Estar presentes durante el acto sexual significa que los amantes permanezcan frente a frente, con los sentidos despiertos y con la conciencia atenta a lo que están haciendo durante el acto —sin perder en ningún momento la voluntad sobre lo que están haciendo. Hoy los amantes hacen el sexo como si estuvieran medio dormidos, con los ojos cerrados y la conciencia ausente, y eso determina que el sexo sea mecánico y que el hombre no tenga casi ningún control sobre su eyaculación. Debido a la falta de presencia real de los amantes, el acto sexual actual es más imaginario que real, y nunca los une ni los complace del todo, principalmente a la mujer. Aprender a estar presentes mientras los cuerpos están sexualmente unidos, hace que el disfrute sea real y que el sexo se transforme en amor.
Cuando inicias o vas a iniciar una relación con alguien, generalmente lo haces porque ese alguien te gusta. Ese gusto comienza con el disfrute a través de los sentidos: disfrutas de ese alguien mirándolo, mirándole a los ojos, tocándolo, escuchando el sonido de su voz, e incluso besándolo y disfrutando de su olor. Luego ese disfrute sensorial inicial quiere ir más allá, a algo más profundo. Comienzas a disfrutar de la presencia de ese alguien, y de todo lo que su presencia implica en tu vida. La mayor realización del disfrute en la relación que está naciendo, es llegar al sexo con ese ser. Deseas disfrutar de ese ser en la sustancia de su cuerpo, físico y espiritual. De aquí nace el amor.
Sin embargo, ese disfrute de la presencia mutua de los amantes durante el sexo, actualmente casi nunca llega a ocurrir del todo. Hay cuestiones que están impidiendo que hoy los amantes estén realmente presentes durante el acto sexual.
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