«Queremos practicar las diversas posiciones,
aquellas que apenas conoce un esposo corriente,
como Tian Lao (la «Niña Sencilla») ha enseñado
al Emperador Amarillo».
ZENG HING, siglos I-II d.n.e.
Aunque se refieren específicamente al caso de la cultura erótica china, los siguientes versos del poeta cubano Luis Rogelio Nogueras —de su poema «Mirando un grabado erótico chino»— bien pueden aplicarse a cualquier grabado erótico de los tantos que ha legado la cultura asiática al acervo mundial:
Mirando un grabado erótico chino
tú me preguntaste
que cómo era posible hacerlo de ese modo
Lo intentamos
¿recuerdas?
Lo intentamos
Pero fue un fracaso
China tiene sus arcanos
China tiene sus secretos
China tiene sus murallas infranqueables
A veces, cuando contemplamos con gusto alguna de estas ilustraciones eróticas orientales, más bien parece que se trata de una complicada gimnasia y no de un acto sexual. Algunas posiciones resultan francamente imposibles de llevar a la práctica, o al menos no por un ser humano normal.
En honor a la verdad —y a diferencia de la iconografía tántrica, por ejemplo—, no son tan abundantes las imágenes específicamente chinas taoístas que muestren posiciones sexuales demasiado complicadas, sino que por el contrario, son más bien comunes las ilustraciones que representan a la mujer debajo y al hombre encima —ya sea que estén acostados, sentados o de pie—, según la noción taoísta fundamental de que lo femenino o Yin es pasivo, y lo masculino o Yang es activo. Es por esto que en el símbolo del Tao, lo claro o Yang suele, como el cielo, ir encima, y lo oscuro o Yin suele ir debajo, como la tierra. En el taoísmo, como en la mayoría de las tradiciones sexuales del mundo —aunque no en todas, como pronto veremos—, la mujer representa a la Madre Tierra, y el hombre representa al Padre Cielo.
Existe un famoso papiro sexual egipcio, el Papiro erótico de Turín —así llamado porque en la actualidad se encuentra en el Museo Egipcio de esta ciudad italiana—, que a pesar de que les antecede en milenios, puede ser considerado similar a manuales al estilo del Kama Sutra y el Ananga Ranga. A pesar de que los estudiosos no se ponen del todo de acuerdo en cuanto al significado de sus explícitas escenas sexuales, es bastante seguro que se trate de un manual erótico:
«Durante muchos años, este papiro fue considerado un documento satírico-pornográfico y los investigadores tendieron a ignorarlo. Más adelante, empezaron a estudiarlo como una expresión de carácter religioso, considerando que contenía una descripción gráfica de actos humanos (realizados también por los animales) que imitaban el comportamiento de los dioses. Creemos que la tendencia general actual de considerarlo una especie de guía sexual es la más apropiada. En apariencia es el único resto que nos queda de los antiguos papiros amorosos egipcios utilizados en la educación sexual de los nobles, de manera análoga a como el Kama Sutra era utilizado por los nobles indios, o el Shunga, por los nobles japoneses». (El-Qhamid y Joseph Toledano: Sexualidad y Erotismo en el Antiguo Egipto.)
A pesar de la anemia sexual que impera en el tecnológico Japón actual —repleto de sex-shops pero con la frecuencia del acto sexual casi en cero en la mayoría de sus parejas—, los nipones también tuvieron su tradición de manuales eróticos e ilustraciones sexuales, incluidos los catálogos de posiciones para hacer el sexo. Esta tradición se llama shunga, y se prolongó desde el siglo XIV hasta bien entrado el siglo XX. Shunga significa ‘estampa de primavera’, que es un modo de decir ‘ilustración del acto sexual’, pues ‘primavera’ era un eufemismo generalizado para referirse al coito. Sin duda alguna, el shunga es un antecedente importante del hentai, que es como en el Japón actual se denomina al manga y al ánime pornográficos.
Gracias a la lectura cabalística que ciertas personas son capaces de hacer en lo que conocemos como Biblia, podemos saber que, en la magia sexual judía, el sexo se hacía en la posición llamada “postura del misionero”, o en alguna de sus variantes. Quizá la explicación más profunda de esta célebre postura sexual sea la que se encuentra en el Zohar. Lo principal de esta postura es que la mujer y el hombre puedan permanecer frente a frente durante el acto sexual. Esto tiene que ver con cuestiones esotéricas en cuanto a la relación entre lo femenino y lo masculino: el hombre y la mujer, en un principio, fueron creados como un sólo ser andrógino. Luego fue que ocurrió la separación en dos sexos, según la búsqueda de lo que expresa el concepto hebreo de kenegdô: colocar a la mujer y al hombre frente a frente, para que se den conciencia mutua. Realizar esta reunión sexual absoluta es lo que se busca con la postura del misionero.
Existen varios manuales de erotismo árabe, todos ellos llenos de informaciones sexuales que tienen relativa importancia, y no mucha importancia, ya que no resuelven los problemas más acuciosos del acto sexual contemporáneo. Con estos manuales árabes ocurre lo mismo que con los manuales de erotismo de la India —el Kamasutra, el Kamashastra (que como hemos reiterado, además de ser el nombre de un manual, es el nombre de la tradición a la que pertenecen todos estos), el Ananga Ranga, el Ratimanjari, etc.—, que muchas de sus informaciones se refieren muy específicamente a las personas de las regiones culturales donde fueron redactados, o simplemente han perdido vigencia o están sobrevalorados, es decir, considerados por encima de su importancia real. No obstante, hoy por hoy, si deseamos tener nociones de lo que ha sido el proverbial erotismo de los árabes, podemos remitirnos al más célebre manual de erotismo árabe: El jardín perfumado, escrito por Shaykh (Jeque) Nefzawi en torno al siglo XIV, y traducido por primera vez a una lengua occidental, el inglés, en el siglo XIX por la pluma del explorador y orientalista inglés Richard F. Burton —quien poco antes también había traducido por primera vez el Kama Sutra, y también realizó una de las traducciones más conocidas de Las mil y una noches. El jardín perfumado describe una serie de posiciones sexuales, muy dentro del estilo de los manuales eróticos orientales.
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