En el documental How To Cook Your Live (en español, Cómo cocinar tu vida), hay más de una secuencia que muestra un gran caracol moviéndose muy despacio por una pared. ¿Qué función juega esta escena dentro de un documental sobre cocina y nutrición, si bien ambas cosas son allí enfocadas desde el budismo zen? Lo que ocurre es que el caracol es el emblema del movimiento internacional llamado slow food —la contrapartida positiva de la fast food—, que forma parte de una corriente cultural más amplia llamada movimiento Slow, presente en decenas de países como una alternativa de vida mejor y más saludable que la que imponen las grandes multinacionales alimentarias y que los estresantes estilos de vida que nacen de las conglomeraciones de personas en las urbes modernas.

El movimiento slow food predica no sólo comer despacio, sino además dignificar el acto de comer como una de las principales actividades de la vida de un ser humano; rescatar el puro gozo de comer y convertirlo en una experiencia tanto física como estética y espiritual; dejar a un lado los servicios gastronómicos rápidos y seriados y volver a comer principalmente en casa; cocinar siempre usando implementos —ollas, sartenes, espumaderas, cucharones, tamices, etc.— fabricados a partir de materiales naturales como la madera, el barro o el vidrio; consumir alimentos naturales y no industriales ni sintéticos, cultivados de modo respetuoso y armónico dentro de los ecosistemas; recuperar las tradiciones culinarias locales en cuanto a alimentos y modos de confeccionarlos o cocerlos; promover la investigación sobre temas nutricionales y culinarios, tanto desde el punto de vista científico como ancestral; fomentar modos de comer más conscientes, que tengan un impacto saludable en el cuerpo; respetar las diferencias individuales en cuanto a necesidades de nutrición, en contra de la producción en serie de alimentos y el consumo igualitario; y en general llevar un estilo de vida más natural y despacioso, al margen de los vertiginosos ritmos de las ciudades contemporáneas.

Nunca hemos leído nada sobre el enfoque sexual que puedan tener los partidarios de la slow food, pero si tienen alguno, de seguro tendrá que ver con practicar un sexo sin apuros, más natural, más terrenal y espiritual a la vez, y por tanto más gozado.