Siempre que un hombre y una mujer tienen un problema, lleguen o no a discutir por ello, cada uno de los dos piensa que tiene toda la razón. Si no discuten, cada uno dentro de si se mantiene viendo las cosas desde su punto de vista, y si llegan a discutir, se arrojan a la cara argumentos contrarios. Es importante comprender que en casos como estos, ciertamente cada uno de ellos tiene razón en lo que siente, y no debiera dejar ni de sentirlo ni de decirlo. Sus respectivos sentires son las dos primeras caras de la situación. Sin embargo, si la cosa queda aquí, en la polaridad contraria, el conflicto no tendría solución. Por eso es que es necesario ver las cosas desde una tercera cara, que es la síntesis. Es lo que pasa, por ejemplo, con el símbolo del Tao: contrario a lo que todos creen, no es un símbolo de polaridad de contrarios, sino un símbolo de síntesis de contrarios: el Yin (lo femenino, la mujer), y el Yang (lo masculino, el hombre) reunidos absolutamente forman el Tao (lo andrógino, la unidad sexual absoluta entre la mujer y el hombre). También en la comunicación es necesario, para que no se convierta en discusión insoluble, lograr una unidad semejante entre lo femenino y lo masculino. Ésta, como decíamos, es la tercera cara de la situación, es decir, el punto de vista total que resulta de reunir lo que ambos sienten y piensan.

¿Cómo se traduce esto a la práctica? Esto se logra hablando con absoluta honestidad cuando te toque hablar, y escuchando con absoluta honestidad cuando te toque escuchar. Cuando en la práctica logren hacer esto, tu pareja y tú comprobarán con asombro que sus respectivas energías emocionales y físicas comienzan a mezclarse como por arte de magia. Algo que ayuda a esta mezcla alquímica de energías, femeninas y masculinas, emocionales y psíquicas, es lograr también que las energías sexuales básicas también se reúnan. Esto último, se logra aprendiendo a hacer el sexo bien.