Exóticas mujeres desnudas en cuerpo y alma a la orilla de una alberca… atractivas curvas femeninas dentro de una luz mítica: pechos, ombligos, caderas, cinturas, sorpresivos descensos púbicos hacia el misterio… entradas furtivas en el gineceo prohibido, justo en el momento en que una olorosa vulva estaba descubierta, y así a la vista se mantiene, como una granada madura partida en dos, sin huir de miradas masculinas y femeninas…

…nacarados y mórbidos senos donde lo divino adquiere delicadas formas bulbosas, puntiagudas, apezonadas… un aroma de mujeres risueñas y despreocupadas llenando el vapor tibio de un baño turco, que dejará sus exquisitos cuerpos listos para el amor de la noche… agua fresca y cristalina en la que dos náyades, que antes eran estatuas, han cobrado vida para retozar carnalmente durante toda la eternidad…

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…muchas muchas ninfas —en realidad no son sino mujeres en un estado perfecto de conciencia femenina—, cálidas y tostadas en su espera eterna del sexo más deleitoso recibido en la forma de frutas tropicales: igual de dulce es el amor si asume la forma de un membrudo musa acuminata o balbisiana o de una carica papaya dividida en dos tajadas muy juntas… numerosas dríades desnudas y desperdigadas en el suelo de una pastura verde esmeralda, siendo poseídas por otros tantos sátiros y centauros, provocando femeninos gemidos que llegan hasta el cielo…

…accesibles hetairas de belleza sobrehumana revolviendo la energía kundalínica de los circunstantes, haciendo salir de bajo los escombros de la represión milenaria el más profundo erotismo… desvergonzadas mozas, atrevidas majas, sicalípticas mancebas que muestran y miran sin pudor los órganos del amor, soñando el paraíso de los cuerpos enlazados… princesas y damas despojándose de vaporosos vestidos en vísperas de un acto sexual que va a funcionar tan mágicamente bien como en sus sueños más inconfesables…

La gran piscina de Bursa_Jean-Leon Gerome (1885)

…terrenales diosas de la voluptuosidad y de la virginalidad celeste, que unen la tierra con el cielo, el delta glabro con el corazón puro… romances, idilios, suspiros, placeres edénicos que colocan el paraíso terrenal en un paisaje de mujeres y hombres que de repente han retrocedido a la Edad de Oro… las cualidades ninfeas del cuerpo femenil al alcance de todo hombre en el justo momento en que las desee…

…deliciosas odaliscas de sensualidad acrecentada por el consumo de raras sustancias psicotrópicas… harenes de preciosas mujeres para las que las relaciones sáficas son algo cotidiano y aun desesperado… vergeles secretos habitados por innombradas deidades lúbricas que se persiguen unas a otras para hacer el amor durante todo el día… la eterna Venus recién nacida de la espuma junto a una concha divina, manando hacia todas sus hijas el renacido erotismo de la mujer real…

La encendedora de Hookah_Jean-Leon Gerome (c.1898)

…gloriosas huríes que han accedido a quitarse sus burkas y mostrar el cuerpo de Eva durante la primera mañana del mundo, porque no pueden saber que están dentro de un cuadro siendo soñadas por el divino pintor, y siendo observadas con fruición por enormes ojos impíos que las aman en la tierra y no en el cielo, y que no las juzgan al comprender los anhelos secretos de sus pechos como racimos de dátiles, de sus redondos ombligos donde no falta el licor, de sus alfombras púbicas como caballerías de nubios, de sus olorosos pebeteros de granada secreta…

…epicúreas Safos que bien comprenden la absoluta unidad del amor sublime y carnal en el cuerpo de una doncella… tántricas Dombis que de sí mismas todo dan y nada niegan en pos de danzar en el cielo del placer… thelémicas damas afiliadas a extrañas sectas sexuales que no desean reprimir ni siquiera el último de sus anhelos… paganas y hermosas brujas que desean ser terriblemente amadas por todas las entradas de su cuerpo…

DEVOLVER AL SEXO LO QUE ES DEL SEXO

Todas estas exóticas y voluptuosas potencias que acabamos de listar, son temas caros a ese tipo de pintura que ha sido llamada “evasiva”, que coloca sus anhelos en lejanas geografías culturales, en misteriosas eras de la conciencia, en realidades alternativas donde todas las fantasías de lo sexual son posibles.

Pero en estos lienzos —específicamente en estos que hoy traemos, realizados por el pintor académico francés Jean-Léon Gérôme (1824-1904)— no están expresados meramente los deseos de un pintor singular, sino todos los deseos eróticos y arquetípicos de millones de hombres y mujeres más o menos privados del verdadero poder de lo sexual debido a absurdos órdenes creados, antaño por la religión, ayer por la política, y hoy por el Mercado. Si la realidad cotidiana no goza de la plenitud sexual que deseamos, la imaginación volará lejos a encontrar su anhelado paraíso sexual. Eso es lo que dan los verdaderos artistas a la gente: la materialización de sus propios sueños con un mundo pleno, rotos los órdenes que atenazan al ser humano.

Todavía hoy no nos libramos del influjo represor que incluso en la vida íntima sexual esos poderes religiosos, políticos y económicos ejercen sobre nosotros, pues continuamente buscan aprovecharse de la energía sexual de las personas para convertirlas en masa inconsciente y por tanto manejable. Hoy como ayer la mayoría de las religiones, los sistemas sociopolíticos y socioeconómicos, han intentado y logrado recanalizar los impulsos sexuales de las personas y de las masas —desviarlos del puro y emancipador acto sexual— y usarlos para impulsar sus propios objetivos mundanos.

Si antes las religiones nos enajenaron, colocando nuestros anhelos de amor en una paraíso siempre en el “más allá”, y luego las promesas sociopolíticas aprovecharon nuestra pasión para ponerla a trabajar por construir una supuesta utopía que ciertamente en ningún sitio ha estado, hoy de igual modo el consumismo que predica el Mercado propone una plenitud material siempre futura y a costas de la destrucción del presente. Hoy por hoy incluso del deseo de evasión la publicidad se ha aprovechado, inventando mundos en los que lo paradisíaco se basa en el consumo de los productos que se están publicitando.

Los pintores de la evasión hacia ámbitos exóticos al menos han sido más honestos, al menos nos han dado su sueño de un mundo más pleno, y con ello una tácita crítica a la tiranía de “lo real”. Esa es la voz de muchos y no de unos pocos.

Banistas a la orilla de un rio_Jean-Leon Gerome (s.XIX)

Incluso cuando Gérôme se acerca a conflictos religiosos y políticos —como el de las burkas que deben usar las mujeres islámicas—, lo hace de un modo que algunos podrían llamar “estéril”: lo hace como un acercamiento per se a la belleza femenina —por la cual evidentemente sentía una devoción divina, de las que pueden llevar a decir: “la mujer es mi única religión”. No se abandona a esa actitud tendenciosa de censurar la religión musulmana desde el punto de vista de la religión cristiana. Pintar a un grupo de mujeres musulmanas, cubiertas con negras burkas de pies a cabeza algunas, pero otras de ellas desnudas por completo —sus burkas reposan en la orilla—, es usar la realidad del arte para ver lo nunca visto, para transgredir lo prohibido, para ver y mostrar el cuerpo desnudo de la mujer prohibida —lo cual dentro del mundo musulmán no es sólo una transgresión religiosa, sino también política, que allí son una y la misma. Sin embargo Gérôme hace esto como si dijera: “Los fundamentos religiosos de esta escena son secundarios. Lo que importa es la belleza de la mujer debajo de cualquier vestidura. Las diferentes religiones crean diferencias ilusorias”. Es una actitud que pareciera pertenecer al esteticismo de “el arte por el arte”, pero que, bien mirada, es más incendiaria que muchas otras que aparentan ser revolucionarias y no son sino sectarias, encerradas en su propia ideología. La belleza de las mujeres de Gérôme es menos idealizada, más multifacética y diversa que la que hoy intenta imponer el Mercado como absurda belleza única.

LA EVASIÓN COMO RECURSO PARA BURLAR LA CENSURA SEXUAL O LA HIPERSEXUALIZACIÓN MEDIÁTICA

La evasión hacia exóticos ámbitos de mitología de lo sexual, fue y ha sido un recurso típico del arte romántico, del neoclásico, y también de esa mezcla exacta de ambas corrientes que fue la pintura y la literatura de la Hermandad Prerrafaelita durante el siglo XIX y principios del XX. La recreación simbólica de una vieja leyenda sexual dentro de una áurea luz mitológica, o la representación del desnudo femenino en un ambiente en que lo telúrico y lo divino se reúnen, pueden llegar a tener un poder sexual que la mayoría de las veces no tienen ni la más aria, pseudoseductora, acartonada, siliconed & photoshoped model de los carteles publicitarios, ni la más bizarra pornografía hardcore —que aunque parezcan un medio para estimular la vida sexual, no son sino un medio de fomentar la sexualidad express un poco antes o un poco después del esclavizante horario laboral, semejante a una taza de café que da fuerzas sólo para seguir trabajando aún más para quién sabe qué.

Stay-up-late-with-Brook-Knight_Barista-Babe_Pseudopublicidad-sexual

La hipersexualización contemporánea de los mass media es un tipo de tiranía que —como señalara Foucault— no necesariamente implica más vida sexual para las personas, sino que probablemente, por el contrario, significa un adormecimiento de la sexualidad íntima y una explosión de lo sexual en la vida pública, sublimada en las metas de la política económica de turno. Esto no es álgebra superior, pero puede formularse en una ecuación bastante exacta: la vida sexual en la intimidad decrece a medida que la energía sexual se vuelca hacia propósitos políticos, económicos y mercantiles. Hablar y hablar de sexo, documentar el sexo, publicitar el sexo, parametrar el sexo, partidizar el sexo, despenalizar el sexo, desfilar el sexo, orientar el sexo: todas éstas no son cosas que necesariamente nos lleven a hacer mejor sexo, y ni siquiera a hacer más sexo. Es muy probable que esta cuestión funcione exactamente al revés. Puede ser que así estemos haciéndole el juego al Poder, que atiza la libido sólo para que produzcamos y compremos más.

La evasión plástica hacia realidades de una sexualidad más mitológica, y por tanto más poética, es expresión de la necesidad que algunos artistas han tenido de burlar la nueva tiranía contemporánea: la burda sexualidad de la publicidad, los spots que manipulan la libido en favor del consumismo, los caóticos videoclips semiporno, los continuos eslóganes de una supuesta emancipación sexual, la anatemización de todo aquel que se atreva a estar en contra de cualquier término que venga a engrosar las interminables taxonomías sexuales, el arte utilitario que sólo lleva al óleo, al celuloide, o al papel lo que no es sino pornografía sin argumento, las películas de estulta sexualidad y estultos personajes que no son sino propaganda de alguna causa, la mercadotecnia de las sex-shops, y el porno propiamente dicho.

Ni la pornografía más descarada tiene la capacidad de despertar en sus consumidores habituales el tipo de emoción sexual que con facilidad despiertan cuadros como los de Gérôme y otros neoclásicos selectos. No tenemos ningún argumento moral en contra de la representación gráfica del sexo, pero debemos decir que el problema del porno es que el acto sexual que representa es esencialmente falso, y casi nunca pasa de ser una llamada al semen masculino para que salga de las gónadas: el porno carece de poesía y no genera sentimientos sexuales, un afrodisiaco que está ausente de las relaciones sexuales habituales y que ha sido sustituido por viagras: la droga que la sociedad tecnológica ha inventado para compensar la anemia sexual que ella misma crea en los hombres debido a que usa continuamente su energía sexual para propósitos no sexuales.

Los artistas plásticos que en la actualidad se sienten más o menos epígonos de aquellas corrientes artísticas —neoclasicismo, romanticismo, prerrafaelismo—, con frecuencia recurren también a la evasión para soslayar esta ultrasexualización de la vida pública, y así retornan a la representación de ámbitos mítico-sexuales en sus cuadros, bastante más allá de la animalidad sexual imperante. Pero habiendo llegado nosotros a este punto, y parodiando el título de una de las más famosas crónicas de Larra, preguntémonos: ¿Qué es la evasión y dónde se la encuentra? ¿Es “buena” la evasión, o es “mala”?

Mujeres en el bano_Jean-Leon Gerome (c.1898)

La evasión —como concepto del arte— es un tipo de expresión artística indirecta, lateral, oblicua, sublimada o de subterfugio, que no necesariamente busca autocomplacerse en la ensoñación de una realidad idílica representada en la obra de arte, sino que muchas veces lo que se busca con ese tipo de expresión en la Plástica es dar un rodeo para burlar la censura —del mismo que lo ha hecho la literatura fantástica, surrealista, de ciencia ficción, de utopía o distopía: descentrándose de la propia realidad cuya expresión directa está censurada —por la religión, por la política, por el Mercado—, y colocando las escenas en ámbitos que ostentan un orden que el artista considera superior al propio, al menos en el aspecto específico que esté tratando la obra de arte. La evasión, como modo expresivo en un cuadro, consiste en un decirle algo al propio espacio y tiempo, usando para ello otros espacios y otros tiempos. El sexo ha sido siempre, hasta hoy —y aunque parezca lo contrario—, uno de los aspectos más censurados, reprimidos y silenciados en el arte y en la vida humana, y la evasión ha servido muchas veces para burlar esa censura.

La evasión es una fusión de lo horizontal y lo vertical, es decir: de lo cotidiano y lo ideal, de lo real y lo imaginario, de lo tenido y lo deseado, de lo aristotélico y lo platónico, de lo substancial y lo eidético, de lo épico y lo lírico, de lo terrenal y lo divino. La evasión es, por así decirlo, un sueño luminoso en que lo imposible se hace posible sin que medien esfuerzos para lograrlo. En términos de lo sexual, la evasión es el logro, imaginario pero gustoso, de todos los deseos, sueños, imaginaciones y fantasías sexuales, a pesar de que la propia realidad indica lo contrario. ¿Acaso es esto algo malo? No lo es en absoluto. La evasión, si va más allá de la evasión e intenta hacer realidad lo que sueña, resulta un paso de avance hacia lo deseado; o en término de la cinematografía actual: la evasión en la plástica es un tráiler de lo bueno que vendrá o que se está intentando traer.

Hasta ahora la evasión artística de los pintores hacia ámbitos y culturas exóticos y de erotismo más libre, ha sido mal vista por los críticos, y sobre todo por el Poder que precisamente gracias a la evasión ha podido ser eludido. Nosotros no lo vemos mal: nosotros lo comprendemos. Con una sexualidad tan reprimida como la que ha sido obligatorio llevar dentro de los órdenes tiránicos occidentales, no es raro que muchos artistas evadan, por lo menos en su obra —ya que no en su vida cotidiana—, los sistemas que han oprimido al ser humano. La evasión del artista no fue una actitud inventada por Gauguin o Rimbaud —quienes proverbialmente sí se desplazaron físicamente hasta los ámbitos que soñaban, convirtiéndose en símbolos de la búsqueda de nuevos horizontes lejanos. La evasión de la propia realidad gris y el sueño con un mundo luminoso y poblado de cuerpos de amor, es un recurso que siempre ha existido —en el arte y en la vida cotidiana—, y existirá mientras el mundo no sea un lugar pleno para todos.

Frine ante el areopago_Jean-Leon Gerome (1861)

Está claro que para dar solución a cualquier cuestión de la vida, la evasión no es suficiente: la mente está en otro sitio, mientras el cuerpo continúa en el ojo del ciclón —lo queramos saber o no. Pero echar un vistazo a lo que ocurre en otras culturas y en otras épocas, no está mal para empezar. Al menos es mejor que sólo dejar las propias cosas tan mal como están. O peor aún: darlas por buenas tal y como están. Éste es el colmo de la enajenación. Mejor es mirar con frescura a Friné completamente desnuda frente al areópago: ella nos aclarará qué es lo que realmente importa: si las triquiñuelas del Poder de cualquier época, o el cuerpo desnudo de la Diosa eterna haciendo cambiar de dirección a la moral o a la política.

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