El centro de tu felicidad no es tu cabeza: la función de la cabeza no es generar tu vivencia de la felicidad —la función de la cabeza es mantener en orden tu realidad interna y externa, y mantener en armonía y equilibrio la relación de tu cuerpo con la realidad. Relajar cuello y cabeza te aclarará la mente; pero esto no será el origen de la felicidad misma.
El centro de tu felicidad es tu plexo solar. No en vano se llama plexo solar, como el sol: es el centro desde el cual tu vida es irradiada por la luz y el gozo de la felicidad en términos de energía elemental —sexual. En términos energéticos, el plexo solar es el asiento del ego —es decir, de la personalidad: el fardo de experiencias y emociones que cargas desde tu pasado personal y desde el de nuestra especie, como equipaje de infelicidad relacionado con el desamor y la ineficacia sexual. Esto es lo mismo que decir que el centro de tu infelicidad es también tu plexo solar, pero poblado de ego. Relajar una y otra vez el plexo solar es el secreto para disolver el ego en su base. Es un trabajo arduo y continuo, pero no imposible.
Incluso durante el acto sexual, la vivencia del amor nacerá desde en torno a tu plexo solar, y desde aquí se expandirá hacia el corazón y hacia los genitales. En los genitales experimentarás las más intensas y profundas sensaciones del placer: pero la vivencia gloriosa del amor comenzarás a experimentarla en tu plexo solar —vivencia que terminará se realizarse a nivel del corazón.
Qué es el plexo solar y dónde se encuentra
El sistema nervioso se divide en dos partes: el sistema nervioso central y el periférico. El central se compone del encéfalo y la médula espinal, y el periférico consiste en una red de nervios que se extiende a través de todo el cuerpo para conectarlo con el sistema nervioso central.
Muchas veces, en el sistema nervioso periférico, se forman densos conglomerados de nervios muy interconectados y con una función específica: a estos conglomerados nerviosos se les llama plexos —la palabra plexo significa «tejido». Un plexo es —desde el punto de vista del sistema nervioso— una red de nervios que se forma en alguna región del cuerpo con el propósito de controlar el funcionamiento de órganos particulares.
En el cuerpo hay muchos de estos plexos, y uno de ellos es el plexo solar. El plexo solar es uno de los plexos más grandes, compuesto por muchos millones de neuronas —muy semejantes a las del cerebro.
El foco del plexo solar puedes hallarlo justo encima de la boca del estómago, donde sientes mariposas cuando te enamoras. Si con la punta de los dedos palpas el esternón —el hueso vertical y alargado que en el centro de tu pecho une tus costillas por delante—, y vas bajando hasta que sientas que el hueso se termina y ocurre un entrante: ahí está tu plexo solar. La red de nervios del plexo solar no se encuentra en la superficie, sino detrás del estómago, pero puedes tomar la boca del estómago como punto de referencia. La entrada física termina pronto, pero la entrada espiritual penetra hasta el infinito.
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