Los porcientos de eficacia de los métodos anticonceptivos artificiales creados por la Ciencia, son, de menor a mayor: los espermicidas (70% de efectividad), los métodos de barrera (los condones masculino y femenino y la esponja vaginal tienen una efectividad entre 80 y 84%), las píldoras anticonceptivas (94%), los dispositivos intrauterinos o DIU (96%, sobre todo si son de cobre), y la esterilización quirúrgica (casi un 100% de efectividad).
Pero ni siquiera las esterilizaciones quirúrgicas —básicamente, la ligadura de trompas y la vasectomía— que son probablemente el método más eficaz conocido hasta ahora, resultan ser 100 % efectivas. No sólo porque pueda haber ocurrido algún error técnico en la operación, sino porque además el cuerpo intenta ser siempre tan efectivo en la reproducción —de eso depende la continuidad de la especie—, que a veces de algún modo recompone las vías para realizarla —lo que se llama «recanalización espontánea»— aunque se haya intentado interrumpirlas anatómicamente, incluso sin fallos en la técnica operatoria. Esto quiere decir que —a pesar de que sea en muy poca medida— se han dado casos en que aunque los conductos de la fecundación hayan sido cortados o bloqueados quirúrgicamente, el cuerpo en alguna medida recompone el camino para que los espermatozoides se reúnan con el óvulo.
En la naturaleza, la función reproductiva está diseñada para ser casi infalible: todos los seres vivos de un modo u otro se reproducen a partir de conductas y funciones sexuales inexorables e involuntarias, y sólo el ser humano se separa un poco de esto, y tiene la ganancia evolutiva de ir al sexo por disfrute, conciencia y amor.
Algo que deseamos añadir es lo siguiente: los métodos anticonceptivos artificiales son, de un modo u otro, invasivos para el cuerpo. Al menos nosotros siempre sugerimos a las parejas que intenten de versa usar métodos anticonceptivos naturales. Los métodos anticonceptivos naturales, si son puestos en práctica a cabalidad, son muy eficaces.
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