas ninfas que, coronadas de flores, bailan en torno a él tomándolo por fauno (sátiro), mientras sus peplos nada transparentes sólo sugieren las delicias de su cuerpo, como ocurre con las ninfas de Botticelli (no así con las de Rubens, Soulacroix, Belly, Bouguereau, Waterhouse o Gerda Wegener, que casi siempre van desnudas).
Todavía el coterráneo de Chaplin y los prerrafaelistas, el erudito Robert Graves, no había demostrado que las ninfas reales (las que habitaban la Grecia más arcaica, antes de que se llamara así) fueron mujeres de carne y hueso, sólo que de una época matriarcal en que el matrimonio y el patrilinaje aún no se habían inventado, y las mujeres hacían el amor libremente con todos los hombres en bosques como el de la escena de Chaplin, sin que se supiera nunca (ni importara) quién era el padre de sus hijos. Mucho después el cristianismo identificará al sátiro cabrío con el demonio, subvirtiendo los mitos hasta lograr santificar el matrimonio que el patriarcado había inventado no hacía mucho.
De todos modos Charlot recreó su versión cómica pero elegante de estos seres ninfeos de feminidad ideal, y no pudo evitar pincharse el trasero con un cactus y mantenerse rascándoselo todo el tiempo. A decir verdad, las ninfas prerrafaelistas siempre tienen rostro de actriz silente, y eso Chaplin lo heredó. La belleza de las ninfas siempre expresa los cánones de su época. Las de Chaplin son un poco rollizas, con rostro de Mary Pickford, cuerpo de Mabel Normand y piernas rellenas de Clara Bow.
Por fortuna las ninfas silentes son distintas de las de nuestra época, que deberán ser anémicas y raquíticas, con el cuerpo lleno de implantes, la mirada llena de ego, y posiblemente creyendo que son “faunos que nacieron en un cuerpo equivocado”.
Como ocurría en los albores del cine, en esta película Chaplin realiza de manera genial casi todos los roles en el film: dirección, producción, guión, protagonista, e incluso la bella música incidental de la escena, escrita para orquesta. Al menos esta vez dejó la fotografía y el montaje a Roland Totheroh, aunque al parecer él mismo hizo la edición. En esta escena se cumple algo que dijo Fina García Marruz: al cine silente no le falta el sonido, sino que tiene el silencio.
[Fragmentos tomados de «Charlot en el campo» («Sunnyside», Charles Chaplin, 1919) y de «Charlie Chaplin Studios Swimming Pool». Cortesía de Charlie Chaplin Official, YouTube. Clic aquí para ver el filme completo.]
También el director silente Mack Sennett se había acercado relativamente al tema de las ninfas en su film de 1912 «The Water Nymph» («La ninfa de agua», o más exactamente: «La náyade»). Senneth fue quien inició a Chaplin en el cine, mientras éste actuaba en New York, en tiempos en que trabajaba en la misma compañía que Stan Laurel, “el flaco” del famoso dúo humorístico El Gordo y el Flaco.
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