Graciosa, juega sin temor.
El universo es una concha vacía
En la que te deleitas infinitamente.
VIGYAN BHAIRAV TANTRA
Hay un viejo chiste hindú, evidentemente tan viejo como la atracción sexual que todo ser humano experimenta hacia la mujer —¡pero acaso hay algo más antiguo que “eso”!—, en el cual se cuenta lo siguiente:
«Un enfermo de los nervios fue a ver a un médico amigo y le dijo:
—Yo tengo resuelto el grave problema del desempleo. Póngase a todas las mujeres en una isla y a todos los hombres en otra… Eso resuelve el problema…
El médico le pregunta:
—¿Cómo es eso?
El enfermo le responde:
—Es muy fácil, porque todos ellos estarán trabajando construyendo botes…»
(Publicado por Samuel Feijóo en la revista Signos, número 30 año 1983,
bajo el título de «Resuelto el desempleo».
El tono medio chiflado del chiste evidencia no sólo su remoto origen cultural, sino su arcaísmo, expresado en esa reafirmación del sexo sin tabúes. Tabúes son lo que ha pesado “siempre” sobre el sexo, en Oriente y Occidente, desde el ascenso del patriarcado a partir del cuarto milenio de antes de nuestra era. Realmente hay que ser, o bien loco, o bien antiguo, para afirmar el sexo de ese modo tan abierto. Todo “neurótico” rememora y anhela la era de una sexualidad plena. Por cierto que hay que haber viajado hacia atrás “en el tiempo” —en la conciencia—, hasta antes del surgimiento de lo que Freud llamó Tótem y tabú, para sentir que la energía sexual tiene tal impacto en la sociedad y en la vida.
Se ha dicho —por ejemplo A. K. Coomaraswamy lo afirma, pero otros autores también— que Shankara —filósofo hindú de entre los siglos VIII y IX— no sólo es el refundidor moderno de la filosofía del Vedanta Advaita, sino que él es el Vedanta mismo. Sin embargo, en Shankara se da una curiosa fusión del Tantra y el Vedanta, es decir, del arcaico culto a la Diosa y el no-dualismo. ¿Cómo es esto posible, y qué tiene ello que ver con el chiste de que los hombres fabriquen botes sin cesar para poder ir al encuentro de la mujer? Veamos.
El Vedanta, como es sabido, es la dárshana —nombre dentro del cual se engloba a cada una de las filosofías clásicas de la India— más antigua, o una de las más antiguas; y esto significa que en el Vedanta se refunde y actualiza el antiquísimo y ancestral culto sexual a la Diosa —que es el antecedente aborigen de lo que luego será el Tantra, y es anterior a cualquier presencia indoeuropea (indoaria en este caso) en la península del Indostán. Es debido a esto que, por ejemplo, en los Upanishads —la forma escrita más conocida en que se expresa el Vedanta Advaita—, la típica identificación vedántica del Atman con el Brahman, por momentos no sólo es sinónimo de identificación entre el ser humano y lo divino, sino que incluso es sinónimo de identificación de lo femenino y lo masculino a través de la energía sexual. En el Vedanta de Shankara, de hecho, la Diosa es idéntica al Brahman, por encima de todo dios.
En algunos de sus poemas del Soundarya Lahari —libro de poemas que, según se dice, Shankara escribió a cuatro manos junto con Ganesha mismo, el dios elefante hijo de Parvati y Shiva, los dioses que nos trajeron el sexo tántrico—, en algunos de esos poemas Shankara desacredita y a la vez pone en claro, desde época tan temprana como el siglo IX d.n.e., lo que será el fundamentalismo religioso —siempre patriarcal— de esas regiones de Asia, aunque sin proponérselo lo está haciendo también para el mundo occidental. Es como si, frente a la frase fundamentalista y patriarcal de:
“No hay más Dios que __________, y __________ es su único profeta verdadero” (en los espacios en blanco, colocar los nombres del dios semítico o indoario que corresponda, así como el nombre de su profeta autorizado)
Shankara respondiera con el poema que citaremos al final del presente escrito, que si bien está enfocado en el caso hindú, no deja de ser una afirmación del poder creativo de lo femenino, a modo de: “No hay más dios que la Diosa que engendra, en su útero cósmico, a todos los dioses, a todo el cosmos, y a todos los seres humanos”.
No sólo en la cabalística Shekinah —que en la Kabbalah es la forma femenina de Dios— de los judíos está presente el poder de lo femenino divino, sino que incluso los mahometanos, lo que ya es mucho decir, por momentos —siempre entrelíneas— dejan ver en Las mil y una noches que esa fuerza del destino que atrae irresistiblemente hacia la mujer, determina incluso a los designios de Alah, como la moira o ananké de la filosofía griega, y la necessĭtas de los latinos —que ya es un concepto más filosófico sin dejar de ser teológico. No hay que olvidar que la diosa árabe preislámica Manāh (Manat) era la diosa del destino, también era adorada bajo la forma de una piedra negra, y junto con sus hermanas Al-‘Uzzā (Uzza, identificada con la diosa egipcia Isis) y Al-Lāt, formaba la trinidad de diosas de la fertilidad preislámicas, todas patronas de la Meca antes de que esta ciudad, en el siglo VII d.n.e., fuera tomada por las fuerzas militares de Mahoma.
Así pues, aquí va, una vez más, el poema en que Shankara reafirma el poder de lo femenino, por encima de los dioses masculinos de todo tiempo y lugar, e incluso por encima del poder femenino de las diosas consortes de dichos dioses. Sin dudas, la energía de la atracción sexual ejercida por la mujer, eternamente hará que los seres humanos fabriquen botes de la más diversa índole, para atravesar la distancia —infinita como sea, eterna como sea— que los separa del cuerpo delicioso y exquisito de la Diosa.
Oh, Shakti suprema,
Quien es una con el Brahman Supremo,
Aunque aquellos que han aprendido los Vedas
Te nombran Sarasvati, consorte de Brahma,
O te nombran Lakshmi, consorte de Vishnú,
O te nombran Parvati, consorte de Shiva,
Tú eres la cuarta, llamada la Gran Maya,
Y eres quien le da vida al mundo,
Y ha alcanzado todo lo que hay que alcanzar.
[Oh, Parashakthi who is one with Parabrahma,
Though those who have learned Vedas,
Call you as Brahma’s wife Sarawathi,
Or call you as Vishnu’s wife Lakshmi,
Or call you as Shiva’s wife Parvathi,
You are the fourth called Maha Maya,
Who gives life to the world,
And have attained all that is to attain.]
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