Para algunos la felicidad es ir a una fiesta, porque se supone que toda fiesta es feliz, o que toca estar feliz en una fiesta —aunque en realidad, la mayoría de las veces la felicidad de las fiestas es solamente externa, un escapar momentáneamente de la infelicidad cotidiana, que de todos modos sigue escondida detrás de la risa de la fiesta. Es agotador mantener ese estado de euforia sin que se base en una vigorosa alegría interior real. Luego de esa euforia sin base, el resto de la semana puedes pasártela en baja emocional, siguiendo la rutina de los días de no-fiesta.
La alegría que pretendemos ir a buscar a una fiesta, podríamos tenerla siempre, en cualquier momento o circunstancia. Todo depende de la fiesta que logremos hacer en nuestro interior. Si no hay fiesta en nuestro interior, no la habrá en el exterior —sea la fecha que sea, o sea el lugar que sea, o así estemos rodeados de gente que ríe porque toca reír y nos demanda que hagamos lo mismo. La felicidad real ni siquiera tiene que ver con reír todo el tiempo. Puedes ser realmente feliz, y no reír en lo absoluto; y puedes en cambio reír mucho y eso ser sólo un acto muscular de mostrar los dientes, sin verdadera risa en el corazón.
La única fiesta real que existe, es que comiences a llevar una fiesta en tu interior, y que cada cual comience a hacer de su existencia una fiesta. Probablemente creas que esto no es posible —o lo creas muy externamente, pero no en lo profundo de ti. Sin embargo, sí es posible.
Sí existe la felicidad —esto parece evidente pero no lo es tanto. Todos estamos en la Tierra para ser felices en ella. Sí existe un acto voluntario básico para generar la felicidad: es el acto sexual consciente. El hombre y la mujer recuperarán la felicidad real continua que ellos siempre anhelan, solamente cuando aprendan a hacer bien el amor.
Si el hombre, el ser humano masculino, no recupera ya su capacidad natural de ser pleno sexualmente, es decir, su capacidad de hacer el amor sin los límites eyaculatorios que hoy tiene, la mujer tampoco podrá ser sexualmente plena. Entonces ellos nunca conocerán la verdadera felicidad, sino que conocerán solamente la felicidad externa, una felicidad volcada en lo objetivo, y que por tanto es breve y acaba, y nunca los toca profundo.
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