Por supuesto que el título de este artículo tiene todo el doble sentido que te puedas imaginar, y se refiere a la vulva de la mujer. El aroma de la papaya tierna es el nombre de una buena película que te recomendamos, porque tiene facetas eróticas muy interesantes. No es una película sexualmente explícita como El imperio de los sentidos, 9 orgasmos o Nymphomaniac, pero la sensualidad sazona muchas de sus escenas.
Aunque el título del film El aroma de la papaya tierna tiene diversos significados, aquí lo hemos usado expresamente para referirnos a la fragancia de la linda vulva femenina, a todo lo sutil que emana del precioso sexo de la mujer, especialmente durante el sexo oral vulvar o cunnilingus. En muchísimas culturas la papaya o frutabomba se usa como símbolo de la vulva de la mujer, y Asia no queda fuera de esto. Comparar la vulva de la mujer con una fruta tan peculiar no es sólo cuestión de forma: es también cuestión de perfume y de sabor.
Uno de los principales prejuicios sobre el sexo oral a la mujer consiste en que el hombre cree que la vulva no huele bien. La inmensa mayoría de las mujeres, por sí mismas, no creen que esto sea así. De hecho a muchas les encanta el olor de su propia vulva. Pero tanto insiste la sociedad en lo contrario, que ella termina por creer que es verdad. Lo que más a la mujer le importa es lo que crea el hombre que está con ella. Y si él cree que la vulva no huele bien —como suele creer con frecuencia—, entonces el propio hombre, como nadie, le transmite a la mujer este desamor por el cuerpo femenino y la hace sentir incómoda en la intimidad, especialmente durante el sexo oral.
El hombre actual ―programado por la industria cosmética y por los medios audiovisuales― se enamora de una mujer irreal que le venden en anuncios publicitarios o en la calle, siempre de lejos ―en esto también funciona aquella famosa frase de que toda mentira repetida mil veces se convierte en «verdad». Y debido a esto él quiere que la mujer real que está junto a él huela exactamente a lo mismo que la mujer irreal de los anuncios: quiere que ella huela a Photoshop, a nada, no a cuerpo de mujer, sino a nada… Y la verdad es que él se lo pierde, porque los aromas de la mujer son los aromas del paraíso original.
No vamos a extendernos ahora demasiado en este punto, porque ya hemos hablado un poco sobre el tema (lee nuestro artículo «La vulva es un jardín más que una flor»). Sólo diremos que el amor del hombre por la exquisita fragancia de la vulva crece en la misma medida que crece la capacidad masculina de controlar la eyaculación y de llevar a la mujer hasta la cima del placer, del gozo orgásmico y del amor. Cuando él aprende a amarla en cuerpo y alma, la vulva le huele a paraíso y siempre desea estar muy junto a ella. Y cuando el hombre ame el perfume de la vulva, la mujer también volverá a amar su maravilla.
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