En nuestro barrio vive una chica que evidentemente sigue al pie de la letra la última moda de la delgadez extrema —lo cual nos hace pensar que no está muy bien informada acerca de los peligros, a veces mortales, de la anorexia y de prácticas tan absurdas como ir al baño luego de comer, meterse los dedos en la garganta, y vomitar los alimentos antes de que se incorporen al organismo.

La moda de la delgadez extrema además recomienda siempre gastar muchas más calorías que las que ingieras con los alimentos, lo cual en verdad es un peligro para la salud. Siguiendo esta lógica, se supondría que las mujeres que desean bajar mucho de peso para lucir tremendamente delgadas, deberían hacer mucho el sexo. Pero esto no procede: comiendo tan poco, el deseo sexual escasea y el sexo se hace menos. Y si a esto sumamos que el hombre también estará comiendo demasiado poco para él también lucir delgado, la frecuencia sexual será muy baja, pues él tardará más tiempo en recuperar las fuerzas después de las desgastantes eyaculaciones que habitualmente tiene.

Conocemos personalmente a otras dos mujeres, una de 15 años y una de 45, que debido a que durante un tiempo se sometieron a absurdas reglas autoimpuestas de adelgazamiento, no comían casi nunca, y terminaron desarrollando sendas gastritis crónicas, pero de tal gravedad, que con frecuencia necesitan hospitalizarse para salir de las crisis estomacales. Parece que la anorexia nerviosa ya no es una enfermedad que ataque sólo a jovencitas, o sólo a mujeres mayores: la más joven de que hemos tenido noticias es una niña de 8 años que ya está obsesionada con lucir como sus muñecas Barbies, y la mayor es una mujer de 50 años cuyo marido ya no la ve hermosa porque tiene el cerebro lavado por las escuálidas mujeres que ve en la televisión y en las revistas, sonriendo sin ganas, sólo para aparentar felicidad.