Se había sentado sobre mis rodillas.
Yo había deslizado mi mano bajo su túnica y
con voz indiferente hablaba de los rebaños,
de la agilidad de los perros, de los pastos.
Sus piernas eran lisas y firmes. Al fin pareció
advertir que la acariciaba:
«—¡Hay una serpiente bajo mi vestido!» —dijo
entonces, riendo.
«—Justamente» —le contesté—, «la estoy
buscando…»

«La serpiente» es un poema árabe anónimo, tomado del libro Las perlas de la mora; Poesía clásica árabe, hispano-árabe e hispano-hebrea de amor, excelente libro antologado y anotado en el año 2000 por el editor Esteban Llorach Ramos, quien a su vez tomó este poema y los demás del capítulo, «El jardín de las caricias», de las traducciones que realizara Pedro Láinez Varela, publicadas en 1952 bajo el título de El jardín de las caricias por la editorial bonaerense Guillermo Kraft Ltd.

Al parecer, en el Cono Sur de la década del ’50 del siglo XX —tal como en nuestros días todavía ocurre— interesaban bastante los temas de la erótica árabe e hindú. Por ejemplo, contamos en nuestra biblioteca con un ejemplar de una vieja edición del Ananga Ranga de Kalyana Malla —manual erótico hindú bastante más serio que el Kama Sutra— publicada en diciembre de 1959 por la Editorial Renacimiento de Montevideo, Uruguay, en traducción que se precia de ser una versión directa del original. El Ananga Ranga es uno de los hermanos de tradición del Kama Sutra de Mallinaga Vātsyāyana: ambos pertenecen a la tradición del Kama Shastra, es decir, la tradición erótica sánscrita, la cual, como hemos dicho otras veces, no debe confundirse con la tradición tántrica, pues tienen menos que ver con el Tantra que con, por ejemplo, El jardín perfumado de Jeque Nefzawi, así como con otros manuales eróticos árabes. El Tantra y el Kama Shastra tienen algunos puntos de contacto —que con toda probabilidad éste bebió de aquel—, pero no son para nada idénticos. El Tantra es un profundo y esotérico culto sexual a la Diosa, y en los manuales eróticos del Kama Shastra —que son más bien algunos de los frutos más aceptables del dominio patriarcal indoario en la región— no hay nada que apunte en ese sentido. Y en esta misma línea, el culto sexual a la Diosa en la cultura árabe, e incluso judía, habría que buscarlo en los remotos tiempos preislámicos y prejudaístas, y no en las patriarcales religiones semíticas o abrahámicas que vinieron luego, de las cuales los manuales árabes y los poemas eróticos son la expresión más políticamente correcta en materia de sexo. Difícilmente las tradiciones patriarcales —que suelen demonizar a la mujer y al sexo— puedan dar origen más que a manuales con pragmáticas técnicas sexuales.

Serpiente-chica-en-el-pubis-femenino_Remite-a-Eva_Desaturada

Para terminar esta nota retomando el poema del inicio, digamos que en el Kama Sutra de Vātsyāyana —libro III, acápite titulado «Relaciones con las doncellas»— se describe una situación sexual cómicamente equívoca y socarrona, parecida a la que describe «La serpiente» en cuanto a proceder con el hurgoneo bajo la falda femenina, mientras se finge que es otra cosa la que pasa. Dice así el fragmento:

“Colocada la mano

[masculina] en los muslos [femeninos], después de haberlos acariciado, poco a poco intente acariciarle la ingle. Si [ella] se lo im­pide, [él] se lo reproche, diciendo: «¿Qué mal hay en esto?», y pro­siga. Una vez convencida, se atreva hasta las zonas secretas, le afloje el cinturón, le desate el nudo de la falda, le levante el vestido y le acaricie una vez más la ingle; y todo esto, fin­giendo otros motivos. Luego la puede poseer y colmar de pla­cer” (Mallinaga Vātsyāyana: Kama Sutra).

El-hombre-la-distrae-para-poder-tocarla_Libro-III-Kamasutra_Cortejo-a-doncellas

Los nombres de capítulos del Kama Sutra, así como la manera de estructurarlos y numerarlos, suelen cambiar sensiblemente de una versión a la otra. No existe UN solo Kama Sutra, sino diversas compilaciones con ese nombre, con un núcleo de contenido bastante estable, pero también relativamente variable de una compilación a la otra —a veces con capítulos enteros suprimidos, como el célebre del amor sáfico y lésbico. Puede llegar a variar tanto una edición del Kama Sutra de otra, que a veces se les conoce bajo la rúbrica de la persona occidental que se haya encargado de la traducción o de la edición. Por ejemplo: el Kama Sutra de Richard F. Burton o el Kama Sutra de Lance Dane.